Espectáculos

Ana María Simon: Ahora tengo menos fama pero más tranquilidad

Ana María Simon dejó Venezuela por miedo: a la censura del régimen a su programa radial, a que se quebrantase su integridad y la de su familia.“Mi hija no sabía lo que era un parque, ni caminar por la calle tranquilamente”. Ahora vivo feliz en Madrid

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Texto: Aquilino José Mata Foto: Cortesía Ana María Simon/ Universal Pictures

El miedo fue el principal revulsivo que condujo a Ana Maria Simon a irse de Venezuela para buscar nuevos derroteros profesionales, primero en Miami, donde no terminó de adaptarse, y luego en Madrid, ciudad que le fascina y en la cual ha encontrado paz, tranquilidad y se siente plenamente integrada.

A Estados Unidos llegó el 23 de abril de 2005, acompañada de su entonces esposo, el cantante Rafael “El Pollo” Brito y Micaela, la pequeña hija de ambos.

“No me fui porque me haya quedado sin trabajo-, pues tenía tres: estaba en mi programa diario en  Onda 107.9 FM, en la producción de mis monólogos, que llevaba por toda Venezuela, además de producir también los espectáculos del ‘Pollo’. Eso me tenía muy movida”, dijo.

«Ocurre que estaba feliz, ‘pero entre comillas’. Porque en la radio tenía miedo de decir algo que el régimen considerara inconveniente. Cuando me empecé a autocensurar por temor a las represalias, entonces resolví irme», afirmó durante la conversación telefónica.

«También cuando me vi blindando mi camioneta y contratando a alguien para que me cuidara y a tomar todas las precauciones para llevar a mi hija al colegio. Me fui para salvaguardar mi integridad y la de mi familia. Mi hija no sabía lo que era un parque, ni caminar por la calle tranquilamente”, recordó.

Consciente de que, en vista del cariz que estaban tomando las cosas en Venezuela, tarde o temprano tendría que tomar esa decisión, ya la locutora, animadora, actriz y productora había dado los pasos previos en caso de que esa contingencia se presentara.

«Había tramitado mi visa de artista para Estados Unidos. Mi prioridad no era ir allí, pero tuve que hacerlo como primer punto de llegada, aunque España siempre estuvo en mi mente. En Miami comencé con mi stand up De pura madre en el Teatro Trail. Allí hice una temporada de ocho meses. Me llevé una maleta llena de ilusiones. También doblé y guardé el ego en otra maletica. Era algo para lo que me había preparado», manifestó.

«Tengo el ego bastante domado, no me hace menos volverme a presentar en un lugar donde nadie me conoce para que la gente sepa quién soy. Como no estaba del todo bien en Miami, no me sentía feliz con la ciudad en sí, pero cuando es una familia entera la que está contigo, había que estar de acuerdo. El gran trabajo de un emigrante que ha llegado a cierto nivel en su país es practicar la humildad. A veces te llenas de rabia, de frustración, enfrentas muchos altibajos emocionales. En mi caso, haber llegado a trabajar a Miami, que para mí fue siempre una ciudad de compras y rumba, hizo que me sintiera muy perdida, de allí que todos los errores que uno pueda cometer como emigrante, los cometí en Miami», señaló.

-¿Como cuáles?

-Como gastar dinero en estupideces, sin entender que no eres turista, que hay que tener una mentalidad de ahorro. Yo estaba demasiado cómoda en Venezuela. No veía allá el lado derecho del menú y ahora es lo que veo primero. Me llevé 10 maletas a Miami y cuando me mudé a Madrid solo dos, y de ellas mandé una a Venezuela. Ahora en España vivo de una forma más libre, austera y feliz, porque tengo menos cosas que cargar, y no hablo solo de lo que pueda llevar en una maleta, sino en general. En España trabajo para vivir, mientras que en Estados Unidos vivía sólo para trabajar. Aquí en Madrid tengo una vida mucho más tranquila.

