Viciosidades

Susúrrame al oído: ¿qué tipo de amante eres tú?

A partir de conversaciones entre amigos, de oficina, de tuits y de alguna que otra idea robada del Metro, Patricia Méndez, licenciada en Letras por la UCV y creativa publicitaria, elaboró un listado de los tipos de amantes de acuerdo a lo que dicen o callan en la intimidad

TEXTO: Patricia Méndez @PattaMendez
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Se podría clasificar a los amantes por su forma de besar, por su postura a la hora de la seducción o por el tipo de romances del cine que prefieren. La manera como las personas se relacionan con las palabras es una perspectiva interesante. El verbo tiene una poderosa carga erótica que varía de un ser humano a otro, por eso es posible separar algunos de tipos de amantes en categorías que no tienen pretensiones científicas, solo son una manera de ver el sexo con un poco de humor.

En cada una de estas categorías están hombres y mujeres, pero no es necesario poner arrobas o equis. Acá, sin importar si somos hombres, mujeres o transgéneros, podemos encontrarnos todos.

El amante caribe. Dice “papi” y “mami” susurradito. No tiene mommy o daddy issues, utiliza estos apodos por un tema cultural. Podría ser cubano o dominicano.

El amante gastronómico. Habla sobre el acto amatorio en términos de comida. No besa, come. Su pareja es su “ponquecito”. Puede llegar a ponerle apodos a las zonas erógenas: “tocinillo del cielo”, por ejemplo.

El amante poético. Ha leído poesía seria. Sus autores favoritos son Vallejo y Cadenas. Desprecia a Neruda y a Benedetti. Eso último es un punto de honor. Es un peligro: recitando versos es capaz de quitarte la ropa interior.

El amante amoroso. Una diminutivos. Le avergüenza usar lenguaje soez. Se refiere a las partes del cuerpo como “tu cosita”. Le parece inconcebible que se pueda separar el sexo del amor.

El amante explícito. Dice exactamente lo que quiere. Le gustan los imperativos, de hecho no usa casi ningún otro modo verbal. Puede causar sorpresa en el primer encuentro.

El amante actor. Aprendió de la pornografía. Pronuncia frases como «Oh nena, sí» con voz engolada. O grita “oh, sí, oh Dios” si es mujer, claro. Practica en el espejo cuando está a solas. Suelen pedirle con frecuencia que haga silencio.

El amante jovial. Es divertido y no se toma las cosas tan a pecho. No elige las palabras con pinza. Solo es él mismo. A través del humor puede salir de cualquier situación incómoda.

El amante mudo. No dice nada, solo “shhhhhhh”.

El amante científico. Llama a las partes del cuerpo por su nombre biológico. Dice pene, mamas, ano, etcétera. Puede tornarse incómodo cuando usa palabras como “secreción”.

El amante folklórico. Llama a las partes del cuerpo con variaciones dialectales. Por ejemplo, “machete”. Está orgulloso del gentilicio. Si no tiene un contrapeso en su pareja es capaz de tomarse un nude con un sombrero típico.

El amante freudiano. Pide que le sirvan, es demandante. A todas luces está buscando a su papá o a su mamá. Este tipo de amante necesita terapia.

El amante onomatopéyico. Hace sonidos raros. No imita animales voluntariamente, pero pareciera.

El amante sucio con clase. Dice groserías y vulgaridades a placer. No se cohíbe. Tiene el don de hacer que una palabra horrenda suene sexy. Tiene un dominio del lenguaje admirable.

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