Venezuela

La UCV vence las sombras pero no la delincuencia ni la suciedad

La publicación de un video en el que se ve al Aula Magna convertida en un motel y baño de indigentes motivó a los estudiantes a realizar jornadas de limpieza en las instalaciones de la abandonada Universidad Central. Recogieron enormes cantidades de condones, cartones, sabanas viejas, inyectadoras y mucha basura

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Daniel Hernandez | @danielimagengrafica

Por falta de recursos económicos, las labores de mantenimiento y seguridad de la Universidad Central de Venezuela (UCV) están paralizadas. La consecuencia es que indigentes y delincuentes tomaron por asalto esta casa de estudios, diseñada por el arquitecto venezolano Carlos Raúl Villanueva y declarada Patrimonio Mundial, Cultural y Natural de la Humanidad por la Unesco en el año 2000.

La denuncia sobre el deterioro de las instalaciones de la UCV no es nueva. Ya desde hace varios años, estudiantes, profesores, trabajadores y autoridades alertan sobre esto. Pero, con la pandemia y la suspensión de las clases presenciales, los problemas se agudizaron.

El 17 de junio del año 2020, se desplomó el techo de la pasarela del pasillo de la Facultad de Humanidades y Educación, detrás del Auditorio de Ingeniería, frente a la llamada «tierra de nadie». Esto prendió las alarmas, pero faltó acción.

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Sexo, heces y basura en el Aula Magna

Casi un año más tarde, el 13 de mayo de 2021, el movimiento Viva la UCV hizo público un video al que título Sexo, heces y basura en el que se observa la paupérrima situación de la emblemática Aula Magna. En sus nichos hay mucha basura, cartones rotos, charcos de orina, excrementos, sábanas sucias y una enorme cantidad de condones usados, lo que da cuenta que esos espacios son usados como un improvisado motel.

Aquí puede ver el video y constatar en lo que la desidia convirtió el Aula Magna:

Ese otrora majestuoso lugar histórico, donde culmina el camino de los estudiantes al recibir su título universitario bajo las nubes de Alexander Calder, se asemeja ahora a cualquier plaza pública abandonada.

Los pisos están manchados de tantos orines y heces, y los malos olores impregna el lugar. Las puertas y los revestimientos de madera de las paredes están siendo desvalijados. Tampoco tiene luz, así que la oscuridad es cómplice de los delincuentes.

Después de publicarse el video, las autoridades de la UCV finalmente decidieron actuar. A través de su dirección de Mantenimiento realizaron un operativo de limpieza el 15 de mayo. Sin embargo sirvió de poco porque, por falta de vigilancia, de nuevo se observan rastros fisiológicos.

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Este viernes 21 de mayo, los estudiantes organizaron una jornada de limpieza en los espacios de la Universidad Central. Escoba en mano nos encontramos con Gabriel Escolante, alumno de Estudios Políticos y Administrativos. Barría el pasillo de Las Banderas, al lado de la plaza El rectorado, que estaba lleno de desperdicios.

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“Este operativo lo organizamos por el abandono en el que se encuentra la UCV que no tiene suficientes empleados de mantenimiento ni seguridad. Y los pocos que quedan dicen que no pueden venir a trabajar porque no les alcanza ni para pagar el pasaje», dice Escolante.

La mayoría de los empleados de mantenimiento de la UCV gana menos de dos dólares.

Los estudiantes se reunieron también con los vigilantes. Ellos aseguraron que no pueden cumplir con su labor porque son pocos, pero además les faltan linternas y motos para recorrer los amplios espacios. «Dicen que  después de las 6 pm es imposible vigilar, así que los del turno de la noche se meten dentro de los edificios porque no tienen cómo combatir a los delincuentes», asegura.

Durante la jornada de limpieza, los estudiantes encontraron gran cantidad de cartones, sábanas y otros artículos que utilizan las personas en situación de calle para improvisar camas. Esto se ha encontrado, sobre todo, en el corredor que va hacia el Hospital Universitario.

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«Imaginamos que esas personas se sienten un poco más seguras allí porque siempre hay algún movimiento dentro del hospital. Pero en ese trayecto también se cometen la mayor cantidad de atracos», refirió otro estudiante.

Además, en las instalaciones universitarias encontraron inyectadoras con las que, presumen, los malvivientes se inyectan drogas. «Incluso encontramos cosas para brujerías», dijo un estudiante.

Las estadísticas de los atracos y otros hechos delictivos se desconocen. Las víctimas no denuncian porque no hay a quién. Las autoridades están ausentes.

La señora Lucía Rojas tiene un hijo en la escuela de Estudios Internacionales y fue a ayudar a limpiar la universidad.

«Decidí unirme a la jornada de limpieza, primero para apoyar a mi hijo y, segundo, por la lástima que me da el deterioro de la universidad. Es una lástima verla así”, señaló.

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Las filtraciones se observan desde lejos en distintas escuelas. De cerca el panorama es igual de desolador. Hay muchos baños y lavamanos dañados. Las puertas y ventanas de las aulas están rotas. Las áreas verdes están descuidadas. Las cestas de basura se desbordan con los desperdicios.

David Romero, estudiante de Geografía, dice que se integró a la jornada de limpieza para retribuirle a la UCV los conocimientos que recibe.

“En nuestra escuela estamos viendo clases semipresenciales. Venimos a la universidad en la semanas de flexibilización. De resto vemos clases por internet. Pero tenemos problemas porque muchos alumnos y profesores, al igual que los trabajadores, no tienen dinero para pagar el pasaje, así como tampoco tienen computadores, teléfonos inteligentes o el servicio de internet para las clases a distancia”, dijo Romero.

Maria Franco, estudia Bibliotecología y Archivología, y también participó en la jornada de limpieza.

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“Cumpliendo todas las normas de bioseguridad contra la covid-19, los estudiantes iniciamos estas jornadas de limpieza. Las queremos extender a todas las áreas de la universidad. A través de redes sociales solicitamos donación de bolsas de basura, escobas, rastrillos, guantes, alcohol, tobos, paños, claro, desinfectantes, agua potable, entre otros artículos y obtuvimos excelente respuesta. Esperamos que las personas sigan colaborando. Los  donativos se pueden traer a la oficina de la Federación de Centros Universitarios”, dijo Franco.

Me duele la UCV

“Trabajo en la UCV. Me duelen las condiciones en que se encuentra la universidad más importante de Venezuela. Cuando puedo venir a trabajar veo la suciedad y el deterioro y, a la vez, tengo que estar atenta a que no me vayan a atracar. Quisiera un milagro para que las autoridades universitarias y el gobierno se pusieran de acuerdo para rescatar el Alma Mater. A mí me duele la UCV. Quiero que la rescaten”, dijo una empleada, que prefirió mantener su nombre en anonimato.

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La Universidad Central de Venezuela posee 164,22 hectáreas de construcción y terrenos que alcanzan 202,53 hectáreas.

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