Internacionales

Candidato a la presidencia de Guatemala: los criminales no merecen vivir

El candidato a la presidencia de Guatemala por la coalición PAN-Podemos, Roberto Arzú, está seguro de que la violencia es uno de los grandes retos del país y por ello aboga por sacar al Ejército a las calles, militarizar las cárceles y recuperar la pena de muerte para acabar con esta problemática.

Publicidad
FOTOGRAFÍA: EFE

«Para mí la pena de muerte no es la forma de mejorar la seguridad en el país. Nosotros vamos a salir a buscar a los criminales con el Ejército y las fuerzas combinadas. La pena de muerte simplemente es porque yo no considero que estas personas merezcan estar vivas, que merezcan ser parte de nuestra sociedad«, asegura en una entrevista con Efe el aspirante, uno de los que encabeza la intención de voto en las encuestas.

Sentado en el salón de su casa, rodeado de imágenes familiares y recuerdos de su padre Álvaro Arzú, el fallecido expresidente (1996-2000) y exalcalde de la capital guatemalteca cuyo equipo lo acompaña, el aspirante a la Presidencia en las elecciones del próximo 16 de junio analiza las propuestas de Gobierno y la situación del país de cara a estos comicios, en los que hay una veintena de candidatos.

Y dice que los 6 dólares que se invierten en los reos que «violaron, mataron, extorsionaron, secuestraron y asesinaron» se van a destinar a la comida de los niños en los colegios y así luchar contra la desnutrición crónica, que afecta a uno de cada dos pequeños menores de cinco años.

«Estas personas no merecen ni siquiera estar presas», reitera con rotundidad mientras recuerda uno de sus lemas y eslogan de campaña: «o se rinden o se mueren». Una frase que es una advertencia para todos esos delincuentes, pandilleros y miembros del crimen organizado que tienen «arrodillada a la familia guatemalteca».

Por ellos promete luchar Arzú: «Yo voy a velar por los derechos humanos de las personas correctas, buenas y honestas del país, no por los que no son así«, dice mientras defiende que no se trata de medidas populistas, sino reales, y anuncia que para su cumplimiento sacará a las calles a los 16.000 soldados de las bases militares para que realicen labores de seguridad ciudadana, como sucedía antes de su retirada en 2018.

Será después, relata Arzú, cuando pidan ayuda a países como Estados Unidos, Israel o Taiwán para usar «inteligencia militar» y buscar «hasta debajo de la última piedra» a todos los criminales y así «devolverle la paz y la seguridad» a las familias: «Y cuando digo que se les va a dar una sola oportunidad, que se rinden o se mueren, es literal».

En esta misma línea, avanza que el Gobierno estadounidense creará entre 8 y 10 bases militares en la frontera entre México y Guatemala que «coadministrarán» juntos con el objetivo de que Estados Unidos se pueda proteger «del narcotráfico y el terrorismo» y su futuro Gobierno de la «invasión mexicana» que supone el contrabando.

Pero va más allá y revela que también propondrá a Estados Unidos y a Israel que administren juntos «los puertos, aeropuertos, aduanas y migración» para «acabar con el crimen organizado».

El aspirante a la primera magistratura de Guatemala, que asegura querer ser presidente para servir y que recuerda a su padre como «un líder que entregó en cuerpo y alma su vida por su país», también promete «militarizar las cárceles», instaurando en ellas un régimen militar para quitarles el poder a los reos.

«Un preso condenado es porque atentó contra los derechos humanos de las personas correctas. Tiene que purgar en las cárceles. Punto y aparte. No tiene derechos más que cumplir su condena», reitera, y añade que algunas medidas serán uniformarlos y cortarles el pelo porque «se les acabó la fiesta».

El mismo destino augura a los narcotraficantes y defiende que estas decisiones de otorgar mayor poder al Ejército, contrario a lo que establecían los Acuerdos de Paz de 1996, tienen como objetivo «retomar el territorio nacional» y dignificar la labor de los militares, velando siempre porque esta mayor autoridad «no vaya a ser un abuso».

Arzú, que no quiere definirse como un hombre ni de izquierda ni de derecha, apuesta por la seguridad preventiva y por ello propone un acuerdo con las principales telefónicas del país para que pongan cámaras con iluminación en cada cuadra de Guatemala y que así los criminales no tengan «un lugar donde esconderse».

Presumiendo del ejemplo, legado y labor de su padre, el candidato de PAN-Podemos explica que no hay experiencia que se pueda comparar a la oportunidad de haber sido hijo de Álvaro Arzú y asegura que desde los 18 años se ha involucrado en el sector privado, generando más de 20.000 empleos y creado más de 70 empresas, de las que 50 «siguen siendo exitosas».

El exdirigente de Comunicaciones, uno de los equipos de fútbol más populares del país, niega deber «un centavo a nadie» y se define como una persona «creativa» y que siempre «ha dado la cara», dos de las cualidades que necesita Guatemala para cambiar su destino y proteger los principios de la familia.

Contrario al aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo porque considera que no son los valores y principios tradicionales de la familia, critica a las organizaciones internacionales que «han atentado» contra ellos e insiste en que su futuro Gobierno no va a permitir que promuevan esas ideas en Guatemala.

Partidario de que la educación sexual se imparta en las casas y se complemente en las aulas siempre que se respeten «los principios y los valores correctos», el aspirante a la Presidencia defiende su campaña, «la más austera» y en la que chupan «suela» yendo de casa en casa, y dice que la migración es «fácil» de resolver.

«Nos vamos a encargar de darles oportunidades para que no tengan que salir por necesidad», proclama, y adelanta que negociarán con Estados Unidos permisos temporales de trabajo, que crearán un millón de empleos con un millón de viviendas y que aumentarán la inversión extranjera.

Harto de vivir «en el país de no se puede», Arzú, quien ya piensa en que entregará el poder en 2024 mirando a los guatemaltecos a los ojos y diciéndoles «misión cumplida», declara que su Gobierno mantendrá relaciones diplomáticas con Taiwán y que seguirán reconociendo a Juan Guaidó como presidente de Venezuela.

Tiene palabras más duras para el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, cuya gestión califica de «nefasta» por no haber permitido que prevalezca la democracia, «atentando en contra de los derechos humanos de gente buena».

«Yo sinceramente creo que ahí el pueblo nicaragüense tiene que resolver sus cosas pero nosotros vamos a vigilar muy de cerca esas relaciones y si no tenemos la tranquilidad de que se están velando por los derechos humanos correctos y que prevalezca la democracia en Nicaragua nosotros tomaremos nuestras decisiones diplomáticas», zanja.

Publicidad
Publicidad