Espectáculos

Viendo Star Wars con fanáticos: Apague el sable, por favor

Los fans más duros de Star Wars se citaron este sábado en un prestreno especial del Episodio VII en el Líder de Caracas, aunque la mayoría ya había matado fiebre el viernes. “Lo que más me gusta de este personaje es su sufrimiento”, jadeó a través de la máscara un Kylo Ren criollo que, sin dólares y con mucha inventiva, fabricó con tuberías el nuevo sable láser de cruz

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En vez de apague el celular, la recomendación era apague el sable, por favor. La verdad era que quien osara prender un teléfono se exponía a quedar con una prótesis de mano como Luke Skywalker. Este sábado en la mañana dentro del Líder de Caracas, mientras fuera del mall se formaba la megacola del Excelsior Gama, en los cines se hizo un preestreno especial (más bien post-estreno) del Episodio VII con los fans más duros de Star Wars. ¿Hubo gente disfrazada? Sí, mucha. ¿Sucedió algo extraordinario? Realmente, no. El 99% de los asistentes ya había matado fiebre en alguna de las funciones comerciales del viernes.

Quizás lo más significativo fue que hubo ovaciones para todas las primeras apariciones en pantalla de los golpeaítos personajes de la trilogía 1977-1983, incluso al Halcón Milenario, pero no para la princesa Leia. Apenas se encendió un sable rojo, a manera de silencioso homenaje. Una doble encapuchada criolla de Padmé Amidala le gritaba “¡qué beio!” indiferentemente a Han Solo y a Chewbacca, pero ningún Jedi o Sith vinotinto le dedicó un “qué guapa” a Doña Organa. Envejecer es todavía más injusto para una actriz. Hablando de todo un poco, este redactor se enteró de que los stormtroopers no son robots, sino que tienen personas metidas adentro.

“El viernes en el centro comercial Los Naranjos todo el mundo me tocaba la corneta: ¡Obi Wan! ¡Obi Wan! Vivir esto ha sido como estar metido dentro de la película Fanboys (2009). Sientes que no estás solo”, comparó Alejandro Hernández, un Jedi a quien este cagatintas confundió con el gran enigma que deja abierto el Episodio VI: Luke Skywalker. “Uno siempre se pregunta: ¿será buena o será mala? Pero más que buena o mala, El despertar de la fuerza es una obra de arte”, valoró el miembro del Jedi Knight Club Venezuela luego de un amistoso combate a lo Rubén Limardo en versión neón.

Como prácticamente la totalidad de los fans criollos de Star Wars, Hernández está signado por la estética de la carestía de la era post-cupo de Internet, que tampoco le es ajena al Episodio VII: después de todo, la heroína de la nueva trilogía, Rey, no es más que una humilde recogelatas, y C-3PO usa un brazo rojo debido a la escasez de repuestos. “Cuando se podían conseguir en Mercadolibre a precio accesible, compré dos sables púrpura, pero no servían mucho para mi representación de Obi Wan. Los intercambié por uno azul con un pana que era más Dark Side. Si te das cuenta, los trajes de los Jedi son bastante sencillos. Yo hice un vestuario de Anakin Skywalker con un kimono viejo de kárate. Los fans de Star Wars tenemos una costurera que nos ayuda”.

Sobrevivientes de 1977
“Nosotros fuimos al estreno del Episodio VI en el Cine Altamira en diciembre de 1977. Era la primera vez que veíamos una película en estéreo. Te lo juro que volví a experimentar igualita esa emoción. Me sentí como un muchacho”, rememoró Carlos Eduardo Ramírez, profesor de cine en la Universidad Católica Andrés Bello, acompañado en la sala por otro docente ucabista de la escuela de Comunicación Social, Raúl Morales. “El Episodio VII rescata la esencia de los Episodios VII, V y VI: lo más importante no son los efectos especiales, sino la trama, la aventura. Los valores están muy claros. Es una montaña rusa para lanzarse y emocionarse”, agregó Ramírez. “Estamos viviendo esto gracias a Disney. George Lucas fue inteligente y dijo: hay que poner el legado en manos de gente que lo haga eterno. Todos los estudios de Hollywood pasan de mano en mano, de los japoneses a los rusos y luego a los árabes, pero a Disney no la toca nadie”, especuló Morales acerca de la fusión corporativa de 4 millardos de dólares en 2012.

