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“Palito” Pereira: el uruguayo trae algo más que experiencia

En esta entrevista realizada por Carlos Domingues, el jugador que hizo vida en la selección Celeste, habla abiertamente sobre por qué escogió a Venezuela como destino y lo que espera legarle a Mérida, el equipo y la afición

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“Palito” Pereira
Diseño: Yiseld Yemiñany

En las redes hemos debatido si luego de Jairzinho, es Álvaro Pereira el futbolista de mayor jerarquía que ha llegado a nuestro fútbol. Por carrera y títulos, quizá lo sea, pero sentándome a charlar con él modifiqué ése preconcepto: este tipo trae algo más que un lujoso currículo.

Me quedé con la pregunta en el tintero de por qué lo llaman “Palito”, pero seguro en Google se podrá conseguir. Preferí indagar en cómo es un futbolista que ha pertenecido a la élite actual; conocer más a un extranjero que siempre vimos en las grandes tardes y noches de fútbol del más top por TV.

Para mi sorpresa, descubrí a uno de los futbolistas más humanos con lo que me pude topar en mi vida; con uno de los futbolistas más humildes y centrados que haya podido entrevistar, entre foráneos y criollos. Un hombre que anda en cholas, con un celular sencillo en el bolsillo, mate y termo en sus manos. Y con muchas ganas de ser aceptado por sus nuevos compañeros. Un ser que infunde respeto, pero que a la vez deja notar que te puedes acercar a él sin mayor temor a que te vaya a rechazar un saludo. Te regala siempre una sonrisa, con mucha timidez. Es un tipazo. Y eso, en un ambiente tan frívolo como el del fútbol de alta competencia, parece dificilísimo encontrar.

Trataré de sustentar esa impresión personal plasmando en texto sus palabras, pero antes, algo que dice mucho de quien era él: le pidió al gerente general del equipo el día de su arribo a Mérida, que al siguiente día quería ser el primero en llegar el entrenamiento. Y así fue.

Pasión sin presión

“Vivo el fútbol de una manera pasional, pero sin presión. La presión no existe en el fútbol, existe responsabilidad. Presión tiene quien se levanta a las 6 de la mañana a buscar el pan para sus hijos y llega a las 8 de la noche teniendo tres trabajos. Yo solo quiero hacer al hincha feliz, al merideño feliz”, dijo de entrada cuando le consulté si sabía que se esperaba mucho de él en Mérida.

Uno de los tantos temas extra futbolísticos que se hablan sobre él fue acerca de cómo se produjo su llegada a Estudiantes. Él revela por qué escogió Mérida cuando existían varias ofertas sobre la mesa. Hay algo más que un simple interés en venir a ganar dinero por jugar. “Fue una charla con mi empresario. Él contactó a la gente de aquí. Me hablaron de los 50 años, de un club que quiere ser un club modelo en Venezuela y a nivel sudamericano. Me gustan los desafíos y me gustaría dejar un legado. Mi primera pregunta cuando hablo con un equipo es conocer sus aspiraciones, no solo deportivas, para ser campeón, sino como institución, con sus juveniles, con su estructura. Hoy en mi carrera no quiero ir, entrenar y volver. Quiero que me recuerden como un jugador que ayudó a la institución y eso lo puedo hacer aquí. Eso me tentó a venir a Mérida, construir algo lindo”.

Sobre la situación económica, política y social que atraviesa el país que lo recibe, él no quiere opinar sin vivir en él lo suficiente. Solo está claro que está aquí para aportar. “Hasta que no esté en el país lo compruebo y así opino.  No soy ajeno a la realidad de Venezuela, me toca ser un embajador y dar el ejemplo. No vengo a hablar de política, pero sí quiero venir a ayudar a quien lo necesita”, asegura.

Hacer crecer a Estudiantes

Pereira  tiene claro cuál será su rol en Estudiantes: “Me gusta asumir la responsabilidad. Debo ser un modelo ejemplar, tengo que rendir examen tras examen cada fin de semana demostrando por qué conseguí todo lo que conseguí. Desde el 4 de abril (fecha de comienzo del campeonato) todos somos iguales en la cancha, seremos once contra once y los nombres quedan de lado, más en este fútbol moderno. Sé el rol que me toca, vengo a potenciar a Estudiantes y al fútbol venezolano”, sentencia con una convicción muy natural.

