Susej Vera: el lado rojo de la belleza

En este espacio no hablamos de preferencias políticas, ni de índices de popularidad, ni de militancias patrioteras. Aquí de lo que hablamos es de la sensualidad, inteligencia y belleza de esta actriz venezolana que ha sido una de nuestras ninfas predilectas, por eso la recordamos con estas fotos y entrevista hechas hace unos 3 años atrás. Los tiempos cambian. A veces para mejor. A veces para peor

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Hoy es 25: es un buen día para ella. Por eso aceptó tomarse las fotos esta tarde. Sacó sus cuentas y encontró eso: que el 25 es suyo. Especialmente si le toca ser el centro de atención. Y también es un buen día para mí, no para ti. Yo estoy aquí sentado frente a Susej Vera y ya quisieras tú ver lo que yo veo.
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Manos expertas terminan de maquillarla ante un espejo enorme muy iluminado y un vasto despliegue de cremas, polvos de colores e instrumental de belleza. El resultado: está espléndida. Y el escote en este momento debe ser la vista más privilegiada de Caracas.
Susej habla de Macarena Black casi con orgullo. Se nota que le gusta: “Es una villana, ambiciosa. Bella pero peligrosa”. Es su personaje en la más reciente telenovela de Venevisión, La Viuda Joven. Y es la primera vez que hace de mala: “Su misión es quedarse con el dinero de la baronesa, quiere todo el poder”. Y en ese recorrido, según revela, pasará por más de una cama.
Es un papel que se ganó al estilo clásico: “Hice mi casting”. Y se lo entregaron muy bien perfilado: “Cuando Martín Hahn te da un personaje, te hace una presentación muy completa de todo, de sus gustos, de sus motivaciones. Yo lo que hago es darle mi toque personal. Sólo se parece a mí en lo coqueta. Y en que es muy de energías y esas cosas”.
Así fue que llegamos a un extraño momento. Susej hizo un curso de numerología y se las sabe todas. ¿Y cómo es eso? Le das tu fecha de nacimiento y ella hace unas sumas, traza un par de líneas cruzadas, escribe números aquí y allá, y de pronto te suelta que tu diosa tal cosa y que esta cifra en negativo te lleva a esto y lo otro, que tu misión en la vida es tal pero que el número de al lado no te deja y que a ella le pasa que el 25 y que el 7… Cree con absoluta convicción en eso, y empiezas a dudar de tu racionalidad cuando te describe y te cuenta que ha llegado a cambiar las placas de su carro porque le suman 2 y hasta su número de celular, buscando resultados más auspiciosos. Escuchas confundido, también porque ese escote te hace pensar que el 2, visto así, malo no puede ser, no señor…
“El 29, por ejemplo, es el número más coño ‘e madre que hay. Es muy negativo. Yo nunca haría nada importante un 29”, dice. Pero hoy, por suerte, es 25. Y ya es hora de hacerle fotos a esta actriz y modelo que empezó su carrera muy temprano, a los 15 años. A los 18 ya estaba en televisión como coanimadora de un magacín llamado Aló RCTV, de donde salió a cantar en el grupo Chicas, un trío con el que se fue de gira, grabó un disco, y cantó por toda Venezuela y medio Chile. Después se dedicó de lleno a las novelas —La Niña de Mis Ojos, Ciudad Bendita, Torrente, Sabor a ti— y a conducir, preferiblemente en bikini, espacios de viaje en Sun Channel. Y estemos preparados: por ahí viene su regreso a la música.
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Si uno la busca en Google, lo primero que aparece es esa escena de Torrente en la que ella —su personaje, mejor dicho— está en una casa, muy molesta con un hombre, y mientras vocifera furiosa se va desnudando hasta quedar con una combinación negra de panties y sostén; miles la siguen viendo, dándole play al video una y otra vez: “No sé qué le ven, no muestro nada. Pero algo le debe haber gustado a la gente… He hecho cosas muy sensuales porque tengo claro que yo vendo eso: cuerpo. Pero tampoco lo muestro todo, el día que lo haga ya no va a haber más interés. Las cosas sugestivas son las más sensuales”.
Cuando sale del camerino hay que recordar nuevamente las bondades del 25: Susej lleva sobre su cuerpo un liguero, tacones altísimos, y unas telitas negras muy breves y transparentes —¿a esto todavía le dicen baby-doll?—, que difícilmente pueden contener los prodigios de su figura. Y pregunta: “¿Cómo lo ven?”.
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Las paredes del estudio son blancas, pero para ella hay un fondo rojísimo. Se escucha una música animada, el fotógrafo da indicaciones y ella se va transformando: baila en el sitio, mueve el cuerpo, los ojos le brillan como si fuera otra persona. Se va soltando, pero siempre pendiente de que el sujetador sujete. Sube una tela y hay más muslo aquí, cae una tira arriba, los hombros se balancean, el ventilador le alborota el cabello y esto se pone cada vez mejor. Y más allá de que de vez en cuando el sostén no sostiene, te das cuenta de que esta mujer nació para esto: para actuar, para posar, para convencerte de que Macarena Black es real y de que el 25 es un gran día. El 25, el 25, el 25…
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