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Bad Blood:‌ ‌La mejor mafia es de no ficción

La serie canadiense está disponible en Netflix y es narrada, en primera persona, por un ficticio lugarteniente del capo italiano, Vito Rizzuto, fallecido en 2013 y responsable de hacer de la ciudad de Montreal un centro neurálgico de distribución de droga hacia Estados Unidos y Europa

Bad Blood
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«Para combatir la mafia con eficacia, no debemos convertirnos en ese monstruo. Debemos reconocer que la mafia se nos parece», dijo el juez italiano Giovanni Falcone, asesinado por la mafia italiana en 1992, cuya labor por derrocar el imperio criminal más vasto y famoso de todos los tiempos quedó relatada en el libro Cosa Nostra, del periodista John Dickie. La investigación abarca desde los orígenes pueblerinos de la mafia, hasta su injerencia en las altas esferas del poder político y económico más allá de las fronteras italianas.

La frase de Falcone es también el inicio de “Bad Blood”, serie canadiense disponible en Netflix que narra los últimos años de Vito Rizzuto, el jefe de la mafia siciliana en Montreal, quien murió en 2013 por “causas naturales”, de acuerdo a la autopsia.

Bad Blood está basada en el libro Bussiness or Blood: Mafia Boss Vito Rizzuto’s Last War, de Antonio Nicaso, investigador, escritor y profesor universitario, especializado en mafia calabresa, también docente de la cátedra de “Historia social del Crimen Organizado en Canadá”, cuya investigación sobre Rizzuto, motivó al guionista y director canadiense Simon Barry, a crear una de las narrativas gangster más intrigantes —después de Peaky Blinders, claro— de la última década.

¿Quién es Vito Rizzuto?

El cast es excelente

Anthony LaPaglia se adueña de la serie desde la primera escena: Vito Rizzuto, el todopoderoso jefe de la Cosa Nostra, propone no solo una tregua a los jefes de las demás bandas criminales de Montreal (moteros, irlandeses, haitianos, etcétera), sino trabajar juntos y hacer mancuerna para construir un imperio criminal sin precedentes en la historia de Canadá.

Y lo logra.

Kim Coates —Alex Trager, en Sons of Anarchy— narra la serie en su papel de Declan Gardiner, lugarteniente irlandés e hijo putativo del patriarca mafioso, interpretado por LaPaglia.
El padre de Rizzuto está interpretado, nada menos, que por Paul Sorvino, típico fenotipo italoamericano, recordado por interpretar a Paul Cicero en Goodfellas (1990) y al ex secretario de Estados Unidos, Henry Kissinger, en Nixon (1995).

La familia Rizzuto fue comidilla de las noticias canadienses por tráfico de cocaína, heroína, hash y una fortuna enorme imposible de lavar.

El dúo LaPaglia-Sorvino imprime el código, gestos, ademanes, usos y costumbres de lo que, cinematográficamente, conocemos como familias-mafiosas-italianas. Pero esta no es una crítica negativa: el relato de no ficción construido por Nicaso y Barry suele hacernos evocar cuadros de la familia Corleone, sin que estos lleguen a resultar clichés que, por familiares, resulten estéticamente incómodos.

“Bad Blood”, al estar narrada en la primera persona del matón Gardiner, le permite a la audiencia ser testigo de la violencia pura y dura de las guerras entre grupos criminales. Gardiner es el perro fiel de Vito, el chico malo, respetado entre adeptos y rivales, cuya prioridad es la seguridad de los Rizzuto, por lo que hace lo mejor que puede, fracasando estrepitosamente en el intento.
Los Rizzuto, uno a uno, van cayendo, siendo Vito el último sobreviviente.

El patriarca cuyo otoño comenzó al enterrar al hijo y al padre, mientras libraba una última guerra para asentar su amenazada jerarquía en el mundo criminal.

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