Venezuela

Cosas que se llaman Caracas y no son la ciudad

En el cumpleaños 453 de la capital de Venezuela, repasemos algunos nombres que tienen la palabra Caracas y cuál es su verdadero significado

Caracas
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Los nombres con los que llamamos a las cosas con frecuencia son azarosos. Podríamos haber sido descubiertos por los vikingos y Caracas se llamaría Stavanger. Nuestros conquistadores tuvieron una mentalidad abierta y, aunque masacraron a los indígenas, preservaron muchas de sus palabras en ciudades y lugares, aunque ya no hablamos una papa de esas lenguas muertas.

¿Qué significa Caracas? Nadie lo sabe con certeza. Objetivamente, parece un nombre aceptable: sonoro, rítmico, algo desafiante y malandresco, más breve y menos pintoresco que Machurucuto o Chichiriviche. En el cumpleaños 453 de la capital de Venezuela, repasemos algunos Caracas que no son una ciudad.

Leones del Caracas

Equipo de beisbol profesional que entre 1945 y 1952 se llamó Cervecería Caracas, un nombre mucho más acertado, ya que jamás ha habido leones americanos, a pesar de que la ciudad se llama Santiago de León. Lamentablemente, esta marca de cerveza no pudo con la Polar. Al igual que el Real Madrid, tiene cierto aire elitesco y políticamente conservador y es el equipo con más títulos del país, aunque se quedó seco a partir de 2010, poco después de que lo compró un amo del valle venido a menos: Gustavo Cisneros. Se ha vuelto una novena poco competitiva en una época en que el chavismo le metió mucha plata a la pelota.

Sus aficionados —llamados “caraquistas”, de manera similar a los “madridistas”— sobreviven a punta de mamar las glorias del pasado: son una cuerda de nostálgicos de Vizquel, Galarraga, Antonio Armas, Baudilio, Urbano Lugo y Alfarito.

Radio Caracas

Podía designar al canal de televisión fundado en 1953 o la emisora de radio de 1930, ambas vinculadas al mismo grupo empresarial, aunque generalmente al primero. Si decías “Radio Caracas” en vez de “RCTV”, era el equivalente de: rodó una cédula. Pero bueno, era un nombre más cálido, aunque demasiado regionalista.

A ambas empresas privadas se las llevó el chavismo, como casi todo, y sobreviven digitalmente, incluso con una aplicación que ha levantado una especie de Muro de Berlín en redes sociales. En una esquina, los nostálgicos de Radio Rochela, el Loco Video Loco, La Bicha y Mi prima Ciela y los que sostenemos que toda perversión culposa es preferible al falso moralismo socialista. En la otra, los que despotrican diciendo que era un canal de TV sexista, racista, homofóbico, gordofóbico y que propició el ascenso del chavismo por culpa de Por estas calles.

Alias “El Caracas”

Para un delincuente de la Cota 905 o Petare, probablemente apodarse “El Caracas” sea anodino o hasta pueblerino, pero en otras regiones de Venezuela, quizás podría concederte una aureola intimidante, por aquello de que lo demás es monte y culebra.

En mis andanzas por las crónicas policiales, he documentado al menos dos choros con el alias “El Caracas”: Raúl Simón Lara Espinoza, uno de los pranes de las minas de El Callao (Bolívar), y Luingerrth Jesús Urdaneta San Juan, ajusticiado junto a su jeva en Maracaibo en 2016, aunque la megabanda que lleva su nombre sigue activa y es una de las más temidas de Zulia. A menos que la lidere un tercer “El Caracas”, del que no tengo constancia.

Cocodrilos de Caracas

Cuarto equipo más exitoso del baloncesto profesional, o lo que queda de él. Es cierto que las dos especies de caimanes que hay en Venezuela en realidad son cocodrilos desde un punto de vista genético, pero generalmente no son avistados en el Distrito Capital, excepto en zoológicos.

Los equipos caraqueños de básquet que existieron antes de su fundación en 1990 tuvieron casi siempre nombres ridículos, muchas veces por motivos de patrocinio, y jamás ganaron ni en caimaneras tres pa tres: Ahorristas, Retadores, Telefonistas, Académicos, Estudiantes, Lotos y Halcones. Tan simple que era ponerles Zamuros de Caracas, mucho más emblemático, contundente y autóctono. ¿Jugador franquicia? Es un quinteto que siempre relacionaré con el cuerpo amorfo de Alexander “Mimou” Vargas.

Billo’s Caracas Boys

Orquesta de género musical indefinible. ¿Merenguero? ¿Cañonero? ¿Guarachero? En todo caso, es una cosa que suena caraqueña. Tuvo que ser un dominicano, Luis María Frómeta, el que viniera huyendo de una dictadura para amar a Caracas como pocos, ya que generalmente los caraqueños nos la pasamos hablando mal de la ciudad. ¿Alguno de nuestros emigrantes le cantará embelesado a Buenos Aires, Guayaquil o Bogotá?

