Opinión

Algo sospechan en Sabana Grande

La Federación Venezolana de Fútbol ha enviado un comunicado invitando a una rueda de prensa para la presentación de lo que llaman “Plan de desarrollo del fútbol venezolano”. Se desconoce el contenido del proyecto que será exhibido el martes 14 de abril; las motivaciones puede que sean más reconocibles.

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Foto: Prensa FVF

Rafael Esquivel es un majestuoso animal político. El presidente de la FVF cuenta con las herramientas necesarias para adaptarse a cualquier situación por más inverosímil que esta sea –incluso sobrevivió a un intento de golpe de estado promulgado desde el poder ejecutivo por el personaje más poderoso que haya conocido nuestra sociedad en los últimos 50 años. Esa habilidad es tan natural como cultivada a través de su carrera como directivo, en la que ha aprendido a moverse cual serpiente: silencioso, identificando el momento justo para actuar.

Muchos subestiman al eterno mandamás de este fútbol. Incluso hay quienes dibujan caricaturas y descripciones que lo alejan de ser un individuo reflexivo, calmo y resolutivo, formando a la gran audiencia en la falsa noción de que se trata de alguien pintoresco y folklórico, que ocupa su puesto casi por obra de la casualidad. No me extrañaría que el mismo Esquivel sonría cuando escucha esas versiones; sabe que quienes lo subestiman son los primeros que obvian cuánto ha tenido que trabajar para llegar a donde ha llegado, y no poseen el menor conocimiento de sus habilidades. No nos engañemos, estamos hablando de un señor que ha sabido hacerle frente a personajes muy influyentes como Nicolás Leoz (ex Presidente de Conmebol), Josepp Blatter (Presidente de FIFA) o el fallecido Hugo Chávez Frías.

Si hay algo que no le asusta al patrón del fútbol criollo es la confrontación. Esta lo motiva, lo levanta y le recuerda que más que el poder, ha sido la lucha por obtenerlo lo que más gustos le ha reportado.

Pero el tiempo es un enemigo imbatible, y Esquivel lo sabe. El tiempo desgasta, erosiona, nos vuelve vulnerables, nos convierte en sus sirvientes y nos doblega hasta quitarnos el último respiro. Las consecuencias de su paso son las única certezas que tenemos en nuestra existencia. Por ello nos atormenta tanto el futuro; nuestra vanidad nos invita a trascender, porque al reconocernos mortales creemos necesario dejar una obra que nos haga inmortales, que mantenga nuestro legado más allá de nuestra propia existencia. Eso es el ser humano, un egoísta sin remedio.

Al momento que usted lea esta misiva, Rafael Esquivel sabe que le roncan en la cueva.

De su propio entorno ha nacido una oposición que nunca imaginó iba a tener un crecimiento tan acelerado como el que viene mostrando. Entendida la complejidad del panorama, Esquivel recurre nuevamente a quien nunca quiso recurrir: Noel Sanvicente.

El actual seleccionador nacional llegó a su cargo casi como la alternativa menos peligrosa para el mandato de Esquivel. Sanvicente no aspira ni tiene planes para competir por la presidencia de la Federación. Como buen entrenador que es, lo suyo pasa por el trabajo de campo, la formación de jugadores, el estudio de los rivales y la planificación de cada competencia. Podrá equivocarse y lo hará; al fin y al cabo, competir es arriesgarse, y cuando nos arriesgamos aumentan las posibilidades de errar. Pero Noel es hombre de fútbol y no quiere una oficina.

Mientras el país se distraía con la posibilidad de clasificar al mundial Brasil 2014, en nuestro balompié aparecieron nuevos actores, todos ellos con lazos que los unen a César Farías, quien luego de la eliminatoria y de un paso en falso por México, volvió al país para invertir en el Zulia. Hoy, él y sus colegas forman un núcleo fuerte de inversionistas que cumplen con sus empleados y se muestran distintos a quienes llevan años sin dar la cara.

A Farías no se le puede acusar de mentir. Desde muy joven ha expresado su voluntad de presidir la Federación Venezolana de Fútbol. Y en eso anda. Con importantes apoyos económicos y varios votos que ponen a temblar a Esquivel. Nadie conoce el plan del oriental –al igual que Esquivel, Farías desprecia a los medios y al público- pero quienes hemos seguido su carrera sabemos que no da un paso sin antes pensarlo mil veces. Al igual que su maestro, es un hombre reflexivo, calmo y resolutivo.

Hoy, mientras el presidente del Zulia mantiene su silencio, sus socios y allegados hacen el trabajo sucio -de por sí muy sencillo- de recordarle a los presidentes de las asociaciones nacionales y al público en general lo poco que ha hecho la administración Esquivel en estos casi 30 años.

Esquivel durmió la siesta y cuando despertó vio que el rancho estaba en llamas.

Ahora, con algo de nervios, se apoya en un tipo honesto como Sanvicente y le da el sí a varias de sus propuestas, todas a favor del crecimiento del fútbol criollo y contrarias a las intenciones de los negociantes y traficantes de ayer, hoy y siempre.

Debo confesar que conozco el plan que Sanvicente y sus más cercanos colaboradores han ido desarrollando desde hace mucho tiempo, con la intención de mejorar la capacitación de los entrenadores de nuestro país, pero también recuerdo y domino que desde la misma FVF, esa que hoy lo necesita, sabotearon hasta lograr la desaparición del Diplomado de Fútbol que el propio Noel y sus ayudantes trajeron hace ya unos cinco años.

Le decía que al tiempo no hay quien le gane, pero a la memoria tampoco. Mis recuerdos de todos estos señores (gobierno y oposición en el fútbol) no invitan al optimismo. No les creo que su meta sea el beneficio de este deporte. Pero ese soy yo, un pesimista sin remedio ni sentido. Quizá me equivoque –ojalá sea así- y Noel logre torcer el árbol, pero usted, que sabe más que yo, sabe muy bien que árbol que nace torcido jamás su tronco endereza.

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