Venezuela

Así se vivió la agonía y dolor de este sábado con entierro de Agostini y Díaz Pimentel

Esta semana pareciera interminable luego del operativo del 15 de enero que acabó con la vida del ex funcionario del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), Óscar Pérez y de sus compañeros Jose Alejandro Diaz Pimentel, Abraham Agostini, Daniel Soto, Abraham y Jairo Lugo, así como la de Lisbeth Andreína Ramírez. 

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Foto: EFE/Miguel Gutiérrez/Archivo

Hasta este sábado, habían transcurrido más de 120 horas para que seis familias tuvieran ya a sus deudos enterrados. Pero como todo en este caso, la opacidad reinó. 

Los familiares, que desde el martes hasta el viernes pasaban más de 12 horas en la Morgue de Bello Monte esperando que se les entregaran los cuerpos sin obtener respuestas, recibieron una llamada a primeras horas de la mañana del 20 de enero. 

Pero no todas las familias. Solo la de Díaz Pimentel y Abraham Agostini. 

«Vengan. Les tenemos información», fue lo que les dijeron sin ofrecer más detalles. 

Ambas familias se fueron hasta la medicatura forense y se comunicaron con los deudos de Pérez, pero a los allegados del exinspector no los habían llamado. 

La hermana de Agostini, María Virginia y la prima de Díaz Pimentel, Luisana, llegaron a las instalaciones y les permitieron el ingreso. Allí les dijeron que el gobierno se haría cargo de todo, cosa a la que ellas se negaron. Dentro de la Morgue también les notificaron que no habría velorio tampoco y que debían ir al cementerio a «firmar» unos papeles. 

Bajo engaño, las hicieron abordar en una camioneta de los servicios forenses, les quitaron los teléfonos y las trasladaron directo a la zona 28B del Cementerio del Este. En el lugar, y luego de exigir que les devolvieran sus teléfonos, pudieron comunicarse con el resto de sus familiares para informales que los suyos serían enterrados. Así. Porque sí. 

Mientras, la familia de Pérez no tuvo oportunidad de ingresar a la Morgue porque justo cuando llegaban a Bello Monte, les comunicaron lo que había pasado. 

La entrada al camposanto estaba militarizada y al llegar a la zona 28B, donde serían inhumados los cuerpos de Agostini y Díaz Pimentel, un piquete de la Guardia Nacional obstaculizaba el paso. Al lugar llegaron los familiares de ambos occisos para acompañarlos en su último adiós, pero los efectivos castrenses evitaban que más personas pudieran ir a las fosas, mientras los familiares gritaban y exigían que les respetarán el derecho de «despedirse».

«Espero órdenes superiores», dijo el funcionario que estaba a cargo.

Mientras el tiempo pasaba, contingentes en moto llegaban para unirse al piquete, mientras que la madre e hija de Díaz Pimentel lloraban desconsoladas. 

Arriba, solo tres personas estaban para ver las urnas antes de ser inhumadas: María Virginia Ceila, la madre de Agostini, y Luisana, familiar de Díaz Pimentel. 

Ellas, militares y dos personas, una con una cámara fotográfica y otra con una de video, similar a la que usan los medios de comunicación y que se encargaron de documentar el momento, incluso hasta cuando abrieron la urna de Agostini. 

De vuelta en el piquete, el funcionario a cargo informaba que solo la madre de Díaz Pimentel podía pasar. Ella, lloraba desconsolada. Una señora que a duras penas podía mantenerse en pie sola, al tiempo que otras personas, demás familiares y los medios de comunicación llegaban al lugar.

Luisana tuvo que bajar hasta el piquete para buscar a su tía y su sobrina y para que ellas pasaran, hubo un forcejeo con el piquete. También pasaron dos hermanas de Agostini. 

Los presentes, con banderas y pancartas, coreaban los nombres de los sublevados contra el gobierno y entonaban el Himno Nacional. Unos intentaban dialogar con los efectivos que formaban el piquete, muchos lloraban apoyados en los escudos que portaban, mientras éstos volteaban la cara o mantenían la mirada en el horizonte, al tiempo que otros lanzaban improperios. 

«No nos griten. Pasará un Pastor», dijo un militar a las personas presentes. 

Minutos después entraron los familiares de Pérez y así como entraron, salieron. Al rato se confirmaban los rumores: el cuerpo de Óscar Pérez no se encontraba en el cementerio, por lo que dirigieron nuevamente a Bello Monte.

Los otros hijos de Díaz Pimentel, de 6 y 13 años llegaron, aunque no al mismo tiempo, para decirle adiós a su padre. 

