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Maíz transgénico en México: enemigo o aliado

Un día de septiembre, hace tres años, México celebraba la medida precautoria que evitaba la siembra del maíz transgénico. El 18 de agosto del 2015, se levantó esta medida y a su vez, se caldean los ánimos de distintos sectores sociales. Este suceso, en otras latitudes, no levanta tanto revuelo como en este país, la gran diferencia es que en México los lazos con este cereal son tan fuertes, que se ha llegado a gritar que ¡Sin maíz, no hay país!

Texto y fotos: Frederick Jiménez
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La opinión de los profesionales de la gastronomía, representada por el Colectivo Mexicano de Cocina, se hizo eco en gran cantidad de medios nacionales e internacionales con una carta dirigida al actual presidente Enrique Peña Nieto que resume la posición de muchos sectores en contra de permitir la siembra de maíces transgénicos por atentar contra la diversidad de maíces, contra la soberanía alimentaria, contra el ambiente y contra la salud; igualmente existen personajes, respetados en su oficio, en desacuerdo con las consignas que satanizan a este producto genéticamente modificado.

El escenario mexicano es complejo, donde chocan intereses económicos, una gran población con bajo poder adquisitivo y que demandan una alimentación de costos bajos, y al mismo tiempo, tradiciones ancestrales en la manera de consumir y sembrar el maíz, que posiblemente podrían ponerse en peligro de permitirse la siembra de este tipo de cultivos manipulados genéticamente.

Para entender el contexto actual sobre la discusión de los transgénicos, se toma en cuenta algunos aspectos expresados repetidas veces, no solo en la carta del Colectivo Mexicano de Cocina, sino también por grupos como la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS) y hasta el importante artista Francisco Toledo que ha expresado su descontento con varias exposiciones, donde más que exponer, hizo protesta. Al mismo tiempo, se nombran personajes que justifican el uso de transgénicos para la siembra, estableciendo otras perspectivas oportunas.

Atentado contra la diversidad de maíces nativos

méxico, maíz transgénico
México cuenta con una diversidad de maíces que ronda las 60 razas nativas y otras miles de variedades a partir de la polinización cruzada de estas. La mano de obra humana es intrínseca a la historia del maíz, que gracias a esa intervención, se ha podido llegar a las mazorcas que se conocen hoy día a partir de su pariente más lejano y diminuto llamado teocintle.

Hasta ahora quienes trabajan el campo han venido desarrollando plantas que resisten mejor algunas condiciones de espacio, además de enfermedades y plagas, gracias a la selección de las mejores semillas o espigas, proceso que luego, grandes empresas sistematizaron para ofrecer semillas mejoradas o híbridas que además pueden venir tratadas con agentes químicos ligeramente tóxicos y colorantes (verdes, rojos o azules; fácilmente visibles en tiendas agrícolas), para una mejor conservación de los granos. Sobre los efectos del uso de este tipo de semillas híbridas, no hay mucho que decir, quizás porque no se han observado consecuencias negativas para la salud, según el Dr. Mario Soberón experto en biotecnología.

Otro cuento es el de los transgénicos: una técnica de laboratorio señalada como contra natura por saltarse el lento transitar de la evolución natural y para otros es considerado un gran avance en la ciencia humana, porque hace posible que muchas plantas cultivables puedan soportar algunos flagelos que la naturaleza impone pudiendo hacer cosechas más productivas.

Se catalogan como Organismos Genéticamente Modificados (OGM) o transgénicos, a aquellos organismos que son resultado del manejo de información genética, cortando y pegando trozos de ADN, con el objetivo de copiar o adicionar características seleccionadas de una especie a otra, sin importar familia.

En el caso del maíz, la planta transgénica puede ser: (a) tolerante al herbicida glifosato, gracias a que se toma de la bacteria Agrobacterium tumefaciens la capacidad de producir enzimas resistentes al tóxico, maíz Roundup Ready o (b) productoras de insecticidas, gracias a las instrucciones genéticas tomadas de la bacteria Bacillus thuringiensis haciendo que la planta produzca sus propias toxinas, maíz Bt.

Estas plantas poseen otra característica y es que no son fértiles sus semillas al dar cosecha, por lo que obliga al que siembra a depender de la empresa o proveedor de estas. El intercambio de semillas seleccionadas, como se viene dando desde tiempo remotos en México, no sería posible.

Por un lado, expertos en ciencias como la Doctora en genética molecular y coordinadora del laboratorio de Genética Molecular del Desarrollo de la UNAM, Elena Alvarez Buylla, defienden que estas especies, las transgénicas, son seriamente invasivas, pueden penetrar y dispersarse de manera sorda, con efectos inciertos sobre las variedades nativas, pudiendo quizás transmitir sus características a estas, así existe la posibilidad de ponerse en riesgo la actual gama de maíces locales. De ser esto cierto, se deberían resguardar estas semillas en el territorio y en bancos de genes, pero México no tiene el dinero, declaró Chantal Line Carpentier coordinadora de estudios de la Commission for Environmental Cooperation para el New York Times (13/04/2004).

No todo puede ser tan malo
Al contrario de estas declaraciones, nombres como el español Dr. José Miguel Mulet o el mexicano Dr. Luis Herrera Estrella, mencionan que existe una profunda ignorancia del Colectivo Culinario de México y de otras personas que se dejan guiar por pasiones pro ambientalistas que no corresponden con la realidad social y económica de los mexicanos. “Es una vergüenza que los chefs hablen con tanta ignorancia y lo hagan público.

