Opinión

Calvin Klein: entre la libertad y la belleza

Lo hicieron de nuevo: Calvin Klein eligió como modelo a Jari Jones y se desató una avalancha de opiniones encontradas. Carolina Jaimes Branger interviene desde aquí para recordar, entre otras cosas, la idea de la proporción dorada

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Calvin Klein

La nueva campaña de Calvin Klein ha puesto a arder las redes sociales. El diseñador escogió esta vez a una actriz trans, Jari Jones, como la nueva imagen y justamente la campaña coincidió con el comienzo del mes del orgullo LGBTIQ+. La marca ya había usado a una mujer transgénero como modelo: Indya Moore, quien además es activista por los derechos de las personas trans.

No es la primera vez que Calvin Klein escoge una imagen que causa revuelo. Desde que seleccionó a Kate Moss para sus perfumes en 1992, la “anti-modelo” (porque era anoréxica) las imágenes de Calvin Klein han sido “rompe esquemas”, retadoras, desafiantes, provocadoras. Las campañas han incluido, además de personas de todas las razas, sugerencias de orgías, masturbaciones, homosexualidad… el mundo real –idealizado de alguna manera- reflejado en sus publicidades.

En 2019, después de un año desastroso en ventas, la compañía usó a dos mujeres obesas como modelos para la ropa interior: la rapera Chika y Beth Ditto posaron en lingerie. Las ventas se catapultaron. Y es que la mayoría de las personas no son como los modelos tradicionales, que son tan bellos que parecen irreales. Para una persona común y corriente, verse reflejada en gigantescos afiches es un éxito de mercadeo enorme. Y es la libertad de la marca hacerlo.

Pero de la libertad a la belleza hay mucha distancia. Un asunto es que la marca CK haga lo que quiera para promocionar sus productos, otra que las imágenes sean bellas.

Un gran salto en la evolución se dio cuando el hombre comenzó a hacer bellas las cosas utilitarias. La belleza por sí misma. Como un fin único. Hay toda una rama de la filosofía dedicada al estudio de la estética. En todas partes del mundo hay evidencias de cómo civilizaciones que jamás tuvieron contacto entre ellas tuvieron en común la búsqueda de la belleza.

Más de doscientos años antes de Cristo, el matemático Euclides en su sexto libro de Los elementos, definió el “número áureo”: un número irracional que está presente en la naturaleza, y desde aquellos tiempos se dice que los elementos y personas que poseen esa razón, tienen carácter estético. Desde una hoja, pasando por un caracol, un edificio o un ser humano. Son cánones de perfección. Si se quieren divertir y a la vez aprender algo sobre ese número (los griegos lo llamaron “phi” por el escultor Phidias), les recomiendo ver de Walt Disney “Donald en el país de las matemáticas”. Está en YouTube. Los modelos se llaman (o se llamaban) modelos, porque tienen (o tenían) esa proporción.

Ni Kate Moss, ni Chika, ni Beth Ditto, ni ahora Jari Jones, poseen esa proporción dorada. Tampoco son ejemplo a imitar. Y no lo digo ni por la raza, ni por la orientación sexual, sino porque la primera es anoréxica (fue increíble el número de jovencitas que trataron de imitarla y terminaron enfermas) y las otras tres son obesas (Estados Unidos es el país donde hay mayor cantidad de obesos en el mundo, en honor a la verdad, no necesitan más. La obesidad es una enfermedad y hay que tratarla, no ensalzarla). Mi crítica es que además de ser malos ejemplos para la sociedad, son imágenes anti estéticas. La publicidad, en busca de más clientes, nos está haciendo perder el gusto por lo bello. Repito, para mí no representa problema alguno el color de piel de las personas, ni que sean transgéneros, ni obesas, ni homosexuales. Amo y respeto la diversidad.

Eso sí, detesto a los asesinos, ladrones, hipócritas, abusadores y un largo etcétera, condiciones que no tienen nada que ver con la raza, ni con la contextura, ni con la orientación sexual de las personas, entre otras cosas.

Cada quien es libre de ser como quiera ser y no es mi problema, ni me creo con derecho a juzgarlos. Y así como nadie me puede obligar a justificar a tanto sinvergüenza que hay por ahí, tampoco me puede obligar a que me guste algo que no me gusta. Seguiré pensando que hay cánones de belleza y admirándola en donde la encuentre. Y no voy a caer en los hipócritas clichés de decir que “qué bellos son” los “anti-modelos” de Calvin Klein, porque lo cierto es que me parecen horrendos.

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