Hablamos, obviamente, de su brillante paso por la selección de Uruguay. Hablamos del progreso del fútbol y del futbolista de ese país y él centró su análisis del éxito en un nombre propio: “Oscar Washington Tabárez es el nombre que ha cambiado todo. En una convocatoria de selección por más que tú seas un jugador destacado, él lo que quiere saber es cómo eres como persona, en el día a día. Una vez llegué de Europa a una concentración de eliminatorias y lo primero que me preguntó fue por mi esposa, por mis hijos, cómo les estaba yendo en el colegio y si yo había viajado bien. Yo por este señor dejo la vida, primero se preocupa por lo humano y luego por lo deportivo”.

Una de las misiones que se auto impone durante su estadía en Estudiantes es trasladar la experiencia vivida en la celeste al club merideño: “Uruguay es una familia. Al jovencito lo abrazamos, lo apoyamos, nuestras esposas se juntaban. Tenemos un grupo de WhatsApp y seguimos incluso los que no somos convocados. Con mucha democracia decidíamos en la selección, todos teníamos voz y voto en las decisiones, porque éramos una familia y eso es lo que vamos a intentar hacer aquí en Mérida. Que los futbolistas tengan sentido de pertenencia con su equipo; que a lo mejor sea algo nuevo en Venezuela pero nosotros los uruguayos que lo tenemos inculcado lo podamos transmitir; luego en la cancha sacas rédito de eso y se ve en los resultados”.

Fútbol hipócrita

Pereira cumple pocos requisitos para ser de esos deportistas que te responde con lugares comunes. Tiene serias críticas a lo que se “vive” en el fútbol, puertas adentro: “El ambiente del fútbol es raro, a veces hipócrita, por momentos resultadista, no tiene término medio. A veces pierdes y se termina el mundo. Cuando las cosas van bien, te revientan el teléfono, cuando van mal sabes quién va a estar. Me gusta del fútbol estar en el vestuario, compartir con mis compañeros, estar en la cancha. Eso es lo que me apasiona. Tenemos privilegios, comodidades, pero yo estoy siempre con los pies sobre la tierra, manejando perfil bajo, soy muy familiero”, señala, al tiempo que diferencia al jugador del viejo continente con el suramericano: “El europeo tiene otras costumbres, los suramericanos somos más de pueblo, más de barrio, más de calle, sabemos lo que nos ha costado conseguir lo que tenemos y por eso lo defendemos a muerte. Hacemos la diferencia con el hambre de gloria y ellos en Europa se contagian, pero les hace falta eso”.

Su edad lo aproxima al retiro y él lo tiene claro, aunque sabe que no será fácil dejar los camerinos, los gramados y los entrenamientos: “El futbolista muere dos veces: de chiquitos aprendemos a jugar fútbol, crecemos, algunos pocos llegamos a ser profesionales y cuando nos retiramos, morimos. Muere el futbolista y muere lo que hiciste desde infantiles, desde hace 35 años. Cuando te retiras comienzas a vivir la vida, siendo aún muy joven y ahí viene en algunos la depresión. No te preparas para el final, son pocos los que continúan en el fútbol. Y la segunda muerte es la muerte natural”.

¿Qué tiene pensado hacer para cuando le llegue la “primera muerte”?: “Hice el curso de entrenador, que me hizo ver las cosas de otra manera. Los técnicos toman decisiones para el beneficio del grupo y eso hoy lo entiendo; me gusta la logística, que al jugador no le falte nada, preparar los viajes, ordenar la tropa. También la comunicación, me gusta la historia, la situación de los países, el periodismo de interés general. Me considero muy cultural. No me encierro en una pelota de fútbol”.

Ha respondido por redes sociales a quienes le critican, incluso a periodistas. Aquí me la tiró a la grada: “Ni me he enterado de las críticas. Siempre van a haber. Que me juzguen por lo que hago en el campo, no afuera; que me recuerden como una gran persona, y no como un buen jugador”.

Para despedirse, no quiso dejar de recordar a uno de sus primeros ídolos, el malogrado Carlos De Castro, ex jugador uruguayo de Estudiantes con quien llegó a compartir en sus inicios en el cuadro Miramar Misiones: “Voy a defender estos colores a muerte en la memoria de Carlitos De Castro”.

Es “Palito”, el futbolista de mayor cartel que ha venido a nuestro fútbol en los últimos años; el que viene a algo más que jugar fútbol.

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