Ojalá se dediquen más a continuar mejorando sus platillos y menos a opinar sobre temas que desconocen” dijo el Dr. Herrera quien cree que es un atentado contra los cultivadores mexicanos, además de una violación a sus derechos humanos, el no permitirles acceder a nuevas tecnologías que den cosechas competitivas; igualmente, afectan a los investigadores mexicanos “porque también quieren que se prohíba la investigación y la experimentación que deberían desarrollar productos y tecnología para el agro mexicano y a las empresas de semillas nacionales que podrían ser más competitivas”.

El Dr. Mulet, muestra su desacuerdo en un texto titulado “Estimados Chefs Mexicanos: ¿Pagareis vosotros las tortillas?”, allí él critica la posición de los cocineros mexicanos; a su parecer no se está tomando en cuenta que ya México consume maíz transgénico importado (se importan unas 10 millones de toneladas anuales), que su población es dependiente de este maíz traído desde el país vecino, Estados Unidos, para el consumo humano y animal; entonces, porqué no permitir que México produzca su maíz y sea más independiente, Mulet plantea que “Esto es muy peligroso, porque si algún día deciden no vender maíz, o utilizarlo para otros menesteres como biocombustibles, el precio de un alimento básico se dispara, como ya pasó en el 2006. En ese caso ¿Tenéis algo pensado? ¿Vais a haceros cargo del aumento de precio? ¿Invitaréis a comer en vuestros restaurantes a la gente que no pueda permitirse comprar comida por el aumento de precio? Aumentar la producción de maíz evitaría depender de las importaciones americanas y el uso de OGM puede ser una gran herramienta que ayude a conseguir esta soberanía alimentaria, por eso asumo que habéis tenido este factor en cuenta y en caso de que vuelva aumentar el precio, tengáis algo pensado.”

Donde todo sucede

maíz transgénico, méxico

Mientras estos debates acontecen entre expertos, un joven de veinte años llamado Lázaro Santiago, está pasando su hoz por terrenos de cultivo en las cercanías de San Jerónimo Tlacochahuaya, en el estado de Oaxaca. Prepara su tierra para una próxima cosecha, las semillas que siembra son las seleccionadas de las mejores mazorcas del año pasado.

Su forma de cultivar es la milpa, un sistema de herencia prehispánica del que muchos mexicanos se sienten orgullosos, donde se aprovechan pequeños espacios para la obtención de variedad de alimentos en cada cosecha. Junto al maíz crecen: el frijol, la calabaza, el tomate, el miltomate, el chile, además que en el suelo de estas plantaciones se dan especies vegetales llamadas quelites, que son hojas verdes comestibles recipiente de vitaminas, minerales y fibra, buenas para el organismo humano. Es un sistema donde se aprovecha hasta sus plagas, como los chapulines, que tienen control por el consumo humano.

Lázaro no conoce del maíz transgénico, su vida transcurre entre Miahuatlán, donde también siembra y Tlacochahuaya, no para vender ni hacerse de dinero, más bien es para el consumo familiar, comenta. Repite no saber qué son los maíces transgénicos ni recuerda haber escuchado a ningún pariente o sembrador nombrarlo, piensa que esas semillas del norte no se dan acá, solo conoce que las semillas de su pueblo Miahuatlán que son tierras más frías no se dan en Tlacochahuaya donde hay tierras calientes y se usa otro tipo de maíz. Es la única diferencia que maneja con certeza.

Cuando se siembra en tierras cálidas, se usa insecticida, sobre todo por un gusanito que sale entre las plantaciones (gusano alfilerillo) pero se controla con un líquido que venden en las tiendas agrícolas. Pocas veces se rocían con eso, en cambio en su pueblo, Miahuatlán, no existe ese problema, allá no usa nada para fumigar.

Este año llegaron tarde las lluvias y muchos perdieron sus maíces, algunos salvaron parte de sus cosechas gracias al riego, pero para el próximo año seguro todo estará bien, se muestra optimista.

Lázaro es muy joven, ha dejado de estudiar por tener un padre enfermo y debe hacerse responsable de mantener los terrenos de siembra. Piensa que quizás pasarse al norte esté bien, aunque le preocupa no poder comunicarse: “no podría hablar así, como lo estamos haciendo usted y yo” suelta durante la entrevista, pero aún no consigue una entrada monetaria para pagar ese tránsito.

Al final…
El campo al parecer sigue siendo el último escalón en los planes de desarrollo de un país, donde las condiciones pocos favorables para el crecimiento económico truncan el crecimiento educativo de jóvenes, que dedicados al campo, aún ignoran muchos avances y no reciben el apoyo necesario para desarrollar esas habilidades agrícolas aprendidas de generación en generación.

Sí, parece cierto que si campesinos como Lázaro pudiesen obtener el máximo provecho de sus cultivos, sería favorable, pero se necesita ser propietario de miles de hectáreas para que sea un producto de verdad rentable.

El comportamiento de las plantas que lleguen a tener contacto con los transgénicos es un caso incierto. Ambas partes, en contra o a favor, no tienen pruebas irrefutables pero ¿vale la pena poner en riesgo la riqueza varietal de maíces con aprobaciones a la siembra transgénica de consecuencias tan inciertas?

Igualmente en la delicada trama de tradiciones alrededor del maíz, ¿cómo se verían afectados estos pueblos si son desafortunadamente sometidos a un monocultivo?, antes de dar puerta abierta a estos productos OGM, quizás sea momento de evaluar las posibilidades de invertir en el capital humano actual, invertir en los estudios científicos que ayuden a hacer a esas variedades nativas más productivas, o buscar otras alternativas en consulta con profesionales de distintos ámbitos; el simple aprobar la entrada y siembra libre de estos organismos parece un camino fácil a una necesidad inmediata alimenticia, se seguirían dejando a un lado los graves problemas de desigualdad social y económica que afectan a la sociedad mexicana.

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