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A Venezuela se le olvidó batear

El núcleo del poder no terminó de explotar. La unión de José Altuve, Carlos González, Miguel Cabrera y Víctor Martínez ha tenido la pólvora mojada. La buena calidad de los pitchers contrarios agudiza el slump, que no fue vaticinado en la teoría. Al igual que en el tropiezo con Estados Unidos, los criollos no lograron castigar a los brazos de República Dominicana. Ahora la única oportunidad de trascender es encomendarse a la gloria de un milagro

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Texto: Andriw Sánchez Ruis (@AnSanchezRu) / Foto: AP

Nadie puede decir que Venezuela no pasó la página de la primera fase. Lo hizo de una manera tan radical que sus brazos se adecentaron, pero la ofensiva fue dejada en Jalisco. De nuevo el poco equilibrio de los fundamentos básicos pasó factura. Son apenas dos carreras en 18.0 innings en San Diego. La única forma que un equipo logre dos victorias con tal producción es que tenga un staff de brazos superdotados o que atraviese por un momento tremendo. Ninguno de los dos casos encaja en el perfil tricolor.

La pérdida de los batazos y de las reacciones en las postrimerías pueden tener una explicación: Estados Unidos y República Dominicana están llenos de relevistas consolidados en las mayores. Son dos novenas con un bullpen incomparable al mostrado por Italia o México en la etapa inicial. Los criollos se toparon con escopeteros tan capacitados como ellos lo están de hacerle daño a cualquier serpentinero que no tenga el máximo nivel.

Si la derrota contra los estadounidenses fue un abreboca, el revés de la madrugada de este viernes ante Quisqueya (3-0) es el plato fuerte. Nunca la selección nacional había sido blanqueada en un Clásico Mundial. Del suceso se encargó Edinson Vólquez -abridor de los Marlins de Miami que brilló con los Reales de Kansas City- y los relevistas Fernando Abad, Hansel Robles, Dellin Betances, Álex Colomé y Jeurys Familia, estos tres últimos de los mejores apagafuegos que existen en el beisbol actual.

Venezuela no pudo decodificar los envíos de los seis abridores que ha enfrentado en el certamen. De hecho, solo ha pisado el plato en cinco oportunidades en 28.0 capítulos versus los iniciadores contrarios. Si eso se aúna a la calidad de los relevistas que hacen vida en el Pool F no se puede esperar una masiva producción. Además, el núcleo ofensivo con el que cuenta el manager Omar Vizquel ha tenido la pólvora mojada.

José Altuve, Miguel Cabrera, Carlos González y Víctor Martínez –los que estaban llamados a traer las carreras- colectivamente batean de 83-20 (.241 de average), más cuatro extrabases, una cifra bastante baja.

Si se desglosa el cuarteto se puede ver qué CarGo no ha estado tan mal (21-7), pero ha carecido de las conexiones a los callejones que lo caracterizan. Es un caso similar al de Altuve (22-6). Mientras que la pareja de los Tigres de Detroit, Miggy y V-Mart, que tanto ha inoculado el temor en la Liga Americana, tienen de 40-7 (.175), con dos vuelacercas. De ellos se esperaba mucho más.

Hasta el propio Vizquel no perdió las esperanzas con Martínez al dejarlo como designado frente a Dominicana, lo que obligó a correr a Altuve a la antesala para darle oportunidad a Rougned Odor –el bate más peligroso que ha tenido el combinado- como camarero. De nada sirvió el movimiento. Tal vez uno de los dos juegos anteriores, en los que no pegó imparables, le hubiera caído bien como descanso al ambidiestro, sobre todo en estas fechas primaverales.

Es absurdo decir que ninguno de los hombres que se para en el plato con un bate en la mano y con el nombre de Venezuela en el pecho, no sienten algo por los colores que representan. Ellos no están con sus organizaciones en los Spring Training, lo que le garantiza el dinero en el banco y una vejez tranquila. No. Cada uno arriesga el cuerpo, así como lo hicieron Salvador Pérez, Robert Suárez, Martín Prado y Silvino Bracho, quienes ahora deberán perder algunos días –en el caso de Suárez podrían ser meses- para seguir con sus carreras.

El slump colectivo es una verdad que se une a lo bien que le cae el Petco Park a los brazos grandeliga. Eso también benefició a Venezuela. Allí están los casos de Félix Hernández y Jhoulys Chacín, quien le permitió una sola rayita a la súper ofensiva del Platáno Power.

A punta de rectas –algunas que llegaron a estar a 94 millas- y sliders, el derecho de los Padres de San Diego le dio una muestra a sus nuevos fanáticos de lo que puede ser esta temporada. 4.1 capítulos y tres imparables aceptados, es una salida de calidad para lo que pide el Clásico.

No obstante, no logró escaparse de uno de los males que le ha caído a la tricolor: la vulnerabilidad ante los cuadrangulares. Le puso una recta en la parte interna y baja de la zona de strike al zurdo Gregory Polanco, bateador que dio siete de sus 22 bambinazos al ver un pitcheo ubicado en las adyacencias. Fue el único pecado de Chacín.

Es mucho lo que Vizquel le ha pedido a la juventud en el bullpen, pero la mayoría ha respondido al reto, por lo menos en la segunda fase. Jhondaniel Medina y José Alvarado sacaron el out que debían; Gregory Infante tuvo problemas pero sobre vivió y José Castillo trató de hacer más amplia su compilación de proezas en el torneo. Casi lo logra. Puso a Robinson Canó en dos strikes y le tiró una slider engañosa y lejana a su humanidad, pero el dominicano sacó un sencillo. Indudablemente, es de los mejores bateadores en el beisbol.

Cuánta razón tuvo Vizquel cuando dijo en la rueda de prensa tras la derrota ante Estados Unidos, que “cada vez que se levanta la bola, contra estos hombres, la vamos a pagar”. La frase también fue recordada cuando Nelson Cruz le sacó la bola a Arcenio León en el noveno acto. Ya son 13 estacazos permitidos por Venezuela en lo que va de Clásico y cuatro han sido en el Petco.

El amanecer de este viernes alumbra a una tricolor moribunda. Un acto milagroso pareciera ser la única esperanza para continuar con vida. Son muchas cosas en contra. Ligar que Estados Unidos venza a Puerto Rico, esperar un empate triple en el segundo puesto del grupo, hacerle una buena cantidad de carreras a los boricuas en el último encuentro y que Cabrera se recupere de los dolores en la espalda baja que lo sacaron del careo contra quisqueyanos.

La herida es profunda y el pronóstico reservado.

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