Opinión

Y Rómulo resistió

"Rómulo resiste" es el reciente documental de Carlos Oteyza que muestra como este líder político logró un modelo democrático –imperfecto sin duda alguna- que rigió la vida nacional por cuatro décadas

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Se pone la pantalla en negro, al concluir el más reciente documental de Carlos Oteyza. El estado de ánimo que flota en el ambiente de la sala de cine es de una emocionada gratitud y admiración. Gracias a que Rómulo resistió, a que Betancourt fue un empecinado, gracias a eso en Venezuela pudimos disfrutar de un paréntesis democrático de cuatro décadas en una Venezuela signada por los gobiernos autoritarios.

“Rómulo Resiste” es el título de esta documentada producción, en la cual, tras otras tantas piezas audiovisuales de mucho valor para la memoria de este país, Oteyza nos presenta también –de forma inédita- la mirada personal del niño que fue, en aquella década bautismal de la democracia venezolana (1959-1964).

El acrónimo RR originalmente lo habían lanzado los detractores de Betancourt y significaba “Rómulo Renuncia”, el fundador de Acción Democrática y sus colaboradores en el partido terminaron dándole la vuelta al RR para resignificarlo como “Rómulo Resiste”, de allí proviene el título de este documental.

La combinación de entrevistas con actores de primera línea de aquellos años, el uso de los titulares de la prensa escrita de la época y la propia evocación de Oteyza sobre cómo vivió su niñez y cómo el tema político se introducía en su familia, se entretejen para que el público se sumerja de lleno en aquellos años. Unos años duros, sin duda alguna.

El Betancourt que contribuyó como actor de primera línea a establecer la democracia a partir de 1958, y esta es mi interpretación, era ya un veterano político que estaba expiando los errores suyos y de la AD que gobernó tras el derrocamiento de Medina Angarita en 1945.

El sectarismo y la excesiva ideologización de aquella abortada experiencia democrática fueron, entre otros tantos factores, germen para la dictadura militar que siguió. Betancourt no sólo vivió el fracaso de un proyecto político, cuando cae Rómulo Gallegos en 1948, sino que debió pagar un alto costo personal con su largo exilio de más o menos una década.

El Betancourt que regresa a Venezuela, tras la huida del dictador Marcos Pérez Jiménez, es el líder curtido que enfatiza el valor de las instituciones de la naciente democrática, que teniendo la capacidad de gobernar en solitario (al ser el candidato más votado) entiende que la hora nacional es la hora de los acuerdos para establecer las bases del modelo.

El documental nos aporta elementos que ayudan a entender la complejidad de aquel lustro. Betancourt estuvo ante varios frentes, cada uno representaba un serio desafío para su presidencia, y era claro que no sólo estaba en juego la permanencia de Rómulo en el poder, sino la propia supervivencia de la naciente democracia.

Por un lado, estaba la ilusa apuesta de los movimientos de izquierda, que inspirados y aupados por la Revolución Cubana trataron de torcer lo que era sin duda la voluntad popular. Tardíamente estos grupos insurgentes y levantados en armas contra el sistema democrático terminan por entender que la democracia y el valor del voto en Venezuela tenían un gran calado, incluso entre los campesinos más pobres.

Asimismo, Betancourt debió enfrentar atentados e intentos de golpe de Estado. Su archienemigo, el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, quería verlo muerto; sectores de las fuerzas armadas politizados, con posiciones tanto de izquierda como más de derecha, usaron las armas de la institución para mostrar su descontento.

A esto se sumaba un factor político, en las elecciones para escoger al primer presidente de la era democrática Betancourt fue electo claramente con el voto nacional, pero en Caracas el voto popular había favorecido al vicealmirante Wolfang Larrazábal, protagonista de la transición post-dictadura. Rómulo gobernaba el país, pero tenía a la capital de la República en contra.

El otro desafío, no menor y de orden económico, fue la necesidad de implementar un ajuste en las finanzas públicas para hacer frente a los entuertos, endeudamientos y compromisos que se habían heredado de la dictadura de Pérez Jiménez.

El documental de Oteyza se pasea, obviamente por otras muchas aristas de aquel período, una de ellas que no comentaré en extenso fue la suerte de rol de antagonista que tuvo Rómulo, como ejemplo de demócrata, para contraponerlo a Fidel Castro y su naciente también, pero inequívocamente autoritaria Revolución Cubana.

Por cierto, con documentos y testimonios de la época queda claro que Castro le tuvo el ojo puesto al petróleo venezolano, ya desde que accedió él al poder en 1959. Será cuando Hugo Chávez llegue al poder, cuatro décadas después, que se cumpla ese sueño castrista.

Y Rómulo resistió. Gracias a eso, a que el sistema político superó ese primer quinquenio, marcado incluso a fuego, es que podemos decir que en Venezuela hubo una vez un modelo democrático –imperfecto sin duda alguna- que rigió la vida nacional por cuatro décadas.

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