Nunca ha quedado del todo claro de dónde salió el apodo de Billo: hay quienes dicen que viene de “estribillo” y otros de un bodeguero dominicano malhumorado, al que a su vez habría que preguntarle por qué le decían Billo. Los apodos nunca son explicables, en todo caso. En 1956, Frómeta fue demandado por bígamo, pero es un caso judicial que suele malinterpretarse, no tenía las dos mujeres en la casa al mismo tiempo. Como suele pasar, después que se murió Billo hubo una pelea entre los herederos por los despojos de una marca que ya dejó atrás sus días de gloria. Hoy lo que hacemos es perrear.

Caracas FC

Equipo más ganador del fútbol venezolano —todo en un período relativamente breve y reciente—, vinculado al mismo dueño de los Cocodrilos: un empresario farmacéutico alemán muy cascarrabias, bebedor, polémico y ya fallecido, Guillermo Valentiner. De esa extraña era geológica en que la gente venía, en vez de irse. Una historia digna de Werner Herzog, el cineasta alemán que dirigió Fitzcarraldo, la historia de un europeo desquiciado que quiso montar una ópera en medio de la selva amazónica.

Una franquicia con un nombre simple, clásico y elegante, aunque lamentablemente escogió el color rojo —dicen que por el Bayern Munich— sin que nadie intuyera que luego vendría el chavismo a arrasar con todo lo que fuera de gestión privada (o pública).

Ciudad Vacacional Los Caracas

Una obra de la dictadura de Pérez Jiménez que diseñó Carlos Raúl Villanueva, el mismo de la Ciudad Universitaria, un arquitecto genial que supo adaptarse astutamente al sistema político de turno. Los que lo vivieron en su época de gloria dicen que aquello parecía Cancún. Creo haber estado una sola vez allí, y de pasada, ya en su decadencia irreversible. No he podido averiguar por qué se llama Los Caracas: parece que antes había una hacienda en el lugar con ese nombre.

Si Los Beatles hubieran sido andinos, y Mick Jagger de los Llanos, podríamos haber tenido tremenda banda de rock llamada Los Caracas. Sin embargo, en 2020 la Ciudad Vacacional es un albergue de confinamiento para viajeros sospechosos de coronavirus que no pueden pagar hoteles privados. ¿Por qué todo termina así?

Batidos Caracas

De las denominaciones comerciales que han llevado el nombre de la ciudad, creo que es la que más recuerdo, y sin embargo, hoy es prácticamente inexistente en Google. Era una fuente de soda que quedaba en la esquina de Puente Llaguno, en la avenida Baralt, y en la que se preparaban unos batidos legendarios.

Ya casi nadie toma batidos en Caracas, las frutas son demasiado Cara-cas. Y Puente Llaguno solo es mencionado como el lugar en el que los pistoleros chavistas se entraron a plomo en el golpe de Estado del 11 de abril de 2002. Al parecer, los dueños de los Batidos terminaron demandados en 2014 porque no pagaban los bonos vacacionales y todas esas cosas en bolívares que inventó el chavismo y que ya tampoco sirven para nada.

La Yerba Caracas (Amaranthus Dubius)

También conocida como “Pira”. Hay quien sostiene que de esta planta fue que salió el nombre de Caracas, y no de una tribu de indios. Desde que tomé conciencia de manera tardía de que prefería ser vegetariano en la vida, he leído unas cosas realmente asombrosas sobre este monte, por ejemplo, que “sus espigas tienen más proteínas que la leche”, aunque hoy tiendo a ser escéptico.

Cerca de donde vivo había unas piras que crecían de manera silvestre y yo me las comía de manera cruda y sin lavarlas, aunque jamás me salieron músculos como a Popeye, y los vecinos tarde o temprano las arrancaban como si fueran maleza. En todo caso, mientras los peruanos y bolivianos exportan a todo el mundo la quinoa, la chía y esas cosas, yo sigo sin ver que aprovechemos la Yerba Caracas para absolutamente nada.

Caracas Caracas

Recuerdo al menos dos canciones que dicen “Caracas Caracas”. Una es casi un insulto para las mujeres capitalinas: Caracas, Caracas, cómo me gusta esa ciudad, pero qué lindas muchachas, las que en Barquisimeto hay (Binomio de Oro, poco antes del asesinato de Rafel Orozco). La otra era un tema de protesta contra el puntofijismo: Caracas, Caracas, yo te canto noche y día, para que mejores tiempos te perfumen de alegría (Un Solo Pueblo, años ochenta). En chavismo le cambiaron la letra: llegaron mejores tiempos perfumando tu alegría. Humildemente, yo sigo percibiendo que todo empeora de manera indefinida. Pero sigo viviendo allí en eso que ahora podría llamarse Cáscara, y por ráfagas me agrada. Debo ser un poco masoquista.

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