Opinión

2015, el año que viviremos peligrosamente

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Por si acaso, el título original es el de una película de 1983: “El año que vivimos peligrosamente” un clásico del cine de conflictos dirigido por el australiano Peter Weir y protagonizada por un joven Mel Gibson como reportero de guerra en Indonesia.

Pero como las conveniencias del calendario son sólo una excusa y las cosas no terminan ni comienzan con el cañonazo de año nuevo, ni con el ahogo de las 12 uvas del tiempo, sirva la inspiración del título cinematográfico para proyectar como seguirán las cosas en 2015.

En economía, algunos números son como síntomas de ciertas enfermedades, y su tendencia sirve para proyectar como estará el paciente en el futuro inmediato. También en el largo plazo. Si una persona cada vez que va a un laboratorio clínico verifica que su colesterol y triglicéridos no hacen más que aumentar a cada pinchazo, se la pasa bebiendo, fumando, comienzo grasas y no mueve un pie ni para ir a buscar una lata de cerveza en la nevera, no debería asombrase de que la pelona lo sorprenda con un infarto.

Si un país tiene una economía donde los precios no hacen sino subir cada día, el gobierno se queda sin plata, los ingresos del Estado están en picada, hay una fuerte escasez y los salarios no alcanzan, a nadie le debería sorprender que en los próximos meses las cosas empeoren. Sobre todo porque el gobierno no está haciendo absolutamente nada para atacar la inflación que, junto al desorden con el dólar, es la madre de todos los problemas que golpean el presupuesto familiar.

Es verdad que en los últimos días el gobierno nos ha bombardeado con una andanada de nuevas leyes económicas vía poderes especiales otorgados al presidente Nicolás Maduro. Pero ninguna hasta ahora ataca las causas sino sólo los síntomas de la peor crisis económica que vive este país en décadas.

Es como si una persona pretendiera escapar de un infarto, de la diabetes o de un ACV sin cambiar su dieta rica en malas grasas, dulces y alcohol, ni hacer un poco de ejercicio.

Cuando los numeritos nos alcanzan
La propia fuerza de los números y sus tendencias ya avisan que esto se pone peor y que ni siquiera hemos tocado fondo.

Este conflictivo 2014 termina en el calendario con una caída de casi 40% en los precios del petróleo respecto a los niveles de hace seis meses. Nada en el horizonte hace prever que habrá un repunte fuerte, por lo que de entrada será un año en el que Venezuela –que tiene una dependencia enfermiza con los petrodólares- recibirá muchos menos divisas.

Esta semana la cesta venezolana de crudos cerró en $61,92 por barril, al perder seis dólares respecto a la anterior. De modo que cerró noviembre en $70,17, muy por debajo de los $92,47 que promedió en el tercer trimestre del año.

En este 2014 tan enredado, la cesta ya va por $91,17, comparado con $98,08 el año pasado y los $103,42 de 2012.

Como sabemos, el petróleo surte 96 de cada 100 dólares por exportaciones que entran a este país. Y por cada dólar que cae el precio –cálculos de Pdvsa- Venezuela deja de recibir unos $700 millones. No es por atormentarlos con números, pero si las cosas siguen como van y el crudo se mantiene en torno a $70 en promedio el año que viene, Venezuela sufrirá un bajón adicional de ingresos de al menos 14.700 millones. Señores, eso es plata. Equivale a dos tercios de todas las reservas internacionales del país que por cierto hoy sólo cubren con suerte unos cinco meses de importaciones.

Cuando pasan cosas como estas, los efectos son inevitables. El primer impacto se siente en el llamado producto Interno Bruto (PIB) que es la suma de toda la riqueza en forma de bienes y servicios que produce una economía en un período determinado. Pues esa cantidad de riqueza caerá 1% en 2015 comparado con 2014, cuando ya ha caído en torno a 3%, según la CEPAL (Comisión Económica para América Latina, un organismo de Naciones Unidas).

“Según estimaciones del Banco Mundial, se espera que en 2015 el precio promedio de la energía (hidrocarburos, como el petróleo) se reduzca un 4,6%”, señala la Cepal en un informe de esta semana.

La cifra es inferior al desplome promedio de 17% de este año 2014, cuando la tendencia bajista se aceleró en el segundo semestre.

