Economía

A riesgo de cualquier acusación "tradicional"… de "neoliberal"

Rodrigo Cabezas escribió una “Carta al Compañero Presidente Nicolás Maduro”, y la publicó con cinco entrevistas bajo el título de “Renovar el Socialismo Venezolano”. Interesa examinarlas tanto como los libros de Jorge Giordani, porque ambos acompañaron al Presidente Chávez en años de abundancia.

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Del currículum que acompaña su folleto, destacan la vinculación de Cabezas con la Escuela de Economía de LUZ desde 1983 y con el Poder Legislativo desde 1989, su paso por el Ministerio de Finanzas en 2007, y su actual participación en la Dirección Nacional del PSUV y en el Consejo Nacional de Economía Productiva.

De sus “Seis ideas y una esperanza para salir de la crisis” destaquemos “la necesidad de ir hacia la búsqueda de las causas y no de establecer culpables” y de “superar la idea que el socialismo es estatista, que niega la propiedad privada y el mercado”; su preocupación porque “la emisión de dinero inorgánico ha impactado la inflación” y porque se financie una “empresa no sustentable, [porque] cualquier empresa del Estado tiene que caminar con pie propio”; la imposibilidad de “ir al desarrollo sin industrializarnos” y el requerimiento de financiar “el objetivo industrializador” utilizando “el Petróleo (Plan de Siembra Petrolera)”, un “nuevo arreglo jurídico económico de atracción a la inversión extranjera directa” (no detallado) y “un sistema cambiario competitivo para la industria exportadora”.

Partiendo de la “aceptación universal en Venezuela del colapso del capitalismo rentístico petrolero y el viraje hacia una economía productiva, sin dejar de ser un país productor de petróleo”, solicitó al Presidente que “lidere usted estos cambios desde la base económica” y le advirtió a todos que, sin revolución, “no hay otro camino, lo único que tiene la derecha para ofrecer es neoliberalismo”.

Y, sin embargo, al escribir el ex ministro se sintió obligado a aclarar que lo hizo “a riesgo de cualquier acusación ‘tradicional’ de reformista, ‘neoliberal’ o cualquier otro epíteto”, colocando en su abono políticas a favor de la propiedad privada en la URSS de 1921, China y Vietnam desde los 80 del siglo XX y la Cuba del último año. Tomando como ejemplo la reciente devaluación de la moneda china “para corregir efectos negativos en su balanza comercial por la ralentización de sus exportaciones industriales”, afirmó que “a nadie se le ocurrió [acusar a los miembros del Gobierno de la República Popular China] de ‘neoliberales’ o actuar contrario al interés de su nación”.

El ex ministro reconoce que le “ha parecido increíble, y penoso, que haya equipos asesorando al Ejecutivo Nacional afirmando que es ‘una falacia que la emisión de dinero sin respaldo genere inflación’; lo contrario, lo aprende en su primer año cualquier estudiante de economía en China, Cuba, Rusia, Alemania, Inglaterra, Chile o Venezuela. Esa no es una verdad ‘capitalista’ o socialista, es una constatación histórica del desenvolvimiento de la economía mundial”.

El ex ministro se lamenta: “a usted, señor Presidente, han debido alertarle de las dificultades económicas que se agravarían por las medidas adoptadas desde el BCV _junto al silencio del Gabinete Económico_ que sólo recomendó y aplicó medidas de tipo administrativas y penales, que abordaban las consecuencias y no la raíz del problema”.

Y, sin embargo, sobre la raíz del problema sólo hay una frase, recogida en marzo de 2016 por el periodista Arturo Cano de La Jornada de México: el ex Ministro confesó que “lo que sucedió es que el ingreso petrolero de 2004 a 2012 (precios muy altos) nos nubló la mirada”. Aparentemente, también se nublaron sus recuerdos.

“Por respeto a mis estudiantes y a mi profesión de economista”, dijo a periodista Heilet Morales temer que el déficit fiscal pudiera “volver a estar por encima de 13 puntos del PIB en 2016”, lo que constituiría una “alarma inflacionaria que debe corregirse”, pero no se refirió en su compendio a su propuesta de reforma de la Ley del BCV en 2005 (que permitió crear el FONDEN), ni a su personal interpretación del “espíritu del legislador” impuesta a un Directorio débil en el BCV (en declaración hecha a la periodista Mayela Armas), ni a su propuesta de “reforma monetaria” (que dio pie a la reconversión monetaria, de la cual no volvió a hablar aunque hoy el billete de mayor denominación siga siendo el de 2008), ni a haber repetido «un millón de veces [que] no vamos a devaluar porque esta economía no requiere» una devaluación, ni a haber negado que pudiese ocurrir un «apocalipsis» como aseguraban ciertos «economistas de derecha».

En 2006 José Guerra, Orlando Ochoa, Jesús Rojas y Oscar García presentaron varios recursos ante el TSJ contra la Ley que impulsó Cabezas. En una de sus negativas, Luisa Estella Morales desechó el temor de los demandantes al “inicio de un proceso de deterioro macroeconómico gradual y sostenido [que] se reflejará en el ya presente y dañino proceso inflacionario” argumentando que “no se alegó ni probó un daño actual y cierto en la estabilidad monetaria de la República, ya que los actores afirmaron que los mismos son eventuales y se encuentran contenidos o mitigados por circunstancias del mercado petrolero o medidas de policía”. Hoy a Cabezas le preocupan “medidas de tipo administrativas y penales, que abordaban las consecuencias y no la raíz del problema”.

Hoy reconoce que “debimos empezar el giro hace diez años”. Pero ya es tarde. Y hoy como entonces, es irrelevante quién llame neoliberal (o de derecha) a quién.

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