Panes y raviolis sin gluten hechos por amor

El amor a su hijo Lucas hizo que Anaeva Aleo, que no cocinaba nada, aprendiera a hacer panes y dulces. Tenía que hacerlo para que el pequeño, diagnosticado como celíaco al año y medio de edad, pudiera comer lo que otros niños, pero que se adecuara a su régimen especial de alimentación y, además, fueran ricos.

Lucas ya tiene 10 años y desde hace dos, su mamá decidió transformar en emprendimiento formal lo que hasta entonces hacía sólo para su hijo, su familia y sus amigos. Así surgió Libélula Bakery, con una línea de comida salada que incluye panes de sándwiches y hamburguesas y raviolis sin gluten, sin leche y sin azúcar rellenos de pollo y carne, con la receta de la nonna italiana de Lucas, la mamá de Anaeva.

«El amor y la necesidad hacen aprender cosas. A los niños celíacos hay que integrarlos socialmente, así que aprendí a cocinar para que mi hijo pudiera comer dulces y tortas. Empecé a mandar brownies o tortas cuando lo invitaban a algún lugar o a alguna fiesta, para que también pudiera comer, y resultó que a todos les encantaban. Hace dos años decidí fundar libélula», dice. 

Ninguno de los panes contiene gluten ni leche pero unos llevan huevo y otros no. De esta manera, atienden varios tipos de intolerancia alimentaria.

Los panes son hechos de almidón de yuca y de maíz, con extremo cuidado de evitar la contaminación cruzada. A los que no llevan huevos se les añade linaza, para darle consistencia. Hasta los momentos realiza panes de hamburguesa y panes de sándwiches, que son los más vendidos, pero pronto sumarán a la oferta, panes para perros calientes. «Muchas personas aunque no son celíacas, sienten que el pan de trigo les cae pesado, y prefieren comprar nuestros panes», dice Anaeva.

En su cocina, probó muchas fórmulas hasta lograr el sabor que quería y mucha suavidad, porque este es uno de los problemas en los panes para celíacos: Son demasiado macizos, muy poco esponjosos.  Los de Libélula, son consistentes y a la vez de miga alveolada, lo que les otorga suavidad. En su sabor se siente la levadura y no se identifica ni la yuca ni el maíz. Sabe a pan de trigo.

Siempre los vende frescos. Según las pruebas, fuera de la nevera los panes que llevan huevo duran 1 semana y los que tienen linaza, 3 días. En la nevera todos duran 15 días y 6 meses congelados.

Anaeva también elabora dulces, como tortas de cumpleaños (decoradas o sólo ponqués), galletas y brownies pero sólo por encargo. Esto se debe a que especifica muy bien los requerimientos de salud de quienes los comerán y se adapta a ellos. A las mamás les da mucha tranquilidad ofrecer postres que puedan comer, sin problemas, todos sus invitados.

Raviolis como los de la nonna

Una tarde, Anaeva estaba afanada amasando, y su esposo Isidro Gironés, que sí cocina, le preguntó si la ayudaba. Haciendo los panes, surgió la idea de sumar los raviolis, que ya preparaba para su hijo y que estaban adaptados para intolerantes al gluten.

Los raviolis de Libélula vienen con dos rellenos. El de carne está preparado con la receta familiar italiana. Son sin gluten, sin leche y sin azúcar.

Nuevos planes para restaurantes

Los panes de hamburguesas de Libélula Bakery han pasado la prueba del público en distintos eventos. Por eso, una de sus metas es lograr que algunos restaurantes incorporen a su menú una hamburguesa sin gluten, pero siempre cuidando que no exista contaminación cruzada y que lo que pongan dentro de los dos panes también respete a los celíacos.

«Estamos en conversaciones con algunos restaurantes que están dispuestos a comprometerse», dice Anaeva.

Coordenadas

Dónde comprarlos.  Los productos de Libélula Bakery se encuentran en tiendas especializadas como Azalea, en Santa Eduvigis y La Trinidad.

Envíos al interior. Los hacen a través de servicios de correo privado.

Encargos. A través de su Instagram @libelulas_bakery