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Andrés Cañizalez: “Maduro se apropió del espacio comunicacional”

La herencia que recibió Nicolás Maduro de manos de Hugo Chávez no fue únicamente el poder político: también heredó un modelo comunicacional implantado, que le ha sido clave para mantenerse en el poder, afirma el investigador y periodista Andrés Cañizalez, aspirante a ocupar el cargo de relator especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

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Alejandro Cremades, Daniel Hernández

Durante el primer mes de cuarentena en Venezuela 14 periodistas resultaron detenidos por la cobertura sobre la pandemia por divulgar contenidos que disgustaron al gobierno de Nicolás Maduro por ir en contra de su modelo de hegemonía comunicacional.

La pasada semana fueron amenazados con cárcel miembros de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, creada en 1917, por publicar un estudio que establecía proyecciones de cómo podría expandirse el coronavirus en el país. Y a partir de la dudosa operación “Gedeón” se desató una campaña en los medios oficiales que ha servido para intentar sacar del juego político al líder opositor y presidente interino Juan Guaidó. Ahora, con la salida de DirecTV se agudiza la hegemonía comunicacional.

Esos eventos son reflejo del modelo comunicacional hegemónico que fue implantado en Venezuela desde el gobierno de Chávez y heredado por Nicolás Maduro. Según explica Andrés Cañizalez, este ha sido un instrumento clave del poder para arreciar su dominio sobre la ciudadanía.

Cañizalez, periodista, investigador de la comunicación, magister en Ciencia Política por la Universidad Simón Bolívar y profesor de la Universidad Católica Andrés Bello. También es uno de los 10 finalistas entre 80 aspirantes a ocupar el cargo de relator especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en la Organización de Estados Americanos (OEA).

Meritoria postulación

Esta Relatoría de la OEA es uno de los cuatro principales mecanismos internacionales -junto con la Relatoría Especial de la ONU sobre Libertad de Opinión y Expresión, la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos y el representante de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE)- relacionadas con la supervisión y preservación de la libertad en los medios de comunicación.

Dada la crisis extrema que vive el país y las violaciones a los derechos humanos, en especial la libertad de expresión, su postulación cobra gran relevancia en momentos en que el caso Venezuela se considera como una amenaza para la estabilidad de toda la región.

Es de destacar el hecho de que sea un periodista quien pueda ocupar esa instancia, dado que esa relatoría, creada hace más de dos décadas, ha sido ocupada por abogados, quienes fundamentalmente han centrado su labor en asuntos de la comunicación vinculados con el área jurídica.

La presencia de un periodista que conoce de primera mano lo que es ejercer bajo un régimen hegemónico, daría una lectura distinta al tema de la libertad de expresión. Lo asumiría como parte de los nuevos escenarios que se abren en el continente. Entre estos, las nuevas amenazas que se ciernen sobre este derecho humano que en este momento, más allá de lo jurídico, se han posesionado de las plataformas digitales. Estas se han convertido en instrumentos políticos a favor de formas de pensamiento único que apelan a mecanismos de desinformación y noticias falsas, que tienen injerencia directa en todos los ámbitos de la política, la economía y el poder.

Resalta Cañizalez que el sector académico venezolano, del cual forma parte, ha venido estudiando cómo se estrecha el espacio para la expresión en el país. Su equipo, junto con grupos de comunicadores, universidades y ONG, se ha abocado a estudiar y comprender estos nuevos procesos que afectan la libertad de expresión. “Hemos orientado nuestro trabajo a defender estos derechos en una Venezuela sitiada desde el poder”.

-Venezuela es uno de los países en los que se ha aplicado con mayor fuerza el control sobre los medios, en especial la televisión y la radio. ¿ Cómo puede el periodismo independiente divulgar una información distinta y depurada de la manipulación oficial? 

-Efectivamente padecemos un modelo de control de las comunicaciones, de censura y autocensura a las grandes cadenas de televisión y los circuitos radiales. 41% de la población, según datos recientes de Conatel, no tiene internet. Esos venezolanos solamente tienen la televisión abierta o la radio. Y cuando uno se pregunta por qué hay todavía venezolanos que apoyan al gobierno de Maduro, encontramos que el tema de la información es clave. Estamos hablando de que tres de cada cuatro venezolanos no tienen acceso a otros puntos de vista, no tienen opciones distintas a la voz oficial.

Existe un esfuerzo importantísimo que se hace desde los medios digitales, donde hay experiencias muy relevantes. Pero eso no le llega a todo el país. No puede compararse con lo que en otros tiempos fue la penetración masiva de la radio y la televisión. Esa realidad representa, para los periodistas y los nuevos medios digitales independientes, un enorme desafío en cuanto a lograr sinergia con pequeñas emisoras de radio, que todavía siguen informando, y buscar otras maneras de hacer llegar la información. Los canales digitales tienen un impacto, pero ciertamente no se ha logrado tener el efecto nacional que, en su mejor momento, tuvieron los medios tradicionales.