Incluso con los poderes de manipulación telepática del nuevo villano Kylo Ren, resulta prácticamente imposible arrancarle una observación negativa sobre Star Wars a un fanático disfrazado, y de hecho, Edwin Chávez, un empleado del laboratorio de patología de la Clínica Metropolitana, no lo estaba: “Lo mejor son los nuevos personajes: Rey, Finn, Kylo. Pero hay que admitirlo: en algunas cosas, Episodio VII se hace repetitiva. Hay muchas referencias a las películas anteriores y por eso mismo se pierde un poco la innovación. Las mismas naves espaciales, la misma Estrella de la Muerte, los mismos trajes. En la trilogía 1999-2005, a pesar de todas las inconsistencias de la trama que podamos criticar, se ofrecía algo más de novedad”. Acerca de la lloradera por los dólares, Chávez agregó: “Todos nos la hemos ingeniado muchísimo para la adquisición de artículos de colección. Pero existen muchas maneras de disfrutar Star Wars, aunque no tengas dinero”.

“Hay que verla por lo menos tres veces y prestar atención, porque deja muchos cables sueltos. El nuevo director J.J. Abrams le dio un toque mágico y moderno. Todos los objetos de colección se han vuelto extremadamente costosos, sobre todo los sables de luz. Pero como fan, uno trata de hacer el esfuerzo. Esto se trata más que todo de ponerle corazón”, suspiró Paco Martínez, presidente del Consejo Jedi.

La nueva generación
Aayla Secura (Diana Vieira), con el vientre azul al aire, y una inédita versión de Anakin Skywalker con copete a lo Tokio Hotel (Andrés Aguiar), ambos veinteañeros, coincidieron cada uno por su lado: era la primera vez en sus vidas que veían una película de Star Wars en una sala de cine. “Una vez estaban pasando un maratón en el canal TNT, empecé a ver las películas y me atraparon. Lo mejor de la nueva película es la protagonista, Rey”, opinó Aayla, integrante del club Jedi Council Venezuela. “No necesitas ponerte un traje para ser fan. Este sable me lo traje de afuera, cuando existía el cupo de Internet. Mi papá me regaló sus juguetes de niño y así me uní a la Fuerza. Episodio VII llenó las expectativas, se acercó a la secuela original. Muchas preguntas quedan. Y espero que con el Episodio VIII de 2017 surjan otras interrogantes nuevas”, indicó el Anakin-Cristiano Ronaldo antes de emitir un zumbido con su láser (verde).

Un Kylo Ren (con el nuevo modelo de sable escarlata en forma de cruz, arma corta y larga a la vez, en este caso improvisada en versión opaca con una tubería) llamado Germán posó gratis para las fotos con su esposa en la vida real, Natascha, metida en el vaporoso uniforme de recogelatas desértica de Rey: los nuevos herederos del lado oscuro y el lado luminoso de la Fuerza, respectivamente, aunque por ahora no está en sus planes un divorcio.

Sin quitarse el casco, Kylo marcó distancia con respecto a Darth Vader, a pesar del acento asmático (este redactor se lo había topado en el baño de caballeros antes de la función, como si la mismísima Pelona se vaciara en un urinario; no me pregunte cómo hizo para mear sin levantarse la batola): “No soy un Lord Sith, sino un iniciado en el lado oscuro. Vader era un elegido para darle equilibrio a la Fuerza, y por eso yo hablo con su máscara y me sirve de ejemplo e inspiración”. Es decir, algo así como un hijo de Chávez cualquiera. “Lo que más me encanta de este personaje es su sufrimiento, el realismo de su trama. Desde que vi los primeros spoilers de la película, me documenté mucho. Saqué los diseños en computadora y todo el traje lo hice casero, con ayuda de mi esposa, a pura inventiva”.

La Rey venezolana, con anteojos protectores de papel celofán, complementó: “Nos casamos hace cinco años y mi esposo me transmitió la Fuerza. Más que todo quería un traje que no me diera mucho calor. Rey es una chica fuerte y audaz, justo lo que yo esperaba. De chatarrera avanzó hasta convertirse en guerrera. Ahora sí que las mujeres tomamos el poder en Star Wars”.

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