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Caso Peñaranda: ¿debe ser el futbolista un ejemplo para la sociedad?

¿Debe el futbolista pregonar con sus asuntos personales una vida ejemplar? Yo creo que sí. De inicio digo tajantemente: lo que hizo Peñaranda no está bien

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“No debería ser, pero lo es”. Mauricio Pochettino

Fui invitado por Caracas FC a dar una charla sobre comunicación y uso de redes sociales a los chamos de las categorías formativas a través de la plataforma Zoom. Creí propicio el momento para abordar una serie de aspectos que, considero, son necesarios para los futbolistas en edades de aprendizaje, aspectos que van más allá de lo futbolístico.

Hablamos de muchos tópicos. Por espacio de dos horas conversamos, acompañado con los distintos técnicos de las categorías menores. Fue una charla muy productiva, en la que acordamos que todos comenzaríamos a leer El Principito de Saint – Exupéry como primer paso para impulsar el hábito de la lectura, muy oportuno sobre todo en estos días cuando el confinamiento amplía el ocio personal.

Apenas cerré la sesión de Zoom, encontré que las redes sociales estaban inundadas con el video (muy íntimo) de Adalberto Peñaranda. De inmediato sentí que todo lo que intentas hacer, lo que intentas fomentar, parece en vano. Y aclaro que no soy ejemplo de nada, pero considero que desde mi posición de comunicador, es mi responsabilidad fomentar la buena ciudadanía, no solo a los futbolistas, sino a cualquiera que me escuche, me vea o me lea. Es uno de mis propósitos de vida.

¿Aramos entonces en el mar? No sé, pero sí puedo asegurar que aunque la corriente esté en contra, hay que seguir remando. Y en esta lucha nace el debate: ¿debe el futbolista pregonar con sus asuntos personales una vida ejemplar? Yo creo que sí.

De inicio, lo digo tajantemente: lo que hizo Peñaranda no está bien. Así hubiera sido la estrella del Watford durante toda la temporada y hubiera marcado 29 goles. Haz lo que quieras hacer contra lo que se pueda considerar “moral y buenas costumbres” en tu intimidad, sin revelarla ni perjudicar a los demás.  ¿Cómo vamos a decir “no me importa lo que haga Peñaranda con su vida personal, lo malo está en que lo hace sin rendir en su profesión”?

Debemos comenzar por considerar que el futbolista es una figura pública y que además, representa los colores que viste y cuya firma aparece en un contrato que lo vincula con ése club. Por lo tanto, es imagen de ése equipo. Lo que haces para bien, repercute en la buena cara de la institución; lo que haces para mal, la perjudica. Y no solo para quien trabajas, para ti mismo y tu entorno.

Salvando las distancias de la gravedad del caso, una situación que sirve de ejemplo para demostrar que lo que se hace mal fuera de la cancha puede implicar de forma determinante en tu carrera es la del brasileño Bruno, el ex arquero e ídolo del Flamengo.

Bruno fue expulsado del equipo tras haber sido el cerebro de un feminicidio. La libertad que recobró tras estar preso no ha sido total: ha tratado de vincularse a un nuevo club – derecho que tiene por haber recuperado su vida social tras haber cumplido la interdicción civil- y, si bien varios directivos han querido ficharlo, los patrocinantes de esos clubes amenazan con finiquitar sus contratos. Lo que a veces haces mal, tiene consecuencias perennes.

Ser futbolista implica una responsabilidad tremenda, que abarca hasta la familia. Recientemente, la esposa del mediocampista serbio Aleksandar Katai emitió mensajes racistas en sus redes sociales, en plena efervescencia del conflicto sobre el asesinato de George Floyd. El club del jugador, Los Ángeles Galaxy, tuvo que rescindir el contrato del mediocampista con razones muy válidas. La imagen de la organización estaba amenazada. Por eso, alcanzar altos niveles en la carrera deportiva también implica una responsabilidad mucho mayor. Así como puedes llegar a la cúspide, puedes caer al vacío en apenas segundos.

Hay más. Paulo César Autuori, entrenador del Botafogo brasileño, reveló que el ecuatoriano Gabriel Cortéz no seguirá en su equipo. «Salió en las redes sociales un live de él (Gabriel Cortez) que no tiene propósito. Esa responsabilidad es mía y yo la asumo. Le llamé y le informé que no estaría más dentro de los planes de Botafogo», dijo el DT a Globoesporte. “Esa es responsabilidad es mía y la asumo”, dice Autuori. Un entrenador de dilatada trayectoria, sabe que es responsable también de que sus profesionales no actúen adecuadamente fuera del campo. Hasta ahí llega el nivel de importancia de lo que hace o deja de hacer un futbolista.

¿Qué pasó con Cortez? El futbolista publicó un video en su cuenta de Instagram en el que aparecería bebiendo cerveza. También dijo que Flamengo, rival de Botafogo, es el club más importante de Brasil. “Le dije que no le podría dar la oportunidad que él necesita y que precisaría buscar otro lugar para jugar. Le dejé claro el por qué. Se lo comuniqué al grupo también. Respeté las tres cosas que siempre digo: momento, persona y lugar”, explicó el técnico a los medios de comunicación. Respeto por el grupo. Respeto por la profesión.

Ahí está el nivel de responsabilidad que tiene el futbolista con lo que hace y deja de hacer. Además de la educación en casa y en la escuela, es preciso y urgente que los clubes atiendan como punto vital, la formación en valores, no solo a las categorías menores, sino de toda la institución.

No es que los jugadores puedan hacer lo que quieran con su vida privada. Es que deben asumir, quieran o no, que la sociedad los imita, que los niños los imitan. Y no solo el club, también la familia, las parejas, los agentes, sus agencias de representación deben ser fomentadores del buen hacer. Hay que ayudarlos, más que condenarlos. Hacerles entender que pisotear los valores les perjudica como profesionales, a su entorno y, de paso, a quienes le tienen como referente.

En una entrevista para el diario El País de España, el técnico argentino Mauricio Pochettino aseguró que el futbolista no debería ser un ejemplo para la sociedad, pero lo hace la repercusión mediática. Guste o no, “lo que hace un jugador tiene una trascendencia con unos niveles que superan lo normal”, dijo. “Todo lo que hace con actos y palabras repercute”.

¿Puede estar orgulloso Peñaranda de todo el revuelo que levantó ése video? Todos sabemos que no.

El fútbol no es la escuela. El fútbol no es la iglesia. El fútbol no es un seminario. Hoy es más que eso, créalo.

El futbolista debe respetar su profesión. Respeta a tu país. Respeta a tus colegas.

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