Venezuela

El resurgir de los restaurantes de Vargas

Los deslaves de 1999 afectaron duramente a los restaurantes de Vargas. A 20 años de la tragedia, la mayoría ha vuelto a encender sus fogones

Restaurantes de Vargas
Daniel Hernández
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Las lluvias extraordinarias que enfrentó Vargas en 1.999  y que produjeron los deslaves entre el 15 y 16 de diciembre, no solo cambiaron la vida y la geografía de la entidad costera y de sus habitantes. También afectó duramente a uno de los sectores que mantenía la economía local: los servicios de hospedaje y restaurantes de Vargas.

De acuerdo a cifras de la Cámara de Comercio de La Guaira, 62% de los locales de venta de comida en Vargas, desde quioscos de las playas hasta restaurantes establecidos, se vieron afectados con el deslave.

Transcurridas dos décadas, la mayoría de los restaurantes de Vargas afectados en 1.999 han vuelto a abrir sus puertas.

Restaurantes de Vargas

Historias de empeño

Algunos restaurantes de Vargas cambiaron de dueño, muchos son ejemplo de perseverancia y visión, mientras que otros siguen luchando con la naturaleza para ser referencial en la memoria gustativa de residentes y visitantes del Litoral Central.

Sus fogones no se apagaron con esas lluvias y sus ganas de luchar por Vargas y por Venezuela los siguen manteniendo en el mapa gastronómico.

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El Santiago, apostando a futuro

El 16 de diciembre de 1999, la vida de Vidal Acosta recibió un duro revés.

Tenía en ese momento unos 40 años residenciado en las costas venezolanas y llevaba adelante su restaurante a la orilla del mar, el Santiago, cuando las lluvias extraordinarias desataron una serie de deslaves, que afectaron su vivienda en Caraballeda y el restaurante y posada que había levantado en Macuto.

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Pasado un mes en Caracas el hombre tomó una decisión contraria a los consejos de otros amigos y paisanos: regresar a Macuto, otra vez, a vivir y rescatar lo que era suyo.

“Cada vez que alguien me lo pregunta, respondo lo mismo: la mejor decisión que he tomado en la vida, fue regresar a Vargas de inmediato y luchar por lo que había construido», dice.

«Uno escuchaba a muchos decir que esto no se iba a recuperar y yo siempre mantuve la esperanza”, cuenta Acosta, quien hoy divide su vida entre la costa venezolana y su natal Canarias, dejando frente al restaurante a sus hijos y socio.

Con visión de futuro

Para Acosta lo más fuerte fue enfrentar la soledad de los primeros tiempos, desde una barra que recibía escasa clientela.

“Al hotel lo convertimos en nuestra casa provisional y de a poco fuimos recuperando el punto. La gente perdió el miedo y volvió a la playa. Llegaban sorprendidos que estuviésemos abiertos».

«Mientras otros hablaban de marcharse, yo invertí, compré las estructuras vecinas para agrandar el hospedaje y remodelar el restaurante. 20 años después, podría decirse que tuve visión de futuro”.

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En los espacios del hotel y restaurante Santiago, las vivencias como sobreviviente de la Tragedia de Vargas y sus orígenes se plasman en las paredes.

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Se pueden apreciar letras de estribillos de cantos canarios, la presencia de la Virgen de la Candelaria y una entrevista realizada a Acosta en febrero del año 2000, publicada en el diario El Universal, cuando muy pocos varguenses estaban en Macuto.

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“Levantarse después de 1999 no ha sido fácil. Especialmente porque nos tocó enfrentar la vaguada del 2005 y la caída de viaducto en el año 2006. El sector turismo ha sufrido mucho en Vargas, pero por la gente, esa que prefiere nuestra comida, que viene a disfrutar de un viernes con su familia, que se hospeda por la atención que ofrecemos, por ellos valió la pena haber vuelto. Por nuestros trabajadores, por la gente que sabe que aquí siempre hay una mano amiga. A mí la vida me ha devuelto con creces, la fe que tuve cuando volví a Macuto”.

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Un inmenso pescado que no pierde su reinado

El icónico Rey del Pescado Frito mantiene su reino en las cercanías de Carmen de Uria.

A pesar de la destrucción que lo rodeó en diciembre de 1.999, el local empezó a trabajar casi de inmediato, en el mes de octubre del año 2.000.

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“El lugar se volvió famoso porque salió en una telenovela con Guillermo Dávila y Alba Roversi. Entonces se puso de moda y la gente comenzó a venir a estas playas, que eran menos visitadas porque no tenían balneario”, recuerda Luís Mota, mesonero de El Rey del Pescado Frito y sobreviviente de Carmen de Uria.

La novela a la que se refiere Mota es “Ligia Elena” la telenovela que catapultó a la fama a Guillermo Dávila.

Aunque en 1.999 Mota no trabajaba en “El Rey del Pescado”, sino que era mesonero en una pollera emblemática de Carmen de Uria, “El pollito rey”, rememora como vecino la época de oro que vivieron los locales de comida de playa a la orilla de la carretera de la Costa de Vargas.

De esos seis emprendimientos solo dos, El Rey del Pescado y Pobre Juan, se mantienen operativos.

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Un canario con corazón caribe

El dueño del local que enfrentó la Tragedia de 1.999 era el canario Manuel Rodríguez, quien vivía en el Litoral Central desde su llegada al país en 1.958.

Rodríguez y su familia reactivaron el restaurante, pero no se acostumbraron a la cercanía de ese gran camposanto que es Carmen de Uria y decidieron partir a España.

Alquilaron primero el negocio y finalmente lo vendieron a sus actuales dueños, desde hace ochos años, los hermanos Orlando y Daniel Ferreira.