El menor, a quien tuvieron que alzarlo frente al piquete para que los superiores de los soldados dejara que entrara, dejó dibujos sobre la tumba. El héroe de cómics «Thor» con un escrito: «Te quiero muchísimo papito. Dios te cuide». 

Luego se lo llevaron. Su madre, Dayana Santana, tiene más de seis meses presa en El Helicoide, sede de la Policía Política del gobierno. 

En el piquete, las personas seguían llegando para manifestar su rechazo a lo que la diputada Delsa Solórzano calificó de «secuestro de los cuerpos», una decisión que les indicaron a los familiares, se tomó por «medidas sanitarias» por el grado de descomposición de los cadáveres. 

Impidieron la entrada de un camión del cementerio, así como la salida del lugar de un vehículo oficial, el cual tuvo que retroceder. Otros presentes le criticaban a la Guardia no poder ir a visitar a sus deudos. 

Una señora relataba que, desde hace 6 años, va todos los domingos, «y este sábado mi esposo cumple un nuevo año de haber fallecido». 

Luego de que las familias de Díaz Pimentel y Agostini bajaron, las personas forcejearon con el piquete y en cuestión de minutos éstos se abrieron y retiraron del lugar. También los que custodiaban la entrada del Cementerio. Los que esperaban frente a los soldados, subieron corriendo hasta el lugar donde fueron enterrados y las familias se devolvieron. 

El hijo de 13 años de Díaz Pimentel llegó escoltado por su hermana mayor. Ambos se dejaron caer al lado de la tumba para llorar a su padre. En 2015 perdieron a su madre por causa de una enfermedad renal, ya que no pudo conseguir medicamentos para sanar. 

Su abuela los abrazaba. Los tres no contenían las lágrimas, que eran aún más palpables durante un minuto de silencio que se hizo en honor de Díaz Pimentel y Agostini. 

Rezaron, gritaron consignas, rechazaron el diálogo, llamaron a la calle y hasta pidieron disculpas por no haber apoyado a las familias en la morgue. Tras casi una hora, se fueron retirando. 

Sobre las tumbas con la tierra aún fresca, uno de los presentes tomó un puñado y juró que no abandonarían la calle. Coronas de flores iguales reposaban en los sepulcros de ambos, separados por un espacio vacío.

De Pérez no se sabía nada. 

Sus familiares en la Morgue estaban a la espera, pasadas las 2:00 PM, ya había confirmación de que el cuerpo continuaba en las instalaciones. ¿La razón? «Los familiares no atendieron la llamada. Y se necesitaba el familiar que reconoció el cuerpo para trasladarlo», les dijeron.  Tras casi 10 horas de espera, nunca se lo entregaron. 

En el ínterin, personas que acudían a una concentración en Parque Cristal, al este de la capital, decidieron irse hasta la medicatura forense. Eso generó un enfrentamiento con la Guardia Nacional en Bello Monte y el reforzamiento de todos los piquetes en la zona. 

A la familia le decían que la presencia de las personas «entorpecía» la entrega, misma que nunca se dio durante el 20 de enero. 

Según Solórzano, manejaban información extraoficial de que querían cremar el cuerpo. 

El piquete que impedía el acceso a la morgue era reforzado cada hora con más funcionarios militares y policiales. 

Mientras se esperaba, las personas se enteraban que los cuerpos de Lisbeth Andreína, Los hermanos Lugo y Soto eran trasladados a Táchira y Zulia en aviones militares. Durante el viaje, les quitaron los teléfonos a los familiares. 

En las dos entidades fueron enterrados. 

Los seis fueron sepultados sin respetar las decisiones de las familias ni el culto religioso. 

Aproximadamente a las 10:00 PM, la familia de Pérez se retiraba nuevamente de las instalaciones forenses. Y de nuevo, se agregaba un elemento más a esta historia que por mucho, pareciera de película. 

En la sede de Bello Monte apareció el papá de Óscar Pérez, Óscar Reyes, quien, según relató la madre del ex funcionario en un vídeo difundido en redes sociales, nunca reconoció a su hijo. 

Por medio de dos videos, la madre exige que el cuerpo le sea entregado a la tía de Pérez, que fue quien hizo el reconocimiento. Pedía además, que permitieran que el cuerpo lo sacaran del país para enterarlo donde estaba ella y los hijos de Pérez. 

¿Qué papel jugará el papá de Pérez en esta historia y por qué apareció- y se retiró-en horas de la noche de este sábado en la morgue, tras cinco días sin hacerlo? ¿Para qué? 

Otra interrogante que queda en el aire es, ¿por qué el gobierno decidió dejar solo a Pérez, líder del grupo, y reconocerle ese mismo liderazgo? 

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