Venezuela

Capriles y su futuro como líder nacional

El futuro político de Henrique Capriles Radonski no está en la Gobernación del Estado Miranda. Va siendo momento de que esta plaza quede cedida a un nuevo aspirante. Si Capriles quiere salvar sus opciones de poder; si quiere preservar su liderazgo, tiene que producir una reinterpretación urgente de este tramo de la crisis.

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Fotografía: AP

Lo que ha dejado de hacer la Unidad en estos meses decisivos guarda relación con lo que han dejado de hacer sus dirigentes dentro de sus confines. Las instancias unitarias de los partidos que componen la MUD han estado constituidas por un filamento organizativo extremadamente delgado, donde hay demasiadas cosas que se han delegado.

Por una decisión política tomada por los dirigentes más esclarecidos de la Oposición –Ramos Allup, Capriles, Borges, Falcón, Aveledo—la Mesa ha sido durante todo este tiempo, exclusivamente, un frente electoral, concebido para orientar campañas; movilizar a las masas en torno a una fecha y organizar planchas unitarias dentro de los rigores de un calendario. Bastó que Diosdado Cabello decidiera esconder las llaves de la cita electoral para que la MUD entrara en un grave vacío existencial.

El problema de los dirigentes opositores ha sido ese: en materia de deberes unitarios, no salir de la zona de confort. La naturaleza organizativa de la MUD descansó durante mucho tiempo en una aproximación más bien conservadora del hecho político y el diagnóstico de la crisis. Privó en sus mandos dirigentes una renuencia a afrontar los retos extra-electorales.

Las instancias “federadas” en la Unidad, con poco poderío, le fueron de mucha utilidad a sus dirigentes en algún momento. Cada uno obtenía así el espacio que quería para desarrollar su perfil y sus estrategias. Se suponía que el trabajo de llevar adelante el vínculo con la gente le tocaría a los partidos. En rigor, sólo Primero Justicia y Voluntad Popular ha hecho medianamente la exigente tarea.

De acuerdo a esta interpretación convencional, inscrita dentro de la estrategia “pacífica, democrática, constitucional y electoral” Capriles y Falcón avanzarían, cada uno por su cuenta, en su interés por llegar a Miraflores, desde sus gobernaciones; mientras Ramos Allup haría lo propio, eventualmente, desde la presidencia de la Asamblea Nacional. Algunos de ellos deben hacer pensado que la marea de la crisis sería suficiente para resolver el problema frente al chavismo en unas elecciones.

En la dificultad para encarar estrategias con propósitos comunes por supuesto que se expresan egos, desconfianza crónica, sectarismo. El famoso “patriotismo de partido” del cual habló alguna vez el curtido dirigente Héctor Pérez Marcano.

Frente a la tarea por hacer de la Unidad, están, por otro lado, los espacios convencionales de poder de la oposición, las gobernaciones, alcaldías y diputaciones actuales, obtenidas trabajosamente dentro de un esquema electoral desnaturalizado por la estructura mafiosa del chavismo.

Son la instancias formales del poder nacional, hoy reducidos a su mínima expresión dentro de la perversa lógica chavista. En condiciones normales, “pacíficas, democráticas, constitucionales y electorales”, se trataría de núcleos naturales para resolver problemas y crear una plataforma de poder legítima.

Es imposible dejar de observar, llegados a este punto, que dentro de los confines del colapso venezolano en la era de Maduro, gobernaciones y alcaldías son apenas chatarra administrativa. Espacios de poder aislados y cercados; con una capacidad de gestión muy inferior al calado de los problemas cotidianos; desde donde muy difícilmente Capriles, y los otros dirigentes opositores, pero en particular Capriles, encontrarán espacio para conducir con acierto el tramo final de esta tortuosa y compleja historia

Metido en los confines de una Gobernación, Capriles puede ver terminar de ver pasar sus mejores días como líder nacional. En este país hay una sola urgencia. La sociedad democrática demanda conducción extra-electoral. La MUD precisa de un trabajo organizativo paciente, cotidiano, en todo el país. El reloj ha comenzado a andar. La gobernación de Miranda tenía un significado claro en 2012. Hoy es muy poco lo que expresa ¿Podemos medir alguna correspondencia en materia de soluciones, por ejemplo, entre el desborde delictivo y la Policía del Estado Miranda?

Debe presionarse, sin dudas, para que haya elecciones de gobernadores. El problema de Capriles es el país. Si el momento no es normal, si ya estamos en dictadura, si la incertidumbre se apropia de nuestras vidas, si toda Venezuela está esperando porque el aparato de la MUD por fin pueda prender, Capriles no puede ser más Gobernador de Miranda. La Oposición necesita un “driver” a tiempo completo. Dentro de poco, por el camino que vamos, aquí no habrá ni gobernaciones a las cuales aspirar.

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