De estreno

Los comedores donde comparten los genios

Muchas palabras que empiezan con "A" en la lengua Española, son bellísimas y, con frecuencia, provienen de la cultura árabe como azahar, azafrán, albahaca, almohada, alquimia. También es la primera letra de nuestro alfabeto; por lo tanto, lleva la batuta

Fotos Diana Rangel
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Azafran y Alkimia, en los pasillos de la universidad de Johns Hopkins, no solo son nombres sino restaurantes que deleitan a quienes pasan por ellos. El primero, se encuentra en el Space Telescope Science Institute (llamado también el Instituto Hubble) y el segundo se encuentra ubicado en el corazón del centro de humanidades. Azafrán cumplió 10 años y Alkimia lleva cinco y estos deliciosos espacios están sazonados por la talentosa venezolana Irena Stein.
«Elegí el nombre Azafrán por ser una especie difícil de cosechar pero con un olor y sabor inolvidables. Abrir un café en una institución donde no había ninguna cultura de buena comida era un reto con un éxito poco probable. Pero, aun así, se ha transformado en el centro de encuentro diario de una comunidad de gente brillante, donde frecuentemente se habla de muchas galaxias, donde almuerzan premios Nobel, astronautas, poetas y físicos. Todos celebran nuestra presencia también. Esto es muy especial», comparte Irena.
Azafrán creció con enorme popularidad por presentar un menú muy sano y lleno de sabores poco comunes a pesar de su sencillez. En universidades, no es frecuente tener acceso a una comida fresca, deliciosa y enteramente hecha en el propio sitio.
Desde su inicio, Irena y su equipo se han comprometido con establecer costumbres sanas, tales como no ofrecer nada en botellas plásticas, transformar todos sus deshechos biodegradables en compost, comprar carne sin hormonas ni productos químicos y en los meses cálidos, traen vegetales y frutas de los agricultores locales. El café que sirven es orgánico y se consume en menos de 10 días de haber sido tostado para ellos.
En el caso de Alkimia, es el nombre perfecto para un café que se encuentra en un edificio donde se cruzan muchas disciplinas: historia, filosofía, lenguaje, cine donde se comparten infinidad de ideas y donde se produce un cierto tipo de alquimia.
Fuimos los primeros en Hopkins en establecer la política de «cero basura» y nos ganamos el primer premio de Hopkins otorgado por esfuerzos en sostenibilidad. La labor fue difícil, porque estos esfuerzos son costosos y estamos obligados a mantener precios accesibles para que la gente pueda venir a comer a diario.
Alkimia nació porque los estudiantes y profesores querían su propio «Azafranito». Este espacio y sus clientes son un matrimonio perfecto, enamorados el uno del otro.
Irena tiene 17 años en la ciudad de Baltimore, y por mucho tiempo ha querido dejar la huella de su cultura materna aquí: «Mi abuelo materno, Enrique Bernardo Nuñez, fue cónsul de Venezuela en esta ciudad en 1936. Ahora me toca a mí contribuir con el intercambio cultural», comparte.
Es por eso que ahora le toca el turno al restaurante Alma Cocina Latina que abrió recientemente, después de mucho sudor y lágrimas.
Esta propuesta presenta un menú cuyo tema central es la comida contemporánea de Venezuela pero mantiene una cocina creativa que va mas allá de las fronteras geográficas y en ella participan dos grandes cocineros venezolanos: Enrique Limardo y Federico Tischler.
«Me siento muy pero muy afortunada de poder trabajar con ellos en esta aventura culinaria y aprovecho de dar las gracias a Carlos García por habernos presentado. No puedo imaginar un mejor equipo para introducir esto sabores combinados con ingredientes jamás probados en esta ciudad».
¡La gente que nos rodea tiene la curiosidad bien picada! Creo que el juego de seducción va a ser bien divertido.

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