Venezuela

RCTV no se olvida

Una década ha transcurrido desde que salió del aire en señal abierta. Sin embargo, sigue vivo en la memoria de muchos. No importa que se hayan criado frente a la pantalla del canal dos o que lo apoyen por el deseo de tener una televisión nacional de mejor calidad

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Terminó el Himno Nacional y la pantalla se fue a negro. Diez segundos de incredulidad. El televisor sin nada confirmaba una amenaza proferida cinco meses antes y a la que no se le dio crédito hasta que se materializó: RCTV no ocupó más la señal del canal dos. Han transcurrido 3.650 días desde entonces y el recuerdo de esa noche todavía agua los ojos y eriza los pelos del cuerpo. La empresa, aunque fuera del aire, no es una entelequia. 53 años de historia no se borran de plumazo. Su sola memoria sigue siendo razón para protestar.
Marlene Bolívar desempolvó la gorra que utilizó en las marchas de hace diez años. “Un amigo es para siempre”, dice justo debajo del logo del canal de sus amores. En ese momento aparecen sobre la tarima de la plaza Alfredo Sadel, Camila Canabal y Nelson Bustamante. Es inevitable. Marlene no tuvo de otra que llorar, mientras recordaba a Nelson cumpliendo sueños y a Camila junto a Winston Vallenilla animando Aprieta y Gana cada jueves. “Qué bonito. Ese era el canal que veíamos. Tengo 60 años y crecí viendo todos sus programas. Todas sus novelas”. El día del cierre ella llegó a la sede del canal en Quinta Crespo a manifestar su apoyo. Una década después sigue en lo mismo. Está convencida de que si RCTV regresa a las pantallas será un motivo de alegría, para los que lo recuerdan y para los más jóvenes que no tuvieron la oportunidad de crecer viendo sus comiquitas.
“La gente siempre sintió cariño por ese canal. Era un ícono de Venezuela. Recuerdo que esa noche lloré y después toqué cacerolas. Si cae este gobierno me imaginó que volverá la señal”, se esperanza Mariana Echeverría. Asistió a la marcha convocada por la libertad de expresión en compañía de su hija Oriana, de 15 años. Cinco años tenía ella ese 27 de mayo de 2007; pero aún recuerda que cada lunes a las ocho de la noche había que reunirse frente a la TV a mirar Radio Rochela.
Oriana no es la única que evoca el entretenimiento de los lunes. Aries Cortés tenía 11 años cuando la televisora salió del aire. Desde temprano ocupaba un lugar en la plaza Juan Pablo II de Chacao –uno de los puntos de concentración de la oposición–. Es estudiante de Teatro así que sabe mucho de la falta que hace el canal y sus producciones. De la televisora dice que tiene flashbacks. Además de la Rochela rememora Quién Quiere Ser Millonario y Mi Gorda Bella. “Aunque no lo recuerdo mucho sí me afectó que saliera del aire. Formaba parte de nuestra cultura. Era un espacio donde la gente podía expresarse. Era un canal que tenía de todo: entretenimiento, información, opinión. Me gustaría que mi hermanito y yo tuviéramos la oportunidad de disfrutar eso, como lo hicieron nuestros padres”.
Valeria y Oriana Fernández, de 21 y 24 años respectivamente, a la hora de recordar empiezan a cantar. “Tú cuentas conmigo, como siempre. Estamos en tu corazón”. Para ellas el canal es parte de la idiosincrasia del venezolano, aunque hace ya bastante tiempo que está fuera de las grillas de programación. “Yo creo que es así por la forma en que salió del aire. Fue fuerte ver cómo la pantalla se ponía toda negra”, afirma Valeria.
Señal irremplazable

RCTV es una añoranza, el recuerdo de tiempos mejores, de una Venezuela próspera y de una televisión nacional de alta factura. Con su salida del aire la señal del canal dos desapareció de muchos televisores. Esta vez no por decisión de un Gobierno que se negó a renovar una concesión. Fue un ejercicio consciente de elección. Elizabetta Farinola dice que no ve TVes ni siquiera porque tiene un cuñado que actúa en sus producciones.
“¡Jamás!” es la respuesta general a la interrogante de si alguna vez alguien ha vuelto a detener su televisor en la señal del canal dos. Ni siquiera por curiosidad.
RCTV aún es ícono de la libertad de expresión. Claudia Ogly asegura que ella no era seguidora de la planta, pero aun así asistió por lo que considera un bloqueo a sus derechos: “Creo que es una cuestión de elección. De no cercenar opciones. Atacar un medio de comunicación es el principio del fin de la libertad. No importa su tendencia editorial. Yo tengo que poder escuchar muchas opiniones y en función de todo eso formarme la mía”.
Quienes asistieron este sábado a manifestar sueñan con volver a sentarse un mediodía a ver El Observador, o un miércoles a las 8:00 pm competir desde el sofá de las casas respondiendo las preguntas del doctor Eladio en Quién Quiere Ser Millonario. Ver surgir al nuevo ídolo latinoamericano en alguna versión criolla de American Idol y recorrer la geografía nacional con Valentina Quintero y su Bitácora. La esperanza no se pierde.
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