Cultura

Alfredo Escalante y la poésika del rock

Este 27 de enero murió a sus 73 años el llamado “duende azul”, uno de los locutores más emblemáticos de la radio venezolana. Entregado al rock, fue testigo y protagonista de grandes momentos de “la movida” nacional.

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A Alfredo Escalante le gustaba hacer daño. Su labor contracultural la asumió desde muy joven, guiado por su hermano mayor Cappy Donzella (Santos Calixto Escalante), el primer hippie venezolano. Metido de lleno en la cultura rock, desde los años 60 se empapó de los sonidos que supuraban las guitarras internacionales. Su viaje a Italia y varias ciudades de Europa en 1964 lo pusieron en contacto con cosas que estaba «a años luz de lo que pasaba en Venezuela», según dijo Fernando Ces en la serie Periodismo a Domicilio. Su regreso al país le dio la oportunidad de contaminar a otros con su pasión por el rock.

La primera Radio Capital 710 AM, la pionera de la radiodifusión juvenil caraqueña, lo integró a su staff, apadrinado por Cappy, un pionero del estilo. Comenzó como productor hasta que quiso saltar al otro lado del vidrio, «y comencé a soñar con ser locutor». Así comenzó a hacer la crónica diaria del rock, haciendo gala de lo aprendido durante tres años como discjockey y sus pinitos como musicalizador. Fue parte de una generación de conocedores, de juglares de la actualidad musical nacional y foránea, como Iván Loscher -de quien fue productor en televisión-, Napoleón Bravo, Amauri José Díaz, Plácido Garrido. Lo hizo luego de sacarse el certificado de locutor «obligado» por Oswaldo Yépes, quien comandó junto a un staff de estrellas el renacer de la radio y la rebeldía frente a la idea de que moriría bajo la popularidad de la televisión. Era 1969 y Capital convocaba con su eslogan: «la emisora que hizo gustar la radio otra vez».

Cappy Donzella decidió su primera metamorfosis en plenos años 70, abandonando la ideología hippie y la música de Janis Joplin, para priorizar el floklore nacional. Por eso se peleó con las emisoras donde trabajaba y era un éxito, pero también con su audiencia, y con su hermano. La ruptura estilística los separó, como luego las ideológicas lo harían con Paul Gillman, su gran protegido.

Alfredo-Escalante

Alfredo Escalante se convirtió en el rostro y la voz del periodismo musical dedicado al rock en Venezuela. Como locutor quedó en la historia como de los primeros atrevidos en darle cabida a la guitarra distorsionada de Jimi Hendrix, en saltarse los cánones y dejar rodar canciones que sobrepasaban los cinco minutos y más de éxtasis. Desde su cabina defendía la «poésika», que calificaba como «poesía psicodélica, poesía de expansión mental». Su programa «Happenin’ 70» tenía tanto impacto que quedó registrado como el causante de la primera visita de Santana a Venezuela. Sin embargo, en la 710 AM lo confinaron a la media noche. Según Escalante, Oswaldo Yépes, que ya había peleado con Cappy años antes, no estaba de acuerdo con el tipo de radio que él hacía: «me dijo que era radio para dentro de 20 años», confesó en 2011. El fallecido fundador del Hit Parade de Venezuela respondió aquél año que el programa del nacido en La Pastora «era muy profundo y no pegaba con nada».

Por eso terminó de irse a otras ondas, las de Radio Impacto, Radio Nacional, Emisora Cultural de Caracas (la primera FM del país) y finalmente la 92.9 FM y las pantallas de Radio Caracas Televisión o Venezolana de Televisión, donde se captaron las voces de infinidad de estrellas que se pasearon por estas tierras. Además, como presentador, fue convocado innumerables veces a las tarimas para ser maestro de ceremonias de conciertos.

Alfredo Escalante, Joffre Maestracci,  Iván Loscher  y Plácido Garrido
Con Joffre Maestracci, Iván Loscher y Plácido Garrido en Radio Capital

No había llegado la mitad de la década de los 70 cuando ya Escalante era una celebridad. Con su programa «La música que sacudió al mundo» en televisión, que seguiría vigente en la radio curante cuatro décadas, se dio el lujo de entrevistar a Freddie Mercury y todo Queen en su única visita a Caracas en 1981. Quizá el único venezolano en poder conversar con sus cuatro integrantes. «La peor (entrevista) fue con Freddy Mercury pero no por él sino por mi forma de entrevistarlo, yo quise hablarle en inglés y él quiso responder es español lo cual no se entendió mucho», soltó en 2009. La conversación, grabada en El Poliedro de Caracas, ocurrió apenas llegó el cantante a la capital y aún pretendía tocar cinco noches en Caracas.

