Opinión

Y la democracia prevaleció

La articulista Carolina Jaimes Branger escribe estas líneas justo después de ver la ceremonia de entrada a la Casa Blanca de la pareja Biden-Harris: un acto democrático que conduce a pensar en lo que se ha perdido en casa

Biden
AFP
Publicidad

Sigo pensando en “el día después” para Venezuela. Lo pensé mientras Chávez estuvo vivo, aunque “el día después” no fue lo que esperaba, pues quedó Maduro, con el mismo discurso de odio y división de Chávez y complejos de todo tipo sembrados en su alma y en las de sus seguidores.

A Estados Unidos le llegó su “día después”. La inauguración de Joe Biden como cuadragésimo sexto presidente fue como él: sencilla, amable, franca. Su discurso versó sobre la democracia: de su fortaleza, de su fragilidad, y de cómo prevaleció a pesar de todo. Las instituciones americanas mostraron al mundo su fortaleza, justamente de lo que carecemos en Venezuela.

“Debemos poner fin a esta guerra incivil: rojo contra azul, rural frente a urbano, conservador versus liberal», dijo Biden: “Podemos hacer esto si abrimos nuestras almas en lugar de endurecer nuestros corazones, si mostramos un poco de tolerancia y humildad, y si estamos dispuestos a ponernos en el lugar de la otra persona, como diría mi mamá”.

“Gobernaré para quienes votaron por mí y para quienes no votaron por mí, seré un presidente para todos los americanos”. Y me alegra, lo digo todas las veces que pueda, que Biden haya ganado las elecciones, pues el rumbo que estaban tomando los Estados Unidos bajo la presidencia de Trump era el que los venezolanos conocemos demasiado bien. Podían haber desembocado en una guerra civil… el peligro de alentar a los radicales ¡de eso tenemos un PhD en Venezuela!

“Unidad en el momento de crisis nacional”, fue la promesa de Biden. “Unidad”, un valor que ha sido tan elusivo para la oposición venezolana. Cuando la mortalidad por causa de una pandemia tan mal manejada ha alcanzado sus mayores cifras, es necesario tener a un presidente que “ponga su alma en ello”.

Y menos mal que Trump no asistió… lo más seguro es que hubiéramos presenciado un último desplante de quien ejerció su cargo más como un niño malcriado, de berrinche en berrinche.

En cambio, los expresidentes Clinton, Bush y Obama, acompañados de sus esposas, hicieron acto de presencia para reforzar el discurso de unidad. Después del acto de juramentación, el nuevo presidente, acompañado de los tres expresidentes, se dirigieron a colocar una ofrenda floral en la tumba del soldado desconocido en el Cementerio de Arlington.

El racismo exacerbado y la misoginia de los últimos años también fue vencido: Kamala Harris es la primera mujer vicepresidente, además de ser afroamericana con ascendientes surasiáticos, una extraordinaria muestra de la multiculturalidad de la sociedad estadounidense. Aquella historia de “los americanos de verdad” se “parece igualito” a la misma que Chávez inventó aquí sobre los “venezolanos de verdad”.

Para mí, lo más emocionante fue la intervención de Amanda Gorman, la poeta más joven en una inauguración presidencial. Su poema “La colina que escalamos” (“The hill we climb”) hizo alusión a la unión y a la esperanza, pero también a los trágicos sucesos del Capitolio hace dos semanas. Maya Angelou tiene una sucesora de lujo.

Hoy el mundo presenció cómo la democracia prevaleció. Porque con todos sus defectos, sigue siendo el mejor de los sistemas de gobierno.

Publicidad
Publicidad