Los grandes medios y cadenas informativas tenían normas que regían la información, como veracidad, verificación de los datos, etcétera, al igual que los periodistas agrupados en gremios. En la actualidad cualquier persona puede convertirse en un medio de información y hay influencers que imponen su propio criterio y que muchas veces lo hacen como voceros de intereses políticos o económicos, que se convierten en campañas, a favor o en contra. ¿Cómo se puede contrarrestar esa tendencia que se ha propagado mundialmente?

-Esas tendencias las consideramos parte de las nuevas amenazas que se están propagando en los medios de comunicación y redes digitales. No se trata de leyes emanadas de una decisión gubernamental o de un tribunal para censurar, sino que estamos en una dimensión que podríamos ilustrar como una “Torre de Babel” de las comunicaciones. Mucha gente está hablando de muchas cosas y no todos persiguen el bien común o un objetivo loable por informar. En ese espacio hay millones de personas hablando simultáneamente. Pero los “manipuladores” están organizados para dividir, marcar pauta, influir en la opinión pública, descalificar, mentir y crear noticias falsas.

¿Y eso cómo se combate?

-En contraste, a quienes estamos en este oficio nos toca combatir todo este tema de las campañas que se orquestan desde las redes sociales. La manera: contraponer de forma eficaz información generada desde el periodismo para desmontar estas acciones de manipulación.

Las universidades, los centros educativos y los medios independientes tienen que promover campañas educativas y de orientación. Así, la sociedad tendrá herramientas para un consumo crítico de la información. Hoy es importante dotar a los ciudadanos de mecanismos para manejar la credibilidad.  Y que existan redes de periodistas y medios de comunicación que sean referencia para que la sociedad se informe.

¿La marca del medio o la firma de un periodista reconocido son sellos de garantía de que lo que se está informando es cierto?

-Ciertamente. Cuando hace años se hablaba del impacto que podrían tener las redes sociales, en las que cada persona podría convertirse en un emisor, erróneamente se pensaba que eso podría hacer desaparecer al periodismo como práctica profesional, y es lo contrario. Estamos en un mundo tan saturado de información que necesitamos personas con criterio, que puedan filtrar y cotejar lo que estamos viendo. Se reivindica el rol de periodistas y medios en la medida en que son personas o entidades con credibilidad. Tienen capacidad para descifrar lo que se está difundiendo y garantizar al público que lo que decimos es real.

Han surgido gobiernos populistas, figuras mesiánicas de izquierda o de derecha que utilizan las redes y medios controlados para reforzar su poder y dominio frente a la ciudadanía. Es decir, tienen como principal insumo las campañas mediáticas con falsas noticias y manipulación de los hechos, sobre los que imponen una versión única.

-Tenemos un conjunto de presidentes que ejercen una especie de comunicación directa con la sociedad. En otros tiempos se convocaba a ruedas de prensa en las que intervenían los representantes de los medios con preguntas. Ahora, como impuso Hugo Chávez desde que asumió el poder, tienen sus propios programas de televisión, al igual que sus voceros más importantes. Los presidentes evitan la mediación del periodista y se convierten, ellos, en el show mediático.

Eso vienen haciéndolo figuras como Andrés Manuel López Obrador, quien a diario da una alocución en la que habla de todo. O Jair Bolsonaro, en Brasil. Aunque están en las antípodas ideológicas, guardan muchas semejanzas. Ambos utilizan permanentemente las redes sociales y los medios para una comunicación directa con la sociedad. Ambos mantienen un discurso muy crítico contra los medios independientes. Estamos ante un nuevo desafío de gobiernos y presidentes a quienes les interesa la proyección mediática, quieren tener un brillo mediático sin que el periodismo les interfiera.

Allí va haber un importante campo de trabajo en América Latina para ver cómo en la región tiene que darse una reconstitución del periodismo y los medios, para explicar a la sociedad la verdad de lo que está pasando y que esa sociedad no se quede solo con la versión que le da el poder político.

Aunque Nicolás Maduro no es un hombre carismático como lo fue Hugo Chávez, sigue utilizando los medios, campañas y fake news como instrumento de posicionamiento en la opinión pública.

-Maduro tuvo la suerte de recibir una herencia que no fue solamente política, sino también comunicacional.  De Chávez recibió un poder comunicacional instalado, con un conjunto de leyes, un modelo de cadenas continuas de radio y televisión, con mecanismos de control sobre los medios privados. Maduro profundiza tal política. Por ello, pese a no tener el “ángel mediático”, como sí lo tuvo Chávez, ha terminado apropiándose, por la vía de los hechos, del espacio de la comunicación gubernamental, que ahora solamente comparte con figuras como Delcy Rodríguez, Jorge Rodríguez, Tareck El Aissami y Diosdado Cabello. Hemos verificado que, por ejemplo, cuando Maduro está de viaje no se producen tantas cadenas de radio y televisión, que habitualmente se hacen casi a diario. Ese posicionamiento le facilita mantenerse en el poder.

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