Opinión

Capriles, Guaidó y el telefonito allá en Washington

Henrique Capriles habla en entrevista con El País sobre su visión del momento en el que algo se agita en la política interna y la palabra "negociación" se pone de moda y Juan Guaidó presenta -otra vez- su Acuerdo de Salvación que demanda mucho y promete una sola cosa. Pero es clave: las sanciones

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Es domingo. Habla Juan Guaidó sobre su Acuerdo de Salvación y declara Henrique Capriles sobre la necesidad de negociar. Ambos coinciden en un punto: no se puede confiar en Nicolás Maduro, lo que equivale a decir que debes desconfiar de todos los negociadores del chavismo. ¿No? Ambos plantean lo mismo: llegó la hora de intentarlo otra vez, de sentarse a conversar con quienes ejercen el poder real.

Parece lo mismo, pero no lo es.

Guaidó presenta las cosas como si estuviera en una posición de poder y su propuesta contempla un montón de asuntos en los que el gobierno de Maduro debe ceder de una vez: la convocatoria de un cronograma de elecciones libres y justas que incluya presidenciales, parlamentarias, regionales y municipales con observación y respaldo internacional; permitir la entrada masiva de ayuda humanitaria y vacunas contra la covid-19; acordar garantías para todos los actores de las fuerzas democráticas y el chavismo; liberación de los presos políticos y permitir el regreso de los exiliados.

Si bien algunos puntos requieren de la participación de todos los bandos, la verdad en la práctica es que el CNE está en manos del chavismo, la entrada de ayuda humanitaria y de vacunas la autoriza u obstaculiza el gobierno; las garantías esas las debería dar la justicia controlada por el chavismo; y a los presos políticos los tendría que liberar esa justicia controlada por el chavismo.

¿Y qué ofrece a cambio Guaidó? Lo único que tiene. O parece tener: “el levantamiento progresivo de sanciones condicionado al cumplimiento de los objetivos fundamentales del Acuerdo”. Más bien, la posibilidad de.

Obviamente todo lo que pide en ese Acuerdo es necesario. Eso y más. Pero su planteamiento equivale a que Maduro diga “ah, mira, es verdad: Guaidó está en una verdadera posición de fuerza que mete miedo y nos conviene ceder a cambio de esa promesa que hace si nos portamos bien”.

Capriles

Demasiado optimismo pensar que tu adversario, al que además calificas abiertamente de criminal y lo comparas con Pablo Escobar, vaya a experimentar semejante rapto de conciencia sin tener al frente una amenaza lo suficientemente potente o la certeza de una recompensa valiosa.

“Acuerdo es diferente a una negociación, pues un Acuerdo pasa por una negociación”, dijo Guaidó en un acto público este domingo. Y advirtió que desde “la dictadura (…) van a tratar de degradar la posibilidad de un Acuerdo a una negociación”.

El trabalenguas no es muy claro, pero parece indicar que lo que persigue es que la contraparte acepte el paquete y ya. Que “acuerde” aceptarlo todo.

La piedra que era Trump

“Maduro usurpa el poder, pero tiene el poder”, dice Henrique Capriles en una entrevista publicada este domingo por el diario español El País. Y está muy bien que ya dejemos de hacernos los locos y de ensayar maromas con el lenguaje para no decir lo que es: Maduro es el gobierno real, malo o pésimo, pero lo es. Y también es la justicia y las instituciones y todo lo que le de la gana ser.

Capriles, que ahora vuelve a proyectarse como un operador empeñado en eso de “mover el tablero”, parece estar envuelto en una propuesta de cocción lenta, a diferencia de la ya empaquetada al vacío y lista para comer que presenta Guaidó.

“Nosotros no nos quedamos en una retórica, en un discurso bonito que suena muy bien, pero que al final no se traduce en nada para la gente. Aquí lo que estamos buscando son soluciones y que el país empiece a recuperar su democracia, a recuperar su institucionalidad. El año pasado estuvimos cerca, pero aunque no se logró, no quiere decir que tiramos la toalla, seguimos buscando una solución política acordada. Pareciera que Maduro también está barajando sus cartas bien. Lo que se logra con el nuevo Consejo Nacional Electoral [CNE], que yo diría que es el menos malo en 22 años porque en Venezuela toda la institucionalidad tiene una carga de desconfianza, es un paso de muchos otros que hay que dar”, dice en El País.

Y, claro, asegura que no todo se limita a las regionales: “El objetivo no es lograr un nuevo CNE ni unas elecciones regionales, pero creo que son importantes porque son una oportunidad de ir recuperando el voto y la vía electoral, que está destruida. Los venezolanos en nuestro ADN tenemos el votar”.