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“Logré salir de Carmen de Uria por milagro. Ese día perdí a mi esposa. Y nos llevaron a vivir a Guanare al Batallón Vuelvan Caras, pero yo no me hallaba allí, así que me devolví. Compré un terreno y levanté una casita en Naiguatá».

«‘El rey del Pescado Frito’ se convirtió en mi segunda oportunidad. Me volví a casar y ahora tengo una niña de tres años. La gente que viene a comer siempre nos pregunta y pues aquí siempre le contamos la experiencia, que la sobrevivimos y aquí seguimos”, refiere Mota, mientras muestra con orgullo el pescado fresco que ofrecerá a la fiel clientela que llegue al reino que resurgió del lodo y las piedras.

El río Naiguatá no apagó la cocina de la Fritería Táchira

Suena paradójico, pero uno de los restaurantes más emblemáticos del pueblo de Naiguatá, al extremo este de Vargas tiene sus orígenes en las montañas andinas.

La Fritería Táchira celebró el pasado mes de septiembre, 69 años de trabajo en la costa litoralense.

Al igual que con otros restaurantes de Vargas, ni las inundaciones de 1952, ni la tragedia en 1.999, lograron apagar sus fogones y apartar el legado de estos andinos de lo que hoy es su hogar.

Pero mantener el legado y la sazón típica de la Fritería Táchira no ha sido cosa fácil. Especialmente tras las lluvias excepcionales que se vivieron hace ya dos décadas.

Restaurantes de Vargas
Foto: Nadeska Noriega

La importancia de un legado

Horas de lluvia hicieron que el río de Naiguatá se desbordara e hiciera suyas las calles inmediatas del sector Pueblo Abajo.

La mayor furia la enfrentó el local y la vivienda de Oscar Camacaro, uno de los propietarios, que estaba ubicada justo al lado de la fritería.

A pesar del escenario poco alentador y de no saber, a ciencia cierta, si la recuperación de Vargas se llevaría a cabo o no, Camacaro y su prima y socia Betty Veliz, decidieron recuperar el restaurante, para mantener vivo el legado familiar, ese que inició Eloísa Sánchez Peñaloza en 1950.

“Nos pusimos entre todos a trabajar, a desenterrar el local y ver lo que podíamos rescatar. Ya en enero del 2000 la empresa Pepsi–Cola nos dio un local de esos de latón, para empezar a vender y comenzar a sacar el negocio adelante».

«Poco a poco las personas comenzaron a volver a Naiguatá, no solo los vecinos, sino los socios de los clubes y los temporadistas. Ellos hicieron posible que volviéramos a abrir nuestras puertas”, comenta.

Un viaje de recuerdos

Y es que la sazón de la Fritería Táchira lleva a muchos de los que llenan sus espacios hacia un viaje de recuerdos cuya base es la buena comida. Ya sea con productos marinos o una potente sopa, un pescado frito, tostones o un tradicional pabellón criollo acompañado de un postre, como el quesillo de la casa, aderezado con la calidez de la buena atención, que hace sentir a un comensal en su propio hogar.

Restaurantes de Vargas
Foto: Nadeska Noriega

Luego de dos años de intenso trabajo, la Fritería Táchira abrió el local arrasado, incorporando la casa de Camacaro, quien se había mudado a otra zona dentro del mismo pueblo de Naiguatá, para agrandar el comedor, mejorar los baños y contar con un estacionamiento.

«Me siento orgulloso de ser parte de este legado construido a través de tres generaciones. Hemos visto cómo ha crecido este rincón gastronómico a pesar de todos los tropiezos, manteniendo ese espíritu de seguir ofreciendo los mejores platos para nuestros clientes, tanto locales como a los visitantes y turistas».

Nada es obstáculo al tradicional Las Quince Letras.

Sin duda alguna, el restaurante Las Quince Letras es una de las referencias gastronómicas más importantes de la entidad costera.

El hotel y su restaurante, frente al Mar Caribe, en esa zona tranquila del sector Punta Brisas de Macuto, hizo del espacio un lugar a ser visitado por lugareños y visitantes, pues además del llamativo espacio, también tenía una carta llena de platos que obligaban a los comensales a llegar hasta Las Quince Letras.

Restaurantes de Vargas

El río El Cojo en 1.999 no fue condescendiente, ni con el restaurante Las Quince Letras, ni con su vecino, El Castillete de Armando Reverón.

Pero, en ese momento, uno de sus propietarios, Arturo Domínguez, decidió recuperar el brillo del restaurante estrella y así lo hizo.

Restaurantes de Vargas

Ya a mediados del año 2000 el restaurante estaba operativo, mudado momentáneamente al espacio para desayunar de los huéspedes del hotel y ya para el año 2001, el nuevo espacio moderno y fresco, con el gran farallón que permitía disfrutar del oleaje, estaba listo para recibir a los clientes.

Ese espacio frente al mar estuvo abierto hasta marzo 2018. En esa fecha se registró un fuerte mar de fondo en el litoral central. Las olas entraron al restaurante, con la misma furia que años antes lo había hecho el río, destrozando gran parte de la estructura.

Sigue el menú de lujo

Hoy, Las Quince Letras está operativo, pero nuevamente ha vuelto a los espacios internos del hotel, con la misma oferta gastronómica que lo convirtió en símbolo de la valía del litoral central, esperando para reponer el espacio frente al mar y que los fogones sigan trabajando frente al Mar Caribe.

Restaurantes de Vargas

“Si sorteamos la tragedia, también sortearemos este nuevo escollo”, refiere sin dudar Manolo Domínguez, otro de sus propietarios.

Restaurantes de Vargas

Los restaurantes de Vargas demostraron que sus fogones no se apagan, incluso a pesar de las peores tragedias.

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