El Estímulo

Baile francés en código Emery

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(AFP)

Partido de esmoquin, de gala, con dos equipos que entienden este juego a partir de la asociación y la cooperación. Ante la mirada del universo futbolístico, Unai Emery dio una lección magistral de cómo jugarle al FC Barcelona. El resultado dice que fueron cuatro goles, pero el juego expresa que lo que pasó en el Parque de los Príncipes fue un baile inolvidable.

Los partidos son cualquier cosa menos lo que se anuncia en las previas y antesalas. Lo que se anunciaba como un duelo por la tenencia de la pelota no fue tal; el PSG monopolizó la titularidad del balón y la explotación de los espacios, poniendo en práctica una fórmula perfecta para jugar y someter aun Barcelona que no tenía reacción. La receta: mucha dinámica y solidaridad. 

Desde el inicio del partido hasta el primer gol, el local presionó como perro hambriento, recortándole el campo los blaugranas e impidiendo que estos reaccionaran. Fue tan asfixiante el pressing que probablemente no recordemos actuaciones tan grises de futbolistas diferenciales como Andrés Iniesta, Lionel Messi y el mismo Sergio Busquets. Pero ni el “5” ni otro futbolista puede, por sí solo, reaccionar ante semejante puesta en escena del conjunto parisino.

Todo este dispositivo creado por el entrenador español nació en el avance frenético de los delanteros y la ocupación de los espacios por los costados. Julian Draxler y Ángel Di María dominaron las bandas, ensanchando y alargando el campo , y, ante cualquier intento blaugrana de saltar o resolver esa presión, fueron catapultas que lanzaban al resto de sus compañeros en búsqueda del arco de Marc Ter Stegen. Edison Cavani era el faro, pero los parisinos no dependieron del atacante uruguayo para generar peligro: Matuidi, Verratti, Rabiot y hasta los laterales hacían apariciones indefendibles para un Barcelona sin respuesta ni reacción. Sólo Neymar Jr. Intentó activar a sus compañeros, pero ya se sabe, una sola piedra no hace montaña.

Marco Verratti merece unas líneas. El futbolista italiano vive una fabulosa etapa de crecimiento en la que mucho tiene que ver Emery, y es que el mediocampista ha ganado en comprensión del juego y en la identificación de su ubicación. Basta ver cada uno de sus retrocesos durante la primera etapa para corroborar que su partido fue de videoteca.

Por su parte, el Barcelona no pudo ni supo reaccionar. Sus recientes glorias continentales se construyeron a partir de un idioma y de unos jugadores que lo estudiaron desde chicos. Pero desde 2010, con la llegada de Sandro Rosell a la presidencia del buque catalán, aquello cambió, y los representantes del ABC blaugrana son cada vez menos en la primera plantilla. Hasta ese año, se cumplía la máxima “guardiolista”: «Si no encontramos lo que buscamos en casa, lo iremos a buscar fuera«. Desde entonces se instauró la idea de Andoni Zubizarreta: “Si no encontramos lo que buscamos fuera, trataremos dentro”.

Entregados a las jugadas, que no al juego, y ante un oponente formidable, los españoles no tuvieron respuesta. Las jugadas encandilan y llenan espacios en noticiarios; el juego requiere de un entendimiento que no llama la atención, pero que sostiene la forma de competir ante los grandes oponentes. No es una mera exageración: obsérvese nuevamente la exhibición del equipo de Emery para comprobarlo. Lejos de resentirse por la partida de Zlatan Ibrahimovic, su santo y seña hasta esta temporada, esta versión del PSG es la mejor que se ha visto en mucho tiempo, dominó y limitó al Barcelona a 5 disparos. Nadie sabe si ganará trofeos, pero el míster español ya ha superado su prueba más dura: demostrar su valía al mando de un plantel con muchas estrellas.

Quedan noventa minutos, pero el partido, más que los cuatro goles, dejó para el recuerdo una superioridad futbolística que invita a pensar que solamente una catástrofe evitaría la clasificación francesa.

Es fútbol, ya lo sé, pero eso es justamente lo que hace tiempo le viene faltando al equipo blaugrana, y sin juego, la cuesta parece aún más empinada de lo que es.

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