Opinión

Análisis de Venezuela en la triple fecha: no hay tiempo que perder

El balance de la triple fecha no es bueno para el equipo, pero más que análisis, es necesario definir si Leo González sigue o si un nuevo técnico se encargará de la Vinotinto. No hay tiempo para darse el lujo de dilatar los nombramientos

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Diseño: Yiseld Yemiñany

“Es muy difícil de explicar el jugar tres partidos en Sudamérica en tan poco tiempo (…) Jugar una triple fecha en Sudamérica es terrible, es desgastante”, declaraba Lionel Scaloni, seleccionador argentino luego que la albiceleste derrotara a Perú 1-0 en Buenos Aires. Lo dice un técnico que sacó siete de nueve puntos posibles.

Venezuela disputó una triple fecha donde, por fin, alcanzó de nuevo un triunfo, el segundo de toda la eliminatoria. Sin embargo, perdió los otros dos, uno (ante Brasil) en el cual mostró la mejor versión en todo el premundial durante 70 minutos, el tiempo que estuvo sometiendo en el marcador nada menos que a Brasil.

El balance general no puede ser positivo, porque Venezuela se hundió en el sótano de la tabla y ya las matemáticas no alcanzan para esperar un milagro llamado Catar. Sería irresponsable hablar de una remontada, sobre todo con tanta inconsistencia futbolística mostrada. El partido contra Chile desnudó la mayor carencia en el juego de la Selección: la pelota detenida. Dos goles por esa vía con desatenciones alarmantes, confirman lo que se venía advirtiendo, justo lo que sirvió para que Brasil abriera la ruta del gol hace una semana en el Olímpico.

No poder contar con una pareja fija de centrales, puede ser una causa. No es excusa, porque es trabajo de un grupo el defender la pelota quieta, pero salvo los dos últimos compromisos Leo González siempre encontró alguna dificultad para consolidar una dupla de defensores. Nahue Ferraresi y Adrián Martínez terminaron en esos puestos más por necesidades, por ser los disponibles, más que por su nivel. Las ausencias, por lesión, expulsión o cualquier otra variable, han atentado con la continuidad de una dupla defensiva, elemento vital para competir a este nivel.

Además, surgieron en esta triple fecha situaciones complejas que aún no han sido lo suficientemente aclaradas, que dejaron por fuera a Yeferson Soteldo, un futbolista del que no se puede presumir dejarlo fuera. Algo más que una “molestia física” ronda su salida de la convocatoria en plena competencia, algo que supone que la necesaria concentración del grupo se pudo ver afectada.

Lo que más alarma es no poder mantener el tipo. Si bien ante Ecuador la Vinotinto no mostró su mejor fútbol, destaca que fue capaz de remontar un marcador adverso, luego de haber mostrado buen manejo ante Brasil. Aquí destaca el aporte brindado por Leo González: le dio soltura al grupo, se atrevió, colocó a los futbolistas que la lógica indicaba y parecía que todo empezaba a mejorar en cuanto a juego. Sin embargo, el sopapo de Chile, devuelve a la realidad todo y la necesidad de atender las falencias que se siguen mostrando.

Pasando a ese plano positivo, me atrevo a darle crédito al técnico que ya podría dejar de serlo a la consolidación de los laterales, sobre todo el izquierdo, una enfermedad crónica de la que adolecía Venezuela hasta que el técnico trujillano fue valiente en poner a Oscar González en esa posición y el del Monagas no desentonó. Por eso quiero reconocer el trabajo de Leo González: fue valiente de asumir el cargo en medio de una tormenta, encaró situaciones de indisciplina, se atrevió a soltar la rienda de los talentosos, trató de buscar los partidos y guapeó con innumerables ausencias. A mi modo de ver, creo que se le debería brindar la confianza de continuar. Con tiempo, con trabajo, sin tantas ausencias, sin emergencias, puede cambiar este panorama de desorientación.

No obstante, más de debatir si debe seguir o no Leo González al frente de la Selección, lo necesario es definir inmediato si sigue o nombrar a quién sea el que asuma ese cargo. No hay tiempo para darse el lujo de dilatar los nombramientos, porque es necesario que se aproveche lo que queda para preparar el terreno de lo que venga, sabiendo que Catar ya no es el objetivo. No desaprovechar los partidos que restan de eliminatoria para salir a jugar y ya: no, deben ser encuentros en los que ya se comience a trabajar lo que se pretenda como nuevo objetivo.

No se puede seguir perdiendo tiempo.

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