Opinión

Y llegamos a la ruta electoral, finalmente

La oposición no debería seleccionar un único candidato, previendo que se le aplique alguna inhabilitación como ocurrió en Barinas, sino escoger unas tres figuras por vía de los votos

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Recientemente los actores de oposición en Venezuela, nucleados en lo que se venía llamando el G-4, anunciaron varias decisiones que nos colocan en la ruta electoral de 2024. Muchos de estos dirigentes políticos han terminado por aceptar la realidad, se harán elecciones presidenciales teniendo a Nicolás Maduro en el poder, y además siendo éste el candidato del chavismo.

La tesis esgrimida por figuras de partidos como Voluntad Popular, de La Causa R o del propio Vente, de que no debían irse a las urnas mientras Maduro estuviese en Miraflores parece haberse diluido. Nadie quiere ponerla de nuevo sobre la mesa, peor aún nadie explica el cambio en la estrategia.

Mínimamente debería explicársele a los venezolanos el quid del asunto: qué cosas diferencian el momento actual de 2020 o 2021, cuando en general prevaleció la tesis de la abstención. Durante mucho tiempo fue una suerte de punto de honor. Los opositores sólo concurrirían a unas elecciones presidenciales si previamente el chavismo abandonaba el poder.

Sin el fuelle ni el respaldo internacional de años atrás, en Venezuela la oposición democrática ha terminado por aceptar los hechos: habrá comicios en 2024 y Maduro buscará la reelección. Y ahora han comenzado a prepararse para tal escenario.

Tras lo que analistas calificaron como “encerrona” en Panamá, los dirigentes de los partidos Voluntad Popular, Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo, que tras la exitosa elección parlamentaria de 2015 constituyeron el llamado G-4, optaron por diversificar la formación opositora, al elevarla a 10 (en su mayoría partidos minúsculos), y la gran decisión será realizar unas elecciones primarias a inicios de 2023 para escoger un candidato unitario que enfrente a Maduro en 2024.

Las presiones públicas y privadas de la Casa Blanca terminaron por surtir efecto. El gobierno de Joe Biden ha mantenido el reconocimiento de Juan Guaidó como principal referente opositor en Venezuela, pero le venía exigiendo que se diversificara la representación política que adversa al chavismo y que busca vías democráticas para lograr una transición en Venezuela.

En general creo que estos anuncios del G-4 fueron bien recibidos. Sin embargo, como es de esperar, también hay críticas y señalamientos desde el propio campo opositor, tras los anuncios que se conocieron el 16 de mayo, después de una reunión de tres días en la capital panameña.

Jesús Chúo Torrealba, quien fue secretario ejecutivo de la extinta Mesa de la Unidad Democrática (MUD), sostuvo que aún se necesita mayor pluralidad y diversidad en lo que ahora ha sido bautizado como Plataforma Democrática.

María Corina Machado, por su parte, planteó que no ve razones para esperar al 2023 y que la dirigencia opositora debería refundarse “cuanto antes”, escogiendo por elección a la persona que enfrente a Maduro en las elecciones presidenciales, que según el calendario del Consejo Nacional Electoral corresponden en 2024.

El agudo analista John Magdaleno ha puesto sobre la mesa otro asunto que debería considerarse. La oposición no debería seleccionar un único candidato, previendo que se le aplique alguna inhabilitación como ocurrió en Barinas, sino escoger unas tres figuras por vía de los votos.

En relación a lo que plantea MCM, algunos analistas creen que es correcto hacer las primarias a inicios de 2023, porque dará tiempo para que los partidos y la dirigencia política se reconecte con la ciudadanía, tras apostar a la abstención. La definición de que serán unas primarias abiertas, también permitirá identificar nuevos liderazgos.

Otro de los anuncios de la plataforma opositora fue el nombramiento del exdiputado Omar Barboza como secretario ejecutivo. El político, que fue presidente de la Asamblea Nacional elegida en el 2015, será el encargado de articular a una oposición claramente fraccionada. 

Coincido con lo que han planteado otras voces en relación con este tema. El gran reto para los referentes opositores –además de reconstituirse en una instancia unitaria- será rescatar la importancia del voto y reconectarse con la población.

De acuerdo con diversos sondeos de opinión, más del 75 por ciento de la población venezolana no quiere que el chavismo se prolongue en el tiempo, pero ese estado de descontento no logra ser encausado en este momento por los liderazgos opositores. El propio Guaidó sufre un serio desgaste en su valoración pública.

Maduro, entretanto, ya está en campaña y abiertamente anuncia que gobernará hasta 2030, dando como un hecho que será relecto en 2024.

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