Estando en Miami hizo también doblajes para Netflix y mucho voice over (poner la voz en off a un documental o narración en otro idioma). En eso andaba cuando Universal Pictures la contrató para doblar un personaje al español, la gata Chloe, en la película animada La vida secreta de tus mascotas, con la que estuvo un año de promoción por Latinoamérica.

“La parte dos la grabé aquí en España. El tema del doblaje y el voice over  ha sido muy interesante, pues me dio otra faceta para desarrollar”, manifestó Simon.

-¿No hiciste televisión en Miami?

-No, porque la TV nunca ha sido mi norte. Me gusta mucho la autonomía en el trabajo, crear mis propios proyectos y ejecutarlos. Estuve 25 años haciendo una radio muy libre, donde creativamente nos daban luz verde y confiaban mucho en nosotros. Alterné con los mejores compañeros, como Erika de la Vega, Luis Chataing y Henrique Lazo, que son grandes amigos hoy, con los que tengo mucha conexión creativa y espiritual. Cuando he hecho televisión es porque, como siempre digo, ella me buscó a mí, no yo a ella.

-¿Qué precipitó tu ida a Madrid?

-Mi divorcio del «Pollo». Me tocaba renovar mi visa americana, lo que significaba un gasto económico muy importante, pero no era lo que me satisfacía. España es el país de mis padres, me siento muy europea, pero también muy venezolana.

Al llegar aquí tardé en acostumbrarme lo que duró el trayecto del aeropuerto de Barajas a mi casa.

Llegué el 5 de julio de 2018. De esa fecha siempre digo que, así como es la de la firma del acta de la independencia de Venezuela, también lo es la de la mía propia.

Una vez que me separé del «Pollo», en agosto de 2017, me vine en octubre a España a buscar apartamento.

Espere el fin de clases de mi hija para mudarnos. Llegué perdida, sin una oferta de trabajo y con muchas ganas de entender la sociedad. Soy de las que cree que cuando llegas a una parte debes empeñarte en comprender a la sociedad para dar tu aporte y, si es posible, hacerte imprescindible.

-¿Crees que todo venezolano que emigra tiene esa conciencia?

-Los venezolanos en el exterior debemos entender que nos tocó vivir esta circunstancia sin que la buscáramos. Esto hay que verlo como una oportunidad de  crecimiento.

Amo a mi país como loca, pero no soy una nacionalista a ultranza, de esas que llega a hablar mal de los españoles y a criticar todo.

Nunca hablaré con acento español, pero probablemente mi hija sí. Y yo no tengo problema con eso. Así como mi papa, hijo de español, llegó chiquitico a Venezuela y ahora es un rolo de maracucho hasta en el hablar, Micaela es una venezolana que llegó como venezolana y quizás termine como española.

Las colonias italiana, española y portuguesa llegaron a aportar, a convertir a Venezuela en un país mejor de lo que ya era. Eso es lo que debemos hacer nosotros ahora como emigrantes, para que el día que tengamos que irnos la gente agradezca el aporte que pudimos darle.

En España su país de residencia Simon afirma que vive un aprendizaje constante.

«He tomado mi relación con Hacienda como un contrato con el país, consciente de que cuando pago mis impuestos pago tranquilidad, seguridad social y calidad de vida. Venimos de un país donde nos daba rabia pagar los impuestos porque pocas cosas funcionaban, pero da menos rabia hacerlo cuando hay un retorno. El tema de los impuestos en España es candela, son muy altos, pero tranquiliza saber que esos fondos van a parar a donde tú quieres que vayan», explicó.

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-¿Cómo comenzaste tu actividad profesional en España?

