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Baroja: ¿Culpable o víctima del caos?

La vulnerabilidad en cuanto a personalidad es precisamente la principal característica que no parece haber convencido a Dudamel: la poca jerarquía y ascendencia de control sobre el grupo defensivo que mostró Baroja en la Selección.

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Foto: AP

De titular indiscutible en la Copa América de Chile en 2015 a quedarse fuera de una extensa lista de 40 futbolistas  (en la que figuran hasta tres jugadores juveniles) que anuncia a cuatro porteros como preselección para la Copa América Centenario 2016. No ha transcurrido siquiera un año entre cada evento y Alain Baroja ha pasado de ser un fijo en la Selección Nacional al más completo ostracismo. Del cielo al infierno en muy poco tiempo. ¿Las razones? Busquémoslas.
Nadie discute el lugar común que decreta a la posición de arquero como la más ingrata de la distribución de funciones en un equipo de fútbol. La soledad y el aislamiento en los entrenamientos solo son superados por las alegrías colectivas, una tapada milagrosa o un penal atajado. Momentos de emoción que terminan siendo fugaces, breves, y que a ojos del respetable espectador se diluyen ante la rutilancia e importancia de los goles o las jugadas preciosistas. Su exposición al escarnio es mayor en los fallos de un portero: ¿cuánto peso tiene una pifia de un guardavallas comparado con la falta de puntería de un artillero?
No ser tomado en cuenta entre cuatro colegas luego de ser titular (discutido en los últimos meses), de buenas a primeras, desnuda la actualidad de Baroja. Para algunos, ha sido el desempeño grupal el que se ha llevado su cabeza, siendo el chivo expiatorio que se contaminó de un desdichado funcionamiento que le dejó expuesto ante tanta inseguridad que le generaron sus compañeros en el campo. Sin embargo, otro análisis parte desde el punto de que es el guardameta quien debe contagiar a los suyos de la confianza necesaria cuando la situación anda mal.
Alain es un tipo muy tranquilo, callado, quizá en exceso cuando el cargo que cumple en un combinado que suele ser atacado por los delanteros rivales en más ocasiones que el resto de las selecciones del continente, requiere de liderazgo como añadidura. A su nombre se le achacan errores individuales, como los han tenido también referentes de la talla de Fernando Amorebieta, Alejandro Guerra, Oswaldo Vizcarrondo o Luis Manuel Seijas. Son fallos que responden a una sensación de vulnerabilidad que el meta del AEK de Atenas no supo manejar con el criterio necesario, convirtiéndolo hoy en el sacrificado que terminó dejando el fenecido proceso Sanvicente.
Sobre este punto, Daniel Nikolac, arquero del Marítimo, Mineros de Guayana y Selección Nacional en los noventas y quien fue parte del cuerpo técnico en el Caracas FC que formó a Baroja desde los quince años en la cantera roja, asegura que en una Selección como la de Venezuela es fundamental que su arquero sea el primero en transmitir seguridad: “Hubo dos o tres de los últimos partidos que Baroja pierde la confianza por las mismas situaciones de partido. Parece desde afuera que no transmitió tranquilidad en las anticipaciones de las jugadas”, indica.
La vulnerabilidad en cuanto a personalidad es precisamente la principal característica que no parece haber convencido a Dudamel: la poca jerarquía y ascendencia de control sobre el grupo defensivo que mostró Baroja en la Selección. Tan alarmante fue la situación que “Chita”,  su mentor, decidió dejarlo fuera del once en el catastrófico 1-4 ante Chile, en el que debutó de manera oficial como Vinotinto el imberbe José David Contreras, cuyo desparpajo y temple le han valido para entrar a competir por un puesto titular.
Nikolac también arguye otras especificidades de Baroja que supone, lo hacen quedar fuera de este primer llamado del actual entrenador Vinotinto y que tienen que ver con su juego: “La salida de Baroja en su juego es con pases largos y a Dudamel le gusta más una salida organizada, como la que puede ofrecer Dani Hernández o José Contreras”, explica, al tiempo que destaca que Alain es un arquero “bastante completo, en juego aéreo, precisión en saques largos y jugadas bajo los tres palos, pero en los últimos partidos no había demostrado esas cualidades, lamentablemente”.
A favor del meta caraqueño, también juega el hecho de que no pudo contar dos partidos seguidos con el mismo grupo de compañeros en la defensa. Amorebieta expulsado contra Perú en Copa América, Rosales sancionado, la prueba con Wilker Ángel en Bolivia, la intermitencia de “Sema” Velázquez y los ensayos para dar con un lateral zurdo no dieron la estabilidad de juego defensivo que pudiera beneficiar el acoplamiento de Baroja como indiscutible bajo los tres palos.
También, los tiempos para él fueron cortos. Decía el ex arquero alemán Oliver Kahn, que “si un portero quiere marcar una época, primero debe consolidarse para luego progresar, pero necesita cierto tiempo para llegar a entenderse con sus defensores con los ojos cerrados”. No más de diez fueron los encuentros para decretar hoy día que Alain no está para defender la valla del equipo patrio.
El arquero, ese pilar cervical de la columna vertebral de un equipo, hoy no está identificado en Venezuela. Contreras fue una medida de emergencia que solo el tiempo permitirá saber si es permanente. Por eso, preocupa la actualidad del arco nacional. Que el nuevo seleccionador haya sido un referente histórico en ese puesto hace entender por lógica que la solución llegará pronto y el primer paso ha sido llamar a Dani Hernández, otro guardavallas que hace vida en el fútbol extranjero y que ha encontrado en un modesto equipo como Tenerife la continuidad que había perdido. Nombres de otros jóvenes como Wuilker Faríñez y Eduardo Lima siguen siendo alternativas a largo plazo.
Alain Baroja seguirá avanzando en su carrera. Hoy es fijo en un club de buen nombre en Europa y nadie podrá arrebatarle el mérito de haber progresado a pasos agigantados en su desempeño. Conociéndolo, sabrá que las puertas aún no están cerradas y pese a lo difícil que es convencer a otro arquero de sus cualidades, no dejará de intentar volver.
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