Es más o menos la reedición de aquella vez que dijo que si veía una rendija, por ahí metía primero la mano, para después meter el pie. ¿Lo recuerdan? Fue hace nada: en 2020, antes de entregar nuevamente la Asamblea Nacional al chavismo.

¿Y recuerdan el eslogan de Capriles? “Hay un camino”. Eso se acabó: en 2020 lo que proponía era empezar a hacer ese camino. Y es uno que debe llevar a elecciones porque el cuento de una intervención directa y armada por parte de Estados Unidos hace rato que demostró ser pura ficción de cabezas recalentadas.

En esta entrevista, sin embargo, Capriles termina sorprendiendo. No por ser coherente en su empeño de encontrar una ruta, sino en la explicación del factor Trump como piedra en el camino.

Le preguntan por qué cree que ahora sí se pueden dar las cosas y responde: “Porque [Donald] Trump ya no está. Nosotros tuvimos unos tiempos muy complejos porque la política estaba muy influenciada por esa Administración. Temas como el Programa Mundial de Alimentos abrían una confrontación muy dura entre quienes piensan que servir un plato de comida significa darle oxígeno a Maduro y quienes pensamos que servir un plato de comida es para que un venezolano no se muera de hambre. Se le ha engañado a la gente diciendo que si la gente come o si la gente tiene medicinas eso le da oxígeno a la dictadura. No, eso le da oxígeno al pueblo venezolano”.

Es una lástima que el entrevistador no le preguntara si acaso ha visto señales en el gobierno de Joe Biden que le hagan pensar que será más tolerante o más blando con Maduro.

Esto es Biden el 9 de febrero de 2019: “Es un dictador, simple y llanamente. Solo un tirano evita el envío de comida y medicina a la gente que dice liderar. La comunidad internacional tiene que apoyar a Juan Guaidó y la Asamblea Nacional. Es tiempo para que Maduro deje el poder y permita una transición democrática. La gente de Venezuela merece algo mejor”.

“En la medida en que el tejido social se debilita, no se debilita Maduro, se debilita la gente. Maduro no se va a quedar sin gasolina, sin comida y sin medicina”, dice Capriles y tiene razón. Pero enseguida vuelve con Trump: “Cuando estaba Trump, plantear estas cosas era prácticamente desafiar la política que había hacia Venezuela y creo que a Europa le pasaba lo mismo. Nadie quería confrontar la política de Trump”.

¿Biden cambió la política de sanciones? Si es así, que avisen porque no nos hemos dado cuenta.

Ponme en conferencia

Otra de sus respuestas reafirma la diferencia en concepción y maneras con el acuerdo ya empaquetado de Guaidó: “No se trata de creer a Maduro. ¿Y por qué creer en la oposición también? Hay un problema de desconfianza generalizado. El tema político ha perdido mucho interés en Venezuela. Los liderazgos estamos completamente mermados. Habría que ver para creer. Yo no me he creído el CNE hasta que lo vi. En la medida que vayamos recuperando la institucionalidad, la gente va a empezar a creer otra vez. La gente ahora no cree ni en Maduro ni en nosotros. El nombramiento del CNE es un hecho que mueve el tablero. ¿Cuál es el siguiente paso? Vamos a construirlo, pero no podemos seguir con una retórica que pareciera como si estuviéramos en el año 2019. Ese plan se agotó”.

Construir el siguiente paso, ahí está la clave. El siguiente y luego el próximo y después el otro. Y así. No es recetar un acuerdo.

Y otra diferencia frente a Guaidó queda establecida cuando dice: “Hay una crisis de liderazgo dentro de la oposición. Pero para mí en este momento lo relevante no es a quién le atienden el teléfono en Bruselas o en Washington, eso es simplificar la política y la crisis venezolana. Yo creo que aquí lo relevante es hacia dónde vamos”.

Y sí, es lo relevante. Pero volvemos al punto: ¿le interesa al chavismo lo que piensa Capriles? ¿Le interesan las convicciones de Guaidó o las opiniones de alguien más?

Si algo lo lleva a hacer ciertas concesiones para mostrarse “benévolo” es justamente poder lograr que al menos le pasen la llamada a Washington. O que lo pongan en conferencia. Y no porque de allá van a llegar instrucciones para todos sobre lo que hay que hacer. Capriles está viendo más adelante, pero esto es muy importante ahora mismo. Sí es simple. Y complejo a la vez: las sanciones. Hay mucho en juego allí. Aunque ya no esté presente la estridencia de Trump y el estilo sea otro.

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