-Lo primero que hice fue una bendición: presentar mi stand up a sala llena durante seis meses, los días martes, en el Pequeño Teatro Gran Vía. Lo hice a través de la empresa productora Smedia. Le presenté varios proyectos y les encantó Soy de pura madre. Hubo una muy buena conexión con el público español y con la comunidad venezolana, que me apoyó muy bien desde el principio. Eso fue una bendición. Tuvo que ver con la cantidad de gente venezolana que hay aquí, que es inmensa, pero también con un trabajo de hormiguita para abrirme a otros públicos.

-¿Y ahora qué haces?

-Estoy con Doble Juana, una marca de contenido digital que creé con el productor venezolano Juan Carlos Martín. Y con Mario Pagano estoy en el proyecto de una serie, también digital. Armamos contenidos para redes sociales, que aquí están un poco en pañales. Iré a Estados Unidos el 26 de octubre a las últimas funciones de De pura madre en Orlando, Houston, Miami y Panamá. Luego vendré a presentarlo en Tenerife y Madrid y estaré acá lo que queda de año. Hago la despedida completa del stand up en marzo de 2020, en el Palacio de la Prensa de la Gran Vía.

En el momento en que Simon inició el recorrido hace cinco años con Soy de pura madre, lo hizo, según expresó entonces, porque era su manera de narrar su experiencia de ser madre, con lo bueno, lo malo y lo feo de la maternidad. Ahora está por cerrar ese ciclo para estrenar otro espectáculo.

«En este momento mi maternidad no es lo que me interesa contar. Sigo siendo madre, pero ahora me interesa hablar de otras cosas, del sincretismo cultural que veo, de Madrid, lo que observo aquí como venezolana, cómo miro el entorno, cómo  integrarse sin enfocarse en lo negativo de ese entorno. No me junto con nadie que esté en modo nube negra, me interesa la gente que llegó con buena onda, que se quiere incorporar. Un poco lo que hicieron nuestros antepasados, que llegaron a Venezuela a integrarse y aportar», indicó.

-¿Cuándo lo estrenas?

-En enero de 2021. Suena lejos para los estándares venezolanos, pero aquí se trabaja con mucha antelación, los planes son a largo plazo. Es el tiempo que necesito para escribirlo. En el interín me ocuparé de Doble Juana y también de la otra empresa de contenido digital.

-¿Qué has sentido en España siendo venezolana?

-No he sentido ningún tipo de xenofobia, sino curiosidad; al final, nosotros somos exóticos aquí. He trabajado con un grupo de gente muy chévere, no me siento execrada. Se interesan por el tema venezolano. Uno se siente embajador de su país, porque estamos haciendo las cosas bien. Se interesan por saber porqué nos hemos dejado fregar por los malandros que gobiernan allá, porqué llegamos a donde hemos llegado. Entendiendo que nos tuvimos que ir, y no que nos quisimos ir, hay que admitir que uno siente al país que llega como el suyo. Aquí hay paz y libertad, dos cosas que yo no negocio ni negociaré nunca.

-¿Qué te cautiva de Madrid?

-Me cautiva el celo que tiene el madrileño por su tiempo de ocio, el cero remordimiento de disfrutar su tiempo libre, su siesta, etc. El verano es totalmente disfrutable hasta el último día, con sus pro y sus contras, porque encuentras la ciudad sola, pero si te planificas te vas de vacaciones también Lo otro que admiro es que me siento en la Caracas de los 90, que es la época más libre, segura y feliz que he vivido en mi vida. Me siento muy integrada, en casa.

En Miami no, allá sentí que tenía mucho camino que recorrer para poder insertarme. España está en un buen momento a nivel cultural, y al nutrirse con ellos creativamente, siempre te surgen nuevas ideas, no paras jamás. Ir al Museo del Prado, al teatro con su amplia oferta, que tu hija tenga la oportunidad de hablar cuatro idiomas cuando tenga 15 años, tener la oportunidad de moverse por Europa, viajar a París tomando un vuelo por 40 euros. Al final, uno quiere que su hijo sea un buen ciudadano y que la libertad para ellos sea importante. Todo eso lo proporciona Madrid.

