Venezuela

VIDEOS | Así viví la explosión de Amuay

Un taxista, dos trabajadores de Pdvsa, un paramédico y un vecino del barrio Alí Primera accedieron a contar la experiencia vivida esa madrugada del 25 de agosto de 2012. La mayoría de los testimonios coinciden en que ese día hubo más muertos de los que el gobierno se atreve a admitir. El olvido junto con la desinformación cubren como un manto opaco los hechos. Sin embargo, todos los entrevistados insistieron en lo mismo: no se puede olvidar. Esta nota fue publicada por primera vez en 2015.

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Fotos y videos: Andrea Hernández

La explosión generada por una fuga de gas en el bloque 23 de almacenamiento de la Refinería de Amuay tuvo su impacto más evidente en el destacamento 44 de la Guardia Nacional, a pocos metros de las instalaciones. Hoy ni siquiera quedan las cerámicas en el piso que suelen delatar que -antes del estallido- familias habitaban ese espacio. 
Darvis González, paramédico de la Policlínica Especialidades, a 7 kilómetros de la complejo, estaba de guardia ese día cuando escuchó el estruendo que sonó «como 20 truenos al mismo tiempo».
«La gente corría y de repente vimos mucho humo saliendo por la refinería. El humo era muy alto, muchas llamas. Un guardia que nos tocó levantar sacándolo de la ambulancia venía de paseo con la familia y bueno, cosas de Dios. Él nos cuenta cuando lo atendíamos que al principio pensaron que era un terremoto, pero cuando vieron que se está desplomando la pared él se metió debajo de una mesa. No le dio chance de que se ocultara la familia, se le murieron la esposa y sus dos hijos en brazos. Fue muy triste», relata.

González asegura que ese día él solo levantó como 20 cuerpos, algunos desmembrados. «El destacamento se llevó la peor parte, hasta había perros pegados de la pared por la explosión. Carros volteados y quemados», recuerda.
Años después, afirma que nada ha cambiado mucho. «Lo que hicieron fue desalojar las casas, la panadería la mudaron hacia atrás, pero ya no es lo mismo de antes. Nunca dieron el cifrado completo de cuantas muertes hubo en ese momento», recordó.
El vecino del barrio Alí Primera, Alexander Bravo, cuenta que cada vez que se cae un plato de metal toda su familia brinca. Cada sonido que sale de esa refinería les pone los pelos de punta, les trae recuerdos que no son bienvenidos.

«Yo estaba trabajando a las 12 a eso de cinco para la una vi que se iluminó el cielo y como a los dos, tres segundos se oyó la explosión.
Estaba como un kilómetro y medio de la explosión, no me pasó nada porque afortunadamente no me tocaba», relató Enrique Gómez un taxista de 32 años. Su carro no sufrió daños, pero lo que vio después lo impactó. Ambulancias, personas heridas, guardias nacionales mutilados. «Allí hubo más muertos, lo que pasa es que tu sabes como es. La gente no se olvida de eso», expresó.
Para él, la explosión ocasionó «un trauma» en la gente de la zona. «Cuando ven que la refinería está echando mucho humo o que huele mucho a gas o cualquier cosa, andan con eso, con miedo», dijo.
Albert Acosta era un inspector contratado por Pdvsa. Para la medianoche ya sabía que una fuga de gas invadía las instalaciones. No obstante, sus superiores le aseguraron que «todo estaba controlado». El estallido lo dejó en el suelo e inconsciente. Se despertó con varias costillas rotas y parcialmente sordo. Todavía espera su indemnización y no puede trabajar porque carga un carnet de discapacitado que le impide trabajar. Si logra ser un empleado de nuevo, se puede olvidar de la compensación por parte de la petrolera.

El andamiero Franklin Chuello acarrea las mismas inquietudes que su compañero Acosta y se pregunta que por qué no quieren pagarles. Explica que a pesar de todas las diligencias que ha hecho no ha recibido ni un centavo. Sigue esperando.

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