Venezuela

Campaña opositora vence al miedo en bastiones del chavismo duro

En el 23 de Enero, la oposición no pudo hacer una campaña que estuviera cargada de vítores, fanfarria, música y volantes. La discreción fue para los candidatos de la MUD la estrategia para llegar a zonas que en otros períodos electorales eran territorios hostiles para quienes no comulgaran sin condiciones con la ideología oficialista.

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23 de enero
Foto: Harold Escalona

En uno de estos últimos días de la campaña, sin aspavientos, llegó el grupo de activistas. Con sigilo, se encontraron con los líderes vecinales que habían ayudado a organizar esta actividad. Todo estaba listo. Los vecinos del barrio Sucre de Monte Piedad, en el 23 de Enero, se preparaban para este histórico encuentro con candidatos de la oposición.

Cinco colectivos armados podían estar al acecho para acabar con todo. Pero no importaba, bien valía la pena estar allí, ganando espacios que hasta hacía poco más de un año eran un territorio totalmente hostil debido a la radicalización oficialista.

«Nunca dejamos de tener miedo. El barrio Sucre era impenetrable para la oposición. Pero nos organizamos y fuimos. Cuando llegamos, el candidato Jorge Millán pidió hacer un casa por casa. Nos asustamos porque eso no estaba en la agenda, pero le echamos pichón… Fue una gran sorpresa para nosotros el recibimiento de la gente y la receptividad. Cuando terminamos, la convocatoria superó nuestras expectativas», cuenta Manuel Mir, jefe de campaña de la Unidad en el 23 de Enero.

Actividades como esta se repitieron durante las tres semanas de campaña electoral oficial para los comicios parlamentarios de este 6 de diciembre de 2015.

Jornadas de salud, torneos deportivos, reuniones vecinales y visitas casa por casa, fueron la columna vertebral de la estrategia. La discreción fue, sin duda, su mejor herramienta, pues los colectivos armados que controlan el 23 de Enero ya habían dejado claro, a punta de amenazas y agresiones, que la oposición tenía prohibida la fanfarria electoral.

El volanteo, los pendones, los megáfonos, la música, las caravanas y cualquier otra iniciativa convencional tuvieron que ser sustituidas por acciones que no ostentaran vinculación con ningún partido de la oposición.

«Pero así pudimos llegar a toda la parroquia. No quedó sector sin visitar. Tuvimos tres escaramuzas durante los días de campaña y todos hacia estos días del cierre. Un colectivo, cuyo nombre prefiero no dar, llegó hasta donde estaba parte de nuestro grupo entregando volantes, y apuntándoles con sus armas les robaron bolsos y celulares. En otro ataque, agredieron a una dirigente. No ha sido fácil, pero tampoco imposible», comenta Mir.

A estas alturas, y por primera vez en mucho tiempo, los centros electorales que están repartidos en esta parroquia, bastión del chavismo, cuentan con testigos de la oposición. «Esperemos que respeten la presencia. Ya tenerlos es un gran paso. Ya el 23 de Enero empieza a desteñir el rojo», dice Mir.

Pero el fenómeno no solo ocurrió en el 23 de Enero, en la Parroquia Sucre de Catia también.

Candidato Jorge Millán en Catia

En uno de los edificios de Lomas de Urdaneta, familias que habían sido excluidas en el «casa por casa» para evitar desencuentros por su conocida tendencia oficial, abrieron sus puertas, expusieron sus necesidades y descontentos, se anotaron en las listas y hasta mostraron el producto de su frustración:

«¿Tú ves esa ventana que tiene el afiche de Maduro en un vidrio, y ves que el otro vidrio no está? … Bueno, eso es porque yo ayer lo reventé lanzándole un cenicero. Estaba muy arrecha. Bajé a las 3 AM a un mega Mercal que ofrecieron. Pero solamente llegaron 50 bolsas y no alcancé a comprar a pesar de que estuve más de ocho horas haciendo cola… Esto ya no se aguanta. Aquí la única chavista es mi mamá, pero ella ya está clara», dijo la joven, que prefiere reservar su nombre por razones obvias.

Jesús Rivera, jefe de campaña en Catia también por la Unidad, habla de miedo y esperanza al mismo tiempo.

«Claro que caminamos con miedo, pero cuando veíamos la receptividad de la gente y hasta el respeto de algunos colectivos, porque hay que aclarar que no solamente hay colectivos en el 23 de Enero, de verdad que fue como una suerte de paraíso», cuenta con orgullo.

En Catia también se logró la entrada en zonas que, hasta hace un año, eran hostiles.

«Los sectores de la carretera Vieja Caracas-La Guaira fueron para nosotros un boom. Porque ese ha sido un lugar chavista por excelencia debido a las misiones que reciben. Pero esta vez nos recibieron y nos escucharon con respeto», agrega Rivera.

También hubo mucha receptividad en Boquerón, otra zona rendida a la ideología oficial. La caravana opositora fue recibida con vítores y muestras inéditas de apoyo. Lo mismo pasó en Ruperto Lugo, Ciudad Tablita y Propatria.

«En estas tres semanas de campaña podemos hacer un balance de dos hechos violentos. El primero tuvo que ver con el secuestro de un camión y la quema de unos pendones. Y eso ocurrió en el marco de una actividad que no había sido organizada con los líderes vecinales. No te voy a especificar el lugar, ni contar qué partido fue. Pero sí pasó porque no estaba bien organizada. El tema aquí ha sido ganar espacios desde el respeto y el diálogo», explicó Rivera.

«Y el segundo incidente fue en el Centro Comercial Propatria. Los colectivos de Propatria nos corrieron y arremetieron contra los buhoneros de la zona porque fueron receptivos con nuestro candidato, Tomás Guanipa. Los obligaron a no trabajar por dos semanas», agregó.

Pero a pesar de los desencuentros, las amenazas, las retaliaciones y el miedo, la oposición siente que logró retomar espacios que habían estado doblegados ante el encantamiento chavista. Espacios que otrora fueron bastiones irreductibles de la ideología oficial. Por eso, sienten que está fue la campaña que venció el miedo

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