Entre esos sitios maravillosos con los que cuenta Caracas, está la pastelería italiana Las Nieves que funciona desde 1954. Hace dos años cerraron sus puertas para "darle un cariñito" y como consecuencia surgieron infinidad de leyendas: "Que si vendieron, se murieron...". Pues no, el espacio necesitaba reinventarse, refrescarse y lo mejor es que la calidad seguirá tan deliciosa como antes
Fundada en 1954, la primera pastelería estaba ubicada en la PB de las residencias San Souci en Chacaíto y era regentada por los hermano Above. En los años 60, decidieron mudarse a una casa en El Rosal y no fue sino hasta el año 1974 que los hermanos Aldo y Salvatore Tarantini lo alquilaron para comprarlo en 1978.
Rostisseria deliciosa con comida preparada para consumir en el sitio o para llevar a casa, paninoteca y pastelería forman parte de la oferta que durante tantos años la familia Tarantini ha ofrecido a una clientela, sobre todo italiana, que ha alimentado así como visto crecer alrededor de tres generaciones.
Como era de esperarse, la casa que funcionaba desde 1974 ya necesitaba un cariño pues su tiempo de vida había dado más de lo que se esperaba. Por ello, se tomaron su tiempo y durante dos años hicieron las reformas necesarias. Cuando vuelvan los clientes, se encontrarán con un cambio de 180 grados siempre para mejor.
Marilena Tarantini, generación de relevo del local, comparte que el cambio venía porque la estructura dio lo que tenía que dar y hacía falta: «Muchas personas nos decían No remodelen, esa es la escencia del lugar pero ya había cumplido su tiempo de vida útil. La idea del nuevo local vino de mi papá, mi hermano y yo que sabíamos los conflictos que tenía el local y lo queríamos mejorar», aporta
Con un profundo respeto a la historia de este espacio, el responsable de esta remodelación fue Víctor Sánchez Taffur, arquitecto y docente desde 1994 así como profesor de proyectos de la Unidad Docente Nueve, Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela además de ser Director de Sánchez Taffur Arquitectos. Este proyecto fue concebido como una pastelería/museo donde en diversos espacios del lugar se podrán apreciar guiños de la antigua pastelería.
Como dato curioso, uno de los hornos más antiguos con los que cuenta Las Nieves, fue totalmente rescatado y quedó como nuevo. Si entran al baño, fíjense en los espejos, parte de ellos fueron hechos con piezas antiguas del local. Lo mismo sucede con algunos estantes del lugar.
Nueva imagen, la misma calidad
Las Nieves tenía que renovarse y reformarse en imagen, sin embargo, la calidad no ha cambiado. La familia Tarantini es muy seria y comprometida cuando de calidad se refiere y en esta nueva etapa no están dispuestos a ofrecer un mal producto dadas las circunstancias por las que pasa el país.
De hecho, el señor Aldo Tarantini durante todo este tiempo ha hecho pruebas, a puerta cerrada, con la materia prima que recibe para comprobar si las recetas salen tan perfectas como siempre o no. Por ello, casos como el canoli siciliano no saldrá por los momentos ya que no han conseguido la ricotta artesanal necesaria para la elaboración de este dulce.
¡Pero tranquilos! para los fanáticos de este lugar, se podrá contar con las famosas colas de langosta rellenas con crema pastelera o nutella que poseen gran fama. También habrá canolo de chocolate relleno con crema pastelera, tiramisú, la delicia de almendras que va al horno y su concha es durita y tostadita así como la torta de mazapán.
Otro de los platos por los que sienten debilidad los clientes de Las Nieves es por la focaccia que claramente tiene sus variantes dependiendo de la zona de donde provengan. La familia Tarantini es de Bari, al sur de Italia y en esa zona, la focaccia es gruesa, muy suave y la rellenan con mortadela con pistacho aunque aquí la preparan con jamón serrano, mozzarella y tomate, entre otras.
Para los amantes del café, la marca seleccionada será por ahora Buondi, un producto que ha resultado de calidad y del agrado de los dueños.
Pastelero desde los 11 años
Marilena comparte que su papá, el señor Aldo, es pastelero desde los 11 años: «Cuando le dijeron Tienes que ir a trabajar, él dijo que le gustaba la pastelería y comenzó en una pastelería en Trani, un pueblito ubicado en la Provincia de Bari. Al llegar a Venezuela trabajó primero en Gilda para luego montar su propio negocio», comenta su hija.
Durante todo este tiempo de reformas, cuando se prendieron los fogones y empezaron a cocinar otra vez, el señor Aldo arrancó a trabajar solo mientras se reincorporaba el resto del equipo. A la fecha, ya cuenta con cinco personas que trabajaban anteriormente con él y con quienes constantemente hace pruebas de recetas para garantizar la calidad a la que está acostumbrado.
«Todos los días llega materia prima nueva y mi papá hace pruebas hasta que siente que el resultado es el mismo producto o mejor. Pero, si no da con el resultado, no lo sacan al público. Todos los días llaman a pedir los canoli sicilianos y no los hemos podido hacer porque no hemos conseguido la ricotta artesanal que es la necesaria para hacer ese producto. Con la industrial no se puede. Antes de dañarlo, preferimos no bajar la calidad y no ofrecerlo. En cambio hacemos las cosas que queden igual o mejor», confiesa Marilena.
La invitación es a recordar los sabores italianos con la misma calidad de siempre en una versión física mejorada y que promete seguir haciendo país.
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