Beato José Gregorio Hernández podría ser declarado Santo Súbito

El delicado proceso para declarar santo a alguien comienza generalmente en la diócesis donde el candidato vivió o murió. El postulador recaba testimonios y documentos y le presenta el informe a la Congregación para las Causas de los Santos. Si la Congregación aprueba la solicitud, el dossier es remitido al papa, quien firma un decreto promulgando “las virtudes heroicas” del candidato.

A partir de allí, el trabajo del postulador es hallar evidencias de que alguien quedó curado milagrosamente por haber rezado al candidato. Si se comprueba que no hay una explicación científica para la cura, el caso es presentado ante la Congregación como el posible milagro necesario para la beatificación.

Comisiones de médicos, teólogos, obispos y cardenales deberán certificar que la cura fue instantánea, total y duradera, y que fue gracias a la intercesión del candidato. Luego la Congregación emite el expediente al pontífice, quien firma un decreto afirmando que el candidato puede ser beatificado.

Para la canonización, hace falta un segundo milagro.

Excepciones a la normativa

Sin embargo, hay veces cuando la canonización se lleva a cabo de forma expedita. Por ejemplo, en el caso de los mártires. Y menos común, pero también posible, por aclamación. No se trata ni de un atajo ni de ninguna simplificación o decisión arbitraria, sino de una excepción que está contemplada en la normativa y que ha tenido varios antecedentes.

En la historia reciente de las canonizaciones, una de las excepciones se encuentra, por ejemplo, en los Santos Mártires chinos (Agustín Zhao Rong y sus 119 compañeros) que fueron proclamados santos por Juan Pablo II en 2000. Ellos llegaron a la beatificación con procedimientos regulares en diferentes momentos.

Sus causas fueron unificadas con la firma del decreto de signis. Juan Pablo II, dispensando a cada uno de ellos del milagro, los inscribió directamente entre los santos el primero de octubre del año del Gran Jubileo.

Otro de los casos fue la acelerada canonización de Juan Pablo II, que comenzó durante su misa fúnebre, cuando la multitud comenzó a cantar “¡Santo Súbito! ¡Santo Súbito!”.

Ante el clamor, el papa Benedicto dio por superado el periodo de cinco años que deben pasar antes de que comience una investigación de santidad, permitiendo que el proceso se iniciara poco después de su muerte.

El Vaticano beatificó a Juan XXIII en el 2000 después de certificar que una monja italiana, que sufría de una hemorragia gástrica, se curó milagrosamente. El papa Francisco suspendió la exigencia del segundo milagro, mediante una aprobación pro gratia a fin de poder canonizar a Juan XXIII junto con Juan Pablo II.

¿Sucederá así con el beato José Gregorio Hernández?

José Gregorio: santificación cercana

Todo parece indicar que la canonización del beato José Gregorio Hernández está más cerca de lo que parece. Así lo expresó la Arquidiócesis de Caracas a través de sus cuentas oficiales de Twitter e Instagram el 2 de agosto. El vicepostulador actual, presbítero Gerardino Barracchini declaró que se espera que la ceremonia de canonización se lleve a cabo el próximo año.

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Sin embargo, no parece que, en esta oportunidad, la canonización espere por un segundo milagro certificado. Sino que más bien, parecería que se dará por alguna de las excepciones a la normativa, especialmente la de aclamación. Para nadie es un secreto que el beato José Gregorio Hernández es Santo Súbito, desde el mismo momento de su muerte.

A partir de su beatificación, realizada el pasado 30 de abril, su devoción dejó de ser local. Ahora es una devoción global. Muchos lugares solicitaron reliquias y veneran a la figura del beato como el médico de los milagros.

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Así lo declaró el padre Barracchini, a través de los medios de la arquidiócesis de Caracas expresando que: “Se han pedido reliquias de primer grado desde muchos lugares del mundo. Esto cual significa que la devoción al beato se ha acrecentado significativamente”.

En muchos lugares del mundo se han levantado capillas e imágenes en honor al llamado médico de los pobres.

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Quizás sería justo que, después de haber pasado un largo proceso de 72 años desde que se formuló el pedido hasta la beatificación, la Iglesia considere agilizar la canonización y reconocer, de una vez por todas, la santidad de quien podría convertirse en el primer santo venezolano.