Gente del oficio

Rodolfo Agrella, el artista de vajillas

Rodolfo Agrella cumplió recientemente 30 años. Parecen pocos cuando revisamos sus logros y sobre todo cuando se mira con detalle las piezas que diseña. Hermosos platos, paletas, boles, vajillas que han sido pensadas y elaboradas para darle a quien las usa una ocasión de disfrute

Fotos: Diana Baldera
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Me parece importantísimo poder generar objetos que alarguen un poco la sobremesa, que generen conversación, y es que en mis platos, cuando están servidos, el tema gráfico no se ve. Es cuando terminaste que puedes ver lo que tienen”, comparte.

Graduado en Arquitectura en la Universidad Central de Venezuela, se fue un año a la meca del diseño italiano, Milán, y allá se dejó empapar por el diseño integral, filosofía y método de trabajo que le permite conceptualizar desde una cucharita hasta un bulevar. “Lo que hay que hacer es cambiarle la escala. Pero las herramientas que aprendí en la universidad son las mismas. Siempre se trabaja con geometría, composición, estructura…

El proceso mentalmente es el mismo, así sea un edificio o un bol. Soy muy conceptual y me gusta pensar e investigar a fondo”, comenta. Agrella elabora vajillas que son ideadas como proyectos arquitectónicos que se inspiran en la naturaleza caribeña, que quieren tener una y varias funciones, que bien pudieran ser decorativas y al mismo tiempo piezas lúdicas. Su línea de paletas y boles Shadow –actualmente fabricada en plástico inyectado por la reconocida marca alemana Koziol– fue inspirada por las sombras de los árboles del Parque del Este y en sus curvas se reconoce la naturaleza caribeña.

Shadow estuvo en la Feria de Milán y fue allí donde los alemanes lo contactaron y decidieron comercializar esas piezas que ahora sirven delicias por el mundo.

“Es importante enfrentarme a los proyectos sin miedo. Por ejemplo, cuando quise desarrollar la galleta de casabe, quería hacer un objeto comestible y para aprender a trabajar el material tuve que meterme en una cocina y, claro, generar todas las placas y los cortantes para poder hacer ese producto”.

Todo este proceso generó una especie de tenedor hecho de casabe que funciona para servir y que además puede comerse, fue desarrollado en el laboratorio de Cocina Emocional. A Roldolfo Agrella le gusta cocinar y admite que ha estado a punto de estudiar esta materia, pero el ritmo de trabajo no se lo ha permitido. Eso explica un poco por qué decidió diseñar objetos para servir y disfrutar las comidas:

“Lo de los platos ha sido como casual. Yo tenía en mente las vajillas de Carreño: platos inspirados en las normas de servicio del Manual de Carreño. Era una idea que tenía desde hace mucho tiempo y cuando conocí al fabricante de porcelana, pensé: ‘Es el momento, vamos a hacerlo’”.

Hace poco lanzó una nueva vajilla para servir: Folium. Platos elaborados con el mismo empaste de la porcelana de Limoges. Piezas únicas y delicadas pero que pueden ser usadas en lavavajillas y microondas y que tienen el sello de Rodolfo Agrella: tan bien pensadas y elaboradas que provoca ponerlas en las paredes como obras de arte.

“Yo hago piezas con un sentido plástico y no creo que la forma y la función tengan que ir siempre ligadas; es el usuario final el que decide”. De hecho, mucha gente le pregunta si en sus platos puede ponerse comida y por eso en la campaña de promoción involucra a chefs como Francisco Abenante y Florencia Rondón para que sirvan sus creaciones en la vajilla: “Eso es lo que quiero, que se manchen, que se usen, que tengan historias”. Rodolfo, al diseñar, crea sistemas y hasta un pequeño catálogo fotográfico como el que tiene su trabajo para Shadow. Su mirada es de artista, aunque él lo niegue y no crea que deba ser llamado así. Cada pieza –a pesar de su fin utilitario– tiene un más allá: “Uno piensa los objetos para cambiar la vida de la gente, para alegrarla, para que se mueva, cambie la dinámica del comer, de la conversación en la mesa…”.

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