Economistas como los del banco de inversión Barclays prevén que la economía venezolana se hundirá 6,0% en 2015 y que el paralelo se dispare hasta Bs 200, que hayan fuertes devaluaciones disfrazadas a través del Sicad, porque el gobierno necesita más bolívares a cambio de sus escuálidos dólares.

Y algunas fuentes políticas indican que a finales de diciembre vendrá el inevitable aumento de la gasolina.

Según la CEPAL, Venezuela será el único país americano cuya economía no crecerá en 2015. Al menos en 2014 en este podio nos acompañó Argentina.

Cuando las economías no crecen generan menos empleos y los que generan son peor pagados. Trabajar por cuenta propia es un riesgo porque hay menos plata en manos de la gente y si hay más plata compra menos cosas. Las empresas tienen menos flujo de caja para contratar servicios, las familias tienen que pensarlo dos veces antes de ampliar la casa o comprar nuevos artefactos (si los consigue). Hay menos posibilidades de cambiar de trabajo, de invertir, de hacer rendir la plata, de estudiar. Crece la zozobra y el desempleo y con ello la criminalidad.

Para la gente común todo esto tiene un reflejo inmediato. Como en esos ejercicios de unir los puntos para sacar a la luz un dibujo escondido en un papel, se trata de sumar dos más dos y multiplicar cuatro por cuatro para revelar que las cosas vienen peor para el bolsillo, no importa que el gobierno diga lo contrario.

Muy pocas veces en la historia un gobernante se atreve a admitir que el pueblo tiene que estar preparado para ofrecer “sangre, sudor y lágrimas” como lo dijo una vez Churchill.

Sin ponernos dramáticos, hay que adaptarse, pues ni las economías ni las sociedades desaparecen sino que se transforman, aquí van algunas recomendaciones generales para no empaparse por completo en esta tormenta:

Aproveche mientras pueda los pocos accesos que quedan a dólares vendidos por el Gobierno con subsidios, como el cupo electrónico, o el de viajero y Sicad (intente irse aunque sea a una isla del Caribe a comprar medicinas o ropa con lo que alcance, que siempre será todo más barato que en Venezuela, donde la creciente especulación ya le ha dado por calcular las cosas con el valor de reposición de Bs 200 por dólar negro.

Tenga al día sus papeles, pagos de Impuesto Sobre la Renta, registros, sucesiones, constancias de trabajo y residencia, y mantenga limpia su reputación crediticia. O sea, siempre pague bien y a tiempo.

– Tramite créditos bancarios, tarjetas de crédito (o trate de subir su nivel de crédito) y todo lo que pueda aprovechar. Resulta que después de la gasolina y el dólar, en Venezuela lo más barato es el costo del dinero (es decir las tasas de interés). Con una inflación que rondará el 100% en 2015 es muy buen negocio financiarse responsablemente en bolívares a las tasas reguladas del 24 al 29%. (sería muy difícil que el Gobierno aumente esas tasas sin crear problemas para el sistema financiero público y privado).

– No se desespere comprando cosas que no necesite o no vaya a usar. Aunque las mercancías importadas van a seguir poniéndose más caras, no hay que caer en el desespero. Sea consciente en el uso del dinero.

– Trate de no vender ahora cosas con alto componente importado, como carros, motos, repuestos, bicicletas y electrónicos, a menos que sea absolutamente necesario o sea para invertir en algo más valioso o con más revalorización. Y si tiene que vender no lo haga fiado ni por cuotas, porque perderá dinero.

– Trate sí de comprar a crédito o por cuotas. Los bancos están financiando hasta 60 meses, cuando termine de pagar le parecerá ridícula la cuota financiada.

– Si le queda una platica o puede hacer una vaca entre familiares y amigos invierta en mejorar su vivienda o comprar aunque sea algo pequeño. De esta manera amortiguará el impacto de las alzas de precio. Las propiedades se revalorizan muy rápido en economías inflacionarias.

– Evite el desespero para no caer en manos de especuladores, estafadores o en simples malos negocios.

– Asesórese bien, saque las cuentas, actúe con cabeza fría a la hora de invertir y de gastar. Piense en su familia, en usted, en el país…recuerde que después de todo, “La Economía es un asunto personal”.

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