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Los nidos de golondrinas, de la Birmania rural a los gourmet chinos

Los gorjeos de las golondrinas resuenan en un cuarto sombrío del sur de Birmania donde se cría a estos pájaros por sus nidos, vendidos a precio de oro a los restaurantes caros de la vecina China

Por Athens ZAW ZAW y Matthew SMITH|Fotos: YE AUNG THU Y JOHANNES EISELE
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En los alrededores de la pequeña ciudad de Bokpyin, decenas de hangares de cemento se levantaron en los últimos años para que las golondrinas construyan sus nidos, a base de baba solidificada.

Para atraer a los pájaros a esos nidales, por la mañana y por la noche se difunden grabaciones de trinos a través de altavoces instalados en las ventanas de los hangares.

La cría de golondrinas se ha convertido en una de las principales fuentes de ingresos para los habitantes de esta región agrícola conocida hasta hace poco por su producción de aceite de palma, de caucho natural y de nueces de betel, una especie de chicle natural de efectos psicoactivos.

Los nidos se venden a casi 1.200 euros (1.350 dólares) el kilo a los mayoristas chinos, o sea el salario anual promedio en Birmania.

Una vez llegados a destino, es decir a los restaurantes más chics de Pekín o de Shanghái, los nidos de golondrina se disuelven en una especie de gelatina blanquecina que sirve de base para la elaboración de postres, sopas o bebidas.

La medicina china le atribuye numerosas virtudes, aunque los estudios han determinado que la saliva de las golondrinas está formada prácticamente sólo por proteínas.

– Miles de millones –

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En Bokpyin, «hemos empezado a construir estas torres de golondrinas hace unos diez años», cuenta Paing Set Aung, propietario de varias.

«Al comienzo había un hangar donde las golondrinas venían a anidar. Entonces los habitantes tuvieron la idea de construir nidales» gigantescos, añade.

La mayoría de los nidos de aquí acaban en China para satisfacer a los gourmets. Un plato que durante mucho tiempo sólo degustaban las élites en sus banquetes, pero que ahora atrae a la creciente clase media.

El mercado anual de los nidos de golondrinas mueve unos 5.000 millones de euros (5.650 millones de dólares). Una ganga para los países del sudeste asiático, principal región productora de nidos de pájaros en Asia, y sobre todo para Birmania, donde las exportaciones se han multiplicado desde la autodisolución de la junta en 2011 y la apertura económica.

«Los nidos de golondrinas son uno de los principales sectores de actividad en Bokpyin», explica un criador, Lin Aung, que está construyendo su tercera torre en cinco años. «China es el comprador número uno de los nidos de pájaro», confirma.

– Caviar de Oriente-

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En Shanghái, muchos restaurantes proponen este «caviar de Oriente» a varios cientos de euros el tazón.

Las mujeres son grandes consumidoras debido a las supuestas virtudes de los nidos de golondrinas para el rejuvenecimiento de la piel y para las embarazadas.

Un spa de lujo de Shanghái lo propone incluso a sus clientas embarazadas en el menú del restaurante y como crema de belleza vendida a más de 500 euros el pack de regalo. Los nidos de pájaro se venden también por internet.

«En China, los nidos de golondrinas son un estimulante tradicional realmente conocido y apreciado desde hace lustros», asegura Zhang Yi, propietaria del restaurante NestCha de Shanghái. «Es bueno para las mujeres, los ancianos, los niños y los hombres», sostiene.

– Acantilados con nidos –

En Birmania, la recogida tradicional de estos nidos era peligrosa: escalaban los acantilados de las islas en los que las golondrinas anidaban.

Actualmente, los nidos se recogen tres o cuatro veces por año para satisfacer al mercado chino.

Durante décadas, el sector estuvo controlado por un conglomerado económico militar, que perdió su monopolio el año pasado.

En Bokpyin, cerca de Myeik, los productores de nidos de golondrinas y los profesionales del turismo se disputan a precio de oro los terrenos haciendo subir los precios al nivel de los de Rangún, la capital económica birmana.

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