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Asfixiados, otra vez: El uno a uno de Venezuela ante Ecuador

"Son buenos, pero son pocos", decía Rafael Dudamel en la rueda de prensa previa al partido en el Atahualpa. Y sí, son pocos los jugadores que pueden dar la cara en el alto nivel de exigencia que tiene la competencia futbolística más difícil del mundo como lo es la eliminatoria sudamericana. Quedó demostrado hoy, cuando una Venezuela asfixiada hasta los tuétanos, no pudo resistir ante una Ecuador que goleó sin despeinarse.

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Foto: JUAN CEVALLOS / AFP

Dudamel no traicionó a ninguno de los que regalaron al país la única alegría de este tortuoso e inmisericorde camino llamado premundial. Los que sacaron las castañas del fuego el pasado jueves hoy tenían la más dura prueba y no les alcanzó. Sin Rómulo Otero ni Rolf Feltscher, sus variantes, Adalberto Peñaranda y Rubert Quijada, no marcaron diferencia. Dudamel apostó por los mismos, tenía el derecho de hacerlo: ¿por qué no jugársela con quienes hasta ahora habían entendido el momento? Era una opción obligada porque no había de dónde más. Sin embargo, cuando pudo ajustar algo en una zona defensiva desbordada, prefirió modificar nombres ofensivos, cuando todos naufragaban arriba. Una jugada que le salió errada al seleccionador.

Hoy el rival fue una renacida Ecuador y, suene a excusa o no, también la rudeza de la altura. No hubo ningún tipo de preparación para este choque, como alguna vez se haya advertido en procesos anteriores y la consecuencia ha sido letal. El grupo aguantó estoicamente un solo tiempo, pero se desmoronó en el otro. Nublados en reacción por los efectos del poco oxígeno y el desorden general, y sin la chispa desde el banco de un apoyo para una defensa que hacía aguas, Ecuador insistió en su mejor fórmula: tiró tantos centros que alguno debía terminar en gol. Fueron dos así, el otro, en un contraataque fulminante.

¿Positivo? El grupo que vivió la euforia de un 5-0 a favor, ahora aprende que en este escenario, no se puede ceder ni la más mínima ventaja. De la gloria al averno en cinco días. ¿Positivo? Falta una fecha menos para que se acabe esta historia cruel tan larga.

El guión siguió siendo el de la misma película: desatenciones (Arturo Mina no podía cabecear sin marca), espacios libres, desorden. No hay forma de mantener el tipo. Los logros son hazañas, no hay continuidad de buen juego.

El uno a uno:

Dani Hernández: Pletórico. En las que fue exigido, cumplió a gran nivel. No pudo hacer nada en ninguno de los tres goles. Duele que un gran arquero tenga que soportar este mal momento colectivo justo en su mayor madurez. Nada que reprocharle.

Alexander González: Como el desempeño del grupo, fue de más a menos. Controló los avances de Miller Bolaños por 45 minutos, pero en el resto, fue desbordado sin piedad. El auxilio necesario de un Roberto Rosales que brindara un respiro nunca llegó y su imagen desesperada como señuelo ante tres atacantes en el tercer gol es la demostración de lo impotente que terminó su desempeño.

Oswaldo Vizcarrondo: Bien en el primer tiempo cortando hasta por bajo los intentos de Ecuador, pero con el pasar del partido se fue sumergiendo en la neutralidad de la altura y se vio lento de ideas y reacción. Dejar cabecear con tanta libertad a Arturo Mina es responsabilidad de advertencia del defensor más experimentado. Volvió a mostrar su cara de irregularidad.

Mikel Villanueva: Dudamel ya lo acoge en su grupo como un central y eso, quizá, tuvo un alto costo contra Ecuador. Volvió a formar dupla con Vizcarrondo, en evidente demostración de que el técnico quiere darle minutos a la pareja, pero también se disminuyó cuando el ahogo se hizo presente. Consume minutos, experiencia y goles en contra, necesarios para formarse como más que una opción en la zaga.

Rubert Quijada: Dio razón a quienes le critican su disciplina táctica, pero le ha tocado en los momentos más rudos (debutó ante España en Málaga y en partidos oficiales ante Ecuador en Quito). Renato Ibarra lo sometió por la banda y quedó más expuesto cuando Adalberto Peñaranda dejó de ayudarlo en el relevo. Es el único lateral izquierdo convocable del concierto nacional y le cuesta un mundo nivelarse ante la exigencia. No hay más opciones.

Tomás Rincón: Pareciera que necesita encontrar un compañero fijo para saber cuál será su rol definitivo en la selección. Ante Ecuador bregó, le dio una patada innecesaria a Mina y echó una mano a los centrales, pero esa no debería ser su función. El debate se abre precisamente en ese aspecto: ¿Qué peso tiene o debe tener el tachirense en la Vinotinto? No es casual que los malos resultados coincidan con su bajísimo nivel en el combinado nacional.

Renzo Zambrano: Dudamel le volvió a dar la confianza pero la exigencia del choque se lo terminó tragando. Corredizo, movedizo, luchador, pero aislado de la trascendencia. La tercera opción para acompañar a Rincón hoy fue tímido, lejos de lo mostrado en su debut. Es necesario que quien se ubique de “5” en este esquema se atornille a punta de minutos y experiencia. Veremos si el seleccionador lo entenderá así.

Jhon Murillo: No era el partido para él. Pedirle que dosifique es antinatura. Se vio incómodo tratando de no apurar en carreras que podían ser innecesarias, como la que terminó en el gol de Otero contra Bolivia. Aislado y muy sacrificado en defensa, el partido lo sacó.

Adalberto Peñaranda: Su irreverencia viene siendo proporcional a su intrascendencia. Mete y lucha para recuperar, avanza a punta de túneles, roulettes y fintas, pero hasta ahí. No es decisivo, es individual y se purga en las intentonas. Su ritmo de competición lo está afectando en el desempeño con la Vinotinto.

Jacobo Kouffati: Poquito y se lesionó. Vaya mala suerte la que tiene el del Cuenca. En el partido donde más titular sería, se vio afectado por una torcedura y tuvo que abandonar la cancha.

Josef Martínez: Batallar, correr y poco más. Aislado por el funcionamiento colectivo, cuando el partido pidió la reacción, ya estaban agotados, hasta él, que siempre conserva la reserva de combustible. El más regular de la eliminatoria cayó en el ahogo grupal.

Cariaco González: Se nota ansioso. Se evidenció ante Bolivia y ante Ecuador también. Su entrada por Kouffati sacrificó la marca y el equipo terminó pagándolo. Su situación demuestra cuán distante está el nivel del juego del fútbol local con la competencia internacional.

Christian Santos: Ingresó a la cancha cuando su presencia era lo que menos se necesitaba. Con un equipo fundido físicamente desde el minuto 60’, poco era lo que podía aportar un delantero como él.

Yeferson Soteldo: Otra vez, salió al ruedo para darle vitalidad a la zona ofensiva y poco pudo hacer. Una pelota perdida por él terminó en gol.

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