Lecturas sabrosas

Los mercados de Roma exhiben la intimidad de las comidas familiares italianas

Cuatro mercados de Roma, bulliciosos escenarios del modo de vida en la capital, acogen desde hoy una serie de exposiciones fotográficas con las que se ilustra la evolución de la gastronomía del país, emblema de la cultura italiana

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Bajo el título «Comida en familia. 1950-1980. Una historia italiana», la muestra recoge 180 instantáneas de familias en torno a la mesa y que evidencian las transformaciones gastronómicas y sociales por las que ha pasado el país.

Unos cambios que van desde la escasez de alimentos en los años cincuenta, marcados por la aún reciente Segunda Guerra Mundial, hasta el bienestar de los setenta, cuando los alimentos ya no eran una necesidad sino un placer ensalzado por la incipiente publicidad de la época.

Además de las fotografías, que comienzan en blanco y negro en la década de los cincuenta y a medida que pasan los años se tiñen de color, hay carteles de antiguos anuncios publicitarios en los que se dota de mayor atractivo a los alimentos en venta.

La muestra aborda las costumbres gastronómicas pero también la estética de las mesas, en torno a las cuales se sentaban los numerosos miembros de las familias italianas de la mitad del siglo pasado y que se afanaban en apurar una parca cazuela situada en el centro.

El paso de los años provocó cambios en los comedores italianos, que pasaron a lucir mantelería fina y a ser escenario de opíparos banquetes y celebraciones en las que no escaseaban el vino y el tabaco, servidos a menudo por criados.

Parte importante en la exposición pertenece al ámbito de la infancia, al mostrar a niños soplando las primeras velas de su cumpleaños, comiendo el exquisito «panettone» de Navidad o embadurnándose la cara con la salsa de tomate de sus «linguini» (pasta larga).

El comisario de la muestra, Marco Panella, explicó a Efe que estas imágenes se expondrán hasta el próximo 18 de enero en «cuatro mercados históricos» de la capital, que se convertirán así en verdaderas «plataformas culturales».

En concreto, los comercios destinados a albergar la exposición son los de Unità y Vittoria, ambos en el barrio de Prati; el de Pinciano, en la emblemática zona de Parioli y el de Savoia, próximo a la vía Salaria, todos ellos con más de cincuenta años de vida.

Las fotografías, por tanto, se entretejen con los tradicionales puestos de frutas y verduras, carne y pescado que conforman estos mercados y que, lejos del aspecto que tenían antiguamente, hoy en día han diversificado su oferta hasta el punto de vender tecnología y productos exóticos, como frutas tropicales.

Para Panella, el objetivo es «reflejar la historia italiana a través de momentos familiares en la mesa, donde siempre se ha visto dolor, amor, alegría, celebraciones y todos los sentimientos».

A partir de hoy, estas fotografías y carteles publicitarios sorprenderán a todos aquellos que acudan a hacer la compra o a conversar con sus vecinos o conocidos, pues estos lugares conservan aún el atractivo de ser centros de encuentro para los romanos.

Las fotografías «no son perfectas ni artísticas, son espontáneas y muestran la vida real, con un encuadre y una iluminación equivocados, pero reales», según Panella, que explicó que provienen del «archivo más rico que tiene Italia: los álbumes familiares llenos de fotos abandonadas».

Precisamente los trabajadores de estos cuatro mercados han sido los principales donantes de fotografías.

Entre ellos, Raffaella Mazzilli, quien, a pesar de reconocer entre risas ser la «propietaria más vieja» del mercado, aún permanece a las riendas de su frutería, desde donde bromea con su presencia de niña en algunas de las imágenes exhibidas.

Mazzilli, testigo de la transformación interna de una ciudad que se presupone «eterna», relató cómo asistió siendo todavía una niña a la inauguración del mercado de Pinciano mientras, conmovida, confesaba que este es el momento de ceder el puesto a su hijo, del que espera que continúe dando vida a este centro histórico de la ciudad.

Rome

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