Viciosidades

'Tres anuncios en las afueras': demasiados clichés juntos ponen la película morada

Tan pretenciosa como su título, 'Three Billboards Outside Ebbing, Missouri' es el tercer largometraje de Martin McDonagh y su trabajo más reconocido desde su famoso cortometraje de ficción, 'Six Shooter' (2004), con el que ganaría el Óscar. A pesar de su corta filmografía, los temas se repiten, al igual que el tono. De tal forma que no estamos ante un "copycat" de Quentin Tarantino, Guy Ritchie o los hermanos Cohen, sino más bien de un hombre que apuesta por las mismas cartas, independientemente del resultado.

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En ‘Six Shooter’ McDonagh sentaba las bases de su cine, construyendo algunas ideas sobre la muerte, la moral y la culpa durante viaje en un tren, obvia metáfora de la vida. Protagonizado por el veterano y extraordinario actor irlandés Brendan Gleeson, este cortometraje se imponía en cuanto festival se presentaba, lo que le abrió el camino al director para hacer ‘Escondidos en Brujas’ (2008). De nuevo trabajó con Gleeson y sumó a dos pesos pesados de la industria: Colin Farrel y Ralph Fiennes. En esta cinta, el asesinato por accidente de un niño aprieta el gatillo de la trama.

La psicopatía, el humor negro, los elementos oníricos y la referencia a la novela negra que vimos en su debut se repiten en ‘Escondidos en Brujas’ con relativo éxito. Entonces McDonagh decidió imprimirle fuerza al acelerador e hizo más evidente la influencia del cine de Tarantino, Ritchie y Danny Boyle en ‘Siete Psicópatas’, con Farrel al mando, añadiendo a dos figuras importantes de ‘Tres anuncios en las afueras’: Sam Rockwell y Woody Harrelson.

Es en ‘Siete psicópatas’ donde McDonagh nada como pez volador, rodando escenas violentas y diálogos que recuerdan a ‘Snatch’, ‘Reservoir dogs’ y ‘Trainspotting’. Una frase define a toda la obra del realizador: «¿Una película de hombres que sólo hablan? ¿Sin tiros, ni armas ni violencia?, ¿Es que acaso hacemos ahora películas francesas?» y otra nos advierte de lo que veremos en ‘Tres anuncios en las afueras’: «¿Sabes cómo veo yo la peli? La primera mitad nos debería preparar el terreno para una auténtica película sobre la venganza».

Y en efecto, la primera mitad de esta cinta nominada al Oscar es brillante. La idea de los tres anuncios que buscan llamar la atención de las autoridades y de la comunidad ante el olvido de un atroz crimen es uno de los mejores puntos de partida de la historia del cine. Y si resaltamos en los párrafos anteriores la cantidad de grandes actores que han pasado por las manos de McDonagh es porque precisamente su obra se caracteriza por la fuerza del elenco, que compensa las irregularidades del guión. Así, Francis McDormand (Mildred Hayes) se lanza una interpretación memorable, con un personaje hecho a su medida. Ella resume lo mejor de esta producción.

Lamentablemente, la fuerza inicial de ‘Tres anuncios…’ se pierde en la segunda mitad debido a diferentes vacíos en el guión o a la falta de cocción en el cambio físico y sicológico de los protagonistas (específicamente el que encarna Rockwell). Ante los problemas de verosimilitud, McDonagh explota una gran cantidad de clichés para agradar al público. Y a partir de aquí advertimos que si no ha visto la película, lo mejor es que abandone la lectura porque comentaremos aspectos de la trama.

Sin mano zurda

El discurso anticlerical, por ejemplo, busca la solidaridad automática con el sufrimiento de McDormand. No obstante, inclusive para los que dudamos de la existencia de Dios, resulta sospechosa la generalización de la protagonista al meter en una misma bolsa a criminales, pedófilos, violadores y seguidores de la palabra de Cristo. No ayuda la manera en que está rodada la escena y ese es uno de los principales problemas del film. Cuando impera la locura, el desenfreno y la acción, logra sus puntos altos, sin embargo, la contraparte, cuando se necesita la reflexión, las tomas que requieren de un mayor esfuerzo intelectual, todo chirrea.

Por otro lado, la alcahuetería ante la violencia que ejerce Dickson (Rockwell) y en general la anarquía y ausencia del Estado, acercan a ‘Tres anuncios en las afueras’ a siglos anteriores. Si se tratara de un western sería comprensible la facilidad con la que la autoridad y los ciudadanos pasan de víctimas a victimarios. Es irritante, por decir lo mínimo, cuando llega el encargado de suplir al jefe de policía y permite que un subalterno muela a golpes al dueño de una empresa de publicidad. La exageración en este caso conspira contra la credibilidad del guión.

Reciente la película de McDonagh el equilibrio y la mordacidad de los hermanos Cohen para, con menos estruendos pirotécnicos y más profundidad en los caracteres, llegar a las mismas conclusiones. De hecho, la comparación con ‘Fargo’ (1984) es inevitable al compartir protagonista (McDormand), pero es ‘Blood simple’ con la que más se familiariza en cuanto a violencia y ‘A Serious Man’ (2009) en cuanto a tono.

Pero el mayor problema que enfrenta ‘Tres anuncias en las afueras’ es su resolución. La necesidad de redimir al granuja, a ese «red neck» con placa, al homosexual reprimido, perjudica demasiado al producto final. La ficha del héroe por accidente -Clint Eastwood hizo una carrera de eso- necesita una justificación mayor que la de una carta póstuma. De lo anterior entenderán los que ya vieron el largometraje.

El anticlímax más la suma de personajes que aportan tan poco: un enano que está allí por enano (posiblemente uno de los peores personajes para ese gran actor que es Peter Dinklage), un sospechoso violento, un oportuno violador confeso (la mayor chapucería de la obra), una atolondrada periodista y un departamento de policía que parece estancado en la época de la segregación, conspiran contra un trabajo que, para colmo, se siente ya visto.

El empecinamiento de Mildred recuerda a Jennifer Lawrence, la protagonista de la maravillosa ‘Winter’s Bone’; el funcionario acosador y racista que se convierte en héroe nos remite Matt Dillon en ‘Crash’ y el jefe de policía con cáncer a Michael Shannon en ‘Nocturnal Animals’. Todo esto sazonado con un poco de ‘Mistic River’ en clave de comedia.

A pesar de todo lo escrito anteriormente, no se le puede negar al director, Martin McDonagh, la capacidad para generar risas aún en las situaciones menos apropiadas. Hay una incorrección política que siempre se agradece en estos tiempos. Pero lo que comienza como un discurso de «empoderamiento» femenino termina coqueteando con los argumentos de la extrema derecha. Cuando se trata del ojo por ojo, no hay nada más descabellado que aplaudir mientras nos quedamos ciegos.

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