«Todo lo que deseo es que olviden los problemas, que estén seguros de sí mismos y que vengan unidos a escuchar nuestra música», le dijo el vocalista de Queen al venezolano. Roger Taylor, baterista del grupo, también le habló y le confesó que su entonces recién publicado LP solista Fun in Space buscaba alejarse del estilo de Queen deliberadamente. Sobre el show que darían en Caracas afirmó que «Freddie y yo trabajamos mucho las voces, cantamos bien juntos. Pero creo que la voz de Freddie va mejorando todo el tiempo y la mía va empeorando (risas)». Brian May, guitarrista, completó la grabación entendiendo partes del español dicho por Escalante. «Como grupo sobrevivimos porque siempre estamos cambiando. Nunca estamos satisfechos con un estilo particular, y no nos queremos repetir. También porque nos mantenemos juntos», y luego completó en español «porque los cuatro escribimos música, es muy importante para el grupo». John Deacon remató admitiendo que esa primera gira latinoamericana de los británicos por Latinoamérica, una rareza entonces, abriría las puertas a otros artistas globales para visitar la región,

Pero Alfredo Escalante también tuvo como entrevistados a otras estrellas. Conversó con los canadienses Saga en tres oportunidades, las que más disfrutó y las que mejor recordaba. También a Robert Plant de Led Zeppelin -quien lo llegó a calificar como «maestro»-, a los ruidosos Van Halen y a Police, entre otros. «Aunque Summers y Copeland fueron bastante agradables, no puedo decir lo mismo de Sting a quien considero desde entonces un patán. Sting, y lo digo con toda propiedad, es un mono de ojos azules», dejó por sentado en el libro Cuarenta años haciendo daño, Alfredo Escalante por Alfredo Escalante, su biografía escrita por el periodista José Tomás Angola.

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Amauri José Díaz, Capy Donzella, Napoleón Bravo, Alfredo Escalante e Iván Losher

El «duende azul», como fue conocido, no solo impulsó la cultura importada. A las guitarras nacionales les dio volumen convirtiéndose en uno de los principales promotores del rock hecho en Venezuela, tanto que incluso entró en la guerra que se armó a comienzos de los años 80 entre las marcas «rock venezolano» y «rock nacional». Arkangel versus Resistencia. Él se ubicó en la esquina de Paul Gillman, cuando comenzó a considerar que por fin había un movimiento de rock criollo, más allá de las bandas que versionaban a Los Beatles y otros grupos. Fue él quien recomendó dejar de usar el nombre Power Age y asumir el de Arkangel, “que en vez de llevar una espada fuese una guitarra eléctrica, que con sus notas iluminara las mentes obtusas que no aceptaban los cambios”, como los presentó para conseguirles su primer contrato discográfico luego de un concierto en el Teatro La Campiña en 1982.

La amistad les duró casi tres décadas, hasta que Gillman «un día apareció disfrazado en un escenario con una franela de Alí Primera. Dudo que él crea en Alí, con una boina de fieltro. Me pareció triste», le contó a William Padrón en 2008 cuando afirmaba que no habría reencuentro con su pupilo. «Desconfío mucho, soy un buen escorpión», argumentaba. Fue su respuesta a las palabras de Gillman cuando dijo «ojalá algún día Alfredo Escalante se acerque. Nosotros nos hemos acercado a él, pero por la coyuntura política Alfredo tomó una posición muy frontal contra mí, cuando yo le debo a él mi carrera». Pero el veterano locutor estaba claro: «él asesinó el rock nacional (…) antes de escuchar rock de rodillas, prefiero escuchar reggaetón en libertad, por lo menos puedo escoger si escucharlo o no».

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Con Paul Gillman durante un encuentro fortuito en 2010

Alfredo Escalante se despidió este 27 de enero de 2016. «Mientras no cambiemos la mentalidad de quienes dirigen las radios no cambiaremos nada», dijo en 2011. A las emisoras les dejó ese reto, y esa deuda, quien ahora se convierte en una estrella en el firmamento, de esas que muchos desearán que, como él decía, «nos guíen hacia un nuevo amanecer».

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