Sexo para leer

#SexoParaLeer: Una cama para dos

La falta de oferta inmobiliaria en la ciudad de Caracas puede llevar a cualquiera cometer una locura. Descubre la historia tras una oferta de alquiler sospechosamente atractiva, en este relato erótico de ficción escrito por Diana Mayor

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Con tan solo 19 años Joselyn podía hacer que los hombres perdieran la razón de solo imaginarla desnuda. Sus labios húmedos y carnosos acompañaban todo lo que decía. Caminaba moviendo las caderas y con ellas las grandes nalgas que apretaban los ajustados pantalones que usó el día que salió a buscar el apartamento donde viviría.

Desde los 17 años vivía sola en la ciudad de Caracas, pero dado a que la dueña vendió su casa para irse del país debía mudarse el fin de semana y solo tenía ese día para conseguirlo. Busco varias opciones para alquilar cerca de su trabajo y llamo para visitarlas, en la segunda casa sintió que sería la ideal por el precio y de inmediato dijo –“es mía”-.

El dueño, Manuel, un hombre de 40 años, con voz ronca le dijo que debía compartirlo con él y que además solo tenía una cama. Por la presión de no tener donde ir y sin pensarlo acepto la propuesta. Sin embargo a Joselyn le parecía un tipo atractivo, respetuoso, pero sobre todo noble al rentarle por tan bajo precio.

Desde su primer día el deseo de él hacia ella era evidente. La muy inocente con la curiosidad propia de una mujer imaginaba que al dormirse la violaría sin poder impedirlo. Pasaron los días y una noche Joselyn aprovechando que estaba sola toma un baño por un largo rato mientras se masturbaba con el agua caliente de la ducha.

Antes de alcanzar el orgasmo sintió que abrían la puerta, vio que Manuel la observaba por el espejo. Ella quiso seguir alimentando aquel placer que le producía a Manuel y continuó jugando con su cuerpo. Él sin poder evitarlo término de abrir suavemente la puerta, pero fue demasiado obvio el sonido al entrar.

Joselyn le pide que salga del baño. El hombre sin escucharla y al ver sus fijamente su boca, la reta a seguir adelante con la masturbación uno en frente del otro. Ella acepta siempre y cuando tenga algo que darle a cambio.
Con una sonrisa la lleva al mueble. Humedeciendo dos de sus finos dedos, separa los labios de su vagina, abre las piernas dejando ver sus senos perfectos y firmes.
Manuel se ahogaba en deseo, con su mano sostenía lo que ella desconocía, grueso y grande. Lo quería todo adentro y sentirse violada. Ella se toca metiendo sus dedos hasta tenerlos todos dentro, lo saca y los mete lentamente, sale un líquido transparente y baboso que él no duda en tomar sin dejar una gota para luego dárselo todo en la boca.

Con la otra mano se mete el dedo por detrás. Manuel la observa hipnotizado, le besa hasta volverla loca y le dice, -“como se ve que te gusta que te atraviesen esas nalgotas”-. Solo así se siente una mujer completa.

Con su ronca voz le dice morbosidades mirándola tocarse mientras chupa sus dedos empapados. Ella con su suave voz le repite -“quiero que me llenes completica de tu sexo”. Grita de placer y Manuel la silencia metiéndole todo lo que tiene en la boca. Ella lo lame y le abre las piernas levantando las nalgas, el sin pensarlo lo introduce lentamente por donde más se lo pide, lo que produce que Joselyn acabe dos veces seguidas.

De nuevo uno en frente del otro abre los ojos y al ver lo que tenía adentro grita de placer al metérselo esta vez completo y por la vagina, moja toda la cama, mueve su cuerpo deliciosamente. Le dice al oído que se siente una puta y en silencio sonríe teniendo otro a orgasmo. Por último con sus labios carnosos se traga todo lo que salía caliente y espeso y lentamente se tranquilizan.

Ahora Joselyn duerme. Manuel recuerda todo mientras le escribe una carta.
Al despertar, ella la lee detenidamente donde dice que puede vivir todo el tiempo que quiera en su casa sin pagar un medio. Se da un rico baño en la ducha con agua caliente y termina su rica masturbación interrumpida la noche anterior.

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