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-¿Te sientes una emigrante?

-Es complicado no sentirse una emigrante. Pero soy una inmigrante sin nostalgia, que recuerda a su país con todo el amor del mundo, pero que ese país no existe y que cuando termine esta pesadilla pretendemos que sea otro. No me estoy divorciando de Venezuela, simplemente la dejé con dolor, pero comprendiendo que tenía que hacerlo.

Mi mayor rabia con respecto a Venezuela no es no poder estar en ella, sino no poder ir cuando me dé la gana. Aunque tengo también pasaporte español, no puedo utilizarlo para viajar allá, sino el venezolano. Mi mamá está enferma y no he podido ir a verla porque como ciudadana no me dejan.

-¿Crees que pueda haber un cambio en Venezuela?

-Hemos tenido tantos conatos de felicidad, cuando dicen que la dictadura se va y luego no sucede. Es como cuando una persona te maltrata físicamente y después retorna y te trae flores. Su naturaleza es esa. No quiero volver a ilusionarme con que van a salir. No podría responder eso, porque hay momentos en que parece que se van y vuelven a quedarse. Hay tantos errores de la oposición, tanta cosa turbia y desconocida, que no terminamos de saber porqué el régimen está tan atornillado.

-¿Qué extrañas del país?

-Extraño a Caracas, que junto a Madrid y Río de Janeiro son mis tres ciudades favoritas, pero ahora sólo extraño Madrid y Río. Fui hace cinco años a Caracas por última vez. Caracas era una niña bella, con maldad pero bella, aunque luego se empató con un malandro y se volvió una malandra más, pero que no pierde su encanto. A Venezuela la amo, yo era una Valentina Quintero de closet, me la pasaba recorriéndola, la conozco de arriba a abajo, me la sé y de esa manera la recuerdo.

-¿No te hace falta la fama?

-La fama fue consecuencia de mi trabajo y ahora quiero tener menos fama pero vivir más tranquila: tener tiempo para compartir con mi hija, una chica de avanzada que el año pasado, más que plata, pidió ir a París por su cumpleaños y este año pide ir a Roma. Está conectada conmigo en cuanto a lo que queremos: sentarnos en un café y disfrutar, a no depender del móvil, a compartir buenos momentos. Aquí en Europa puedes darte ese lujo, la gente trabaja todo el día, pero a las 5 de la tarde ya está en una terraza departiendo.

-¿Te has planteado una nueva relación de pareja?

-Cuando uno se divorcia, las mujeres tenemos que tomarnos un ratico para estar tranquilas y solas. Tengo una armónica relación con el «Pollo», es el padre de mi hija y con él no hay régimen de visitas, custodias compartidas ni nada de eso. Él puede ver a Micaela cada vez que quiera y debo decir que es un excelente padre.

En cuanto a mí, tengo toda la apertura para una nueva relación, aunque uno se vuelve más selectivo. Nunca había estado sola tanto tiempo y me descubrí en un universo de libertad que me permite decir que quien venga se va a encontrar con una tipa chévere.

Yo me pediría un empate conmigo misma (ríe). He aprendido de mis errores. Un divorcio es tocar fondo, es el fin de una ilusión de que uno pudo consolidar un proyecto que finalmente no caminó. Y si con esa experiencia no aprendes a poner límites, entonces no sirvió de nada.

-¿Cómo es la relación con tu hija?

-Mi relación con Micaela es divertidísima, somos panas, amigas, nos gusta estar juntas. Duermo con ella, aunque sólo eventualmente, porque cuando yo tenga una pareja no quiero que sienta que la saqué de la cama (risas). El «Pollo» tiene pareja y la relación de mi hija con su papá es estupenda. Yo me he encargado de alimentar eso, pues el divorcio de mis padres fue terrible y no quiero que algo como eso suceda de nuevo.

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