Venezuela

Benigno Alarcón: Hay que definir liderazgo unitario para lograr transición

El director del Centro de Estudios Políticos y Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Benigno Alarcón, dijo que el sector democrático del país está obligado a definir un liderazgo unitario que tenga la capacidad de ganar una contienda electoral sin las condiciones y garantías ideales.

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Asimismo, indicó que tal líder debe tener la legitimidad necesaria para desarrollar las tareas propias de una transición durante un periodo que nunca podría ser menor a dos años, en cualquiera de los escenarios que pueda plantearse: “Bien sea en el escenario de una salida electoral producto de un error de cálculo del régimen, de una transición electoral negociada, o de una elección posterior a una ruptura”.
Alarcón advierte que el sector democrático del país se encuentra sumido en la más profunda confusión y parálisis: “No podemos hacer responsable a ningún líder en particular de esta situación, pero mientras no se tomen decisiones, todos sin excepción, bien sea por acción u omisión, somos corresponsables de esta debacle”.
Considera que las dificultades para alcanzar acuerdos en la oposición tienen más que ver con condiciones estructurales de la situación, que con los actores mismos.

Movilizar la sociedad

El planteamiento de Alarcón está hecho en la sección Carta del Director, en el portal PolitikaUcab.net, donde señala: “En la medida que el país renuncie a la convicción de que el cambio político está en sus manos y no en factores o actores externos, el régimen habrá logrado desmovilizar al país y afianzarse en el poder (…) pero también es cierto que sin la conformación de una amplia coalición social y política nadie podrá llevar adelante la titánica tarea de generar un cambio político y transformar a Venezuela en un país normal”.
Expresa que “hoy, cuando la desesperanza pareciera ser el sentimiento dominante en una sociedad (…) sabemos (…) que levantar las expectativas y movilizar a la sociedad nuevamente no solo es posible, sino imprescindible para lograr el tan anhelado cambio político”.
Agrega que “lo que no puede hacerse es volver a movilizar a la sociedad nuevamente sin una estrategia y objetivos claramente definidos, convirtiendo, de manera errónea, a la movilización en un fin en si misma y no en el medio a través del cual producir una transición democrática”.

Alarcón está convencido de que una transición democrática pacifica y sin derramamientos de sangre sigue siendo posible en Venezuela, independientemente de la demostrada falta de disposición del régimen a encontrar salidas negociadas a la situación y su disposición a utilizar toda la fuerza disponible para mantenerse en el poder.
Plantea una ruta estratégica que debe considerar, al menos, cinco componentes básicos: Presión interna, presión internacional, reducción de los costos de tolerancia, tener un plan para un gobierno que atienda la gobernabilidad durante la transición, y prepararse para una elección presidencial.
Dentro de la presión interna destaca la necesidad de crear las condiciones para una acción colectiva coordinada y sostenible, no violenta, “y tal como sucede con una gran orquesta, ello demanda organización, planificación y ejecución con una sola partitura y bajo una sola dirección o liderazgo”.

El liderazgo necesario

El director estima que la ruta descrita demanda un factor común para su desarrollo exitoso: un liderazgo que asuma la dirección y vocería única del proceso, que debe desarrollarse bajo un plan debidamente concebido.
Insiste en que la transición, como ha sucedido en la mayoría de los casos en el mundo, exige la definición de su liderazgo y de una estrategia única que permita orquestar la presión interna e internacional, asumir la vocería que permita construir una visión de país y la interlocución con quienes estén dispuestos a negociar.
Un liderazgo con un equipo y un plan de gobierno apropiados a los desafíos de un proceso de democratización, y alrededor del que se construya el consenso y apoyo necesarios para garantizar su éxito en una elección que lo envista de la legitimidad imprescindible para emprender los cambios urgentes que el país necesita, pero que no resultaran sencillos.
“Tal liderazgo, para ser efectivo, demanda un importante nivel de consenso, por lo que difícilmente puede derivarse de un acuerdo entre elites partidistas. Tales liderazgos, normalmente, son legitimados desde las propias bases, bien sea mediante procesos formales, como una primaria o, ante la falta de reglas y procesos que permitan su elección, terminan por emerger y abrirse paso en medio de las dificultades y desafíos propios de un proceso de cambio político”.

Concluye Alarcón que “las circunstancias y condiciones bajo las cuales se celebró la elección presidencial del pasado mes de mayo hacen imposible para la comunidad internacional democrática el reconocimiento de la presidencia de Maduro a partir de la Enero de 2019″.
«Tal situación constituye una nueva ventana de oportunidad que solo es posible aprovechar si, y solo si, el país y la comunidad internacional se unifican en torno a un solo objetivo: Elecciones Democráticas para elegir al Presidente que liderará un gobierno de transición a partir de Enero de 2019”.]]>

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