Venezuela

Carlos Blanco: A Maduro lo que más le conviene es una salida negociada

El economista Carlos Blanco, profesor universitario, ex ministro y uno de los críticos más radicales del chavismo, analiza cómo Venezuela fue arrastrada al actual punto de quiebre por Hugo Chávez y cuáles pueden ser algunos escenarios futuros. Es de los que cree que el gobierno de Nicolás Maduro está de salida y que dependerá de la dirección política de la oposición el capitalizar los cambios en marcha para sacar a Venezuela de una “catástrofe” histórica.

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“Lo que estamos presenciando en Venezuela son los efectos que normalmente produce una guerra, cuando un ejército ocupa un territorio y ese territorio es defendido por sus habitantes y se da una devastación”, ilustra sobre la situación actual de uno de los países americanos más ricos en recursos naturales y que ostenta hoy la mayor inflación del mundo en medio de una profunda depresión económica.

“Entonces Venezuela está viviendo los efectos de una guerra que un sistema económico político le declaró a su población”, recalca este profesor de la Universidad Central de Venezuela y del centro Weatherhead for International Affairs de la Universidad de Harvard (centro de estudios internacionales), ex consultor en Naciones Unidas y el Banco Interamericano de Desarrollo.

Blanco, en reciente entrevista con El Estímulo, analiza el cuadro económico y político actual de esta Venezuela en trance, con una visión que parece conjugar un racional optimismo sobre los cambios en marcha junto con la constatación de que por aquí las cosas marchan muy mal.

Esa guerra que le ha declarado la cúpula del chavismo al resto del país “desde luego no tiene nada que ver” con las promesas que el propio Hugo Chávez y el chavismo han hecho, señala.

Los chavistas se han buscado tres grandes excusas para justificarse: “el imperialismo”, una supuesta “guerra económica” de oligarquía venezolana y el descenso en los precios del petróleo.

“Estos argumentos siempre colocan la catástrofe fuera de la responsabilidad del régimen. Pero el argumento político del imperialismo y la guerra económica es absolutamente falso, entre otras cosas porque es el gobierno que ha producido el desmantelamiento del aparato productivo del país, el que ha acabado con empresas y empresarios a lo largo de 18 años”, puntualiza.

Cita cifras de la firma consultora Econométrica para señalar que un bolívar de 1999 equivale a Bs 518 en septiembre de 2016.

“Es decir, lo que comprabas con diez bolívares en ese momento de 1999, ahora lo compras con más de cinco mil bolívares. El año pasado el gobierno aumentó más de 90% el salario, pero la inflación fue de casi 200% y la inflación anualizada está en casi 500%, 430% para julio de este año”, explica.

“La pobreza, según la encuesta Encovi (hecha por tres prestigiosas universidades de Venezuela) es para 2015 de 76%, en ingresos”, señala.

Blanco, quien estuvo recientemente de visita en Venezuela y entre otras actividades se desempeña como asesor de la dirigente política María Corina Machado, desmonta una a una las excusas con las que el gobierno justifica sus propios errores.

“El argumento de los precios del petróleo… desde luego ha habido un descenso desde el pico de 140 dólares en julio de 2008 a los precios actuales. Pero la crisis del aparato productivo venezolano, de Pdvsa, la inyección de dinero inorgánico (sin respaldo), la inflación, preceden al descenso de los precios del petróleo. El déficit fiscal puede estar según algunos cálculos sobre 30 puntos del Producto Interno Bruto (PIB)”, explica.

“Esta situación que padece el país es creada por el gobierno y la pregunta que hay que hacer es por qué”, dice el economista.

“¿Por qué alguien que tiene todas las herramientas económicas y financieras, alguien que goza de apoyo popular, puede producir una devastación de esta naturaleza?” se pregunta.

Encuentra las razones en tres elementos:

“El primero es el ideológico: la mayor parte de los lideres del movimiento chavista, incluyendo a Maduro, se educaron con la cultura de una izquierda fracasada que se inspiró en Cuba pero fue derrotada estruendosamente en el resto de América Latina”.

“La cultura de una izquierda venezolana es desde los años 60 de una izquierda derrotada, languidecente, marginal sin pensamiento propio. Ese déficit cultural lo llenó la fantasía cubana que es la de un socialismo construido en medio de bloqueos y dificultades y que produjo en Cuba y ahora en Venezuela hambre y desolación sobre la base de un principio que no importa pasar hambre si se defienden los principios. Por su puesto amor con hambre no dura ni principios con hambre tampoco duran”, dice.

Esa es la matriz que llevó a Hugo Chávez, “educado en ese atraso”, a ver a la empresa privada, la propiedad privada y el emprendimiento como actividades adversas al bienestar colectivo.

“Chávez no es el primer atarantado que llega a la presidencia de un país. Pero a diferencia de esos países Chávez con mucho talento maligno logró copar las instituciones del Estado”, dice al recapitular como el comandante de paracaidistas controló tres entes fundamentales: la Fuerza Armada, que le daba el poder de fuego; Pdvsa, que le daba los ingresos y el Banco Central, que le daba el dinero que el país no podía tener por la vía de la exportación y la producción interna.

Después, Chávez tomó el control de las demás instituciones del Estado, nacionales y subnacionales, desde el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo, hasta las gobernaciones y alcaldías, el aparato educativo, los medios de comunicación y el aparato cultural.

“Estamos en presencia de una operación ideológica en un sentido (estos principios de un socialismo atrasado, una cultura superada por la izquierda mundial inclusive. Y en segundo lugar una operación política porque para supuestamente desarrollar una revolución hay que aplastar al enemigo, al que viene del sector privado del pensamiento independiente del emprendimiento”.

“El resultado ha sido esta catástrofe y Maduro es hoy el heredero del único legado importante de Chávez: es el administrador de una catástrofe”, recalca Blanco, quien es también un reconocido columnista de prensa.

“Aquí en Venezuela en el curso de 18 años no se ha construido nada que pueda valer la pena, para las generaciones que se levantan. Ni se ha construido infraestructura, ni empresas públicas o privadas y lo más importante no se ha construido porvenir, lo que explica la desesperación de los más jóvenes y la búsqueda de oportunidades en el exterior”, afirma.

Entuertos

“No rectifican creo yo porque Maduro y su equipo son unos prisioneros de su ideología, lo que les impide virar hacia algo aproximadamente alejado del precámbrico en el cual están”.

Una segunda razón de la falta de correcciones y de medidas es porque Maduro no es un líder, no es un jefe. «Maduro es un administrador incompetente que se sacó ese cargo en la lotería de la agonía de Chávez, cuando este estaba mareado por los cubanos», afirma.

“Maduro no es un líder y él no le puede ordenar a Diosdado Cabello, a Cilia, a Tarek, a Ameliach un viraje, porque estos tipos se le alzan. No es el caso de Chávez, que imponía su criterio porque tenia apoyo popular, liderazgo, jefatura”, señala.

En la Venezuela de hoy “hay un problema adicional a las dictaduras tradicionales latinoamericanas”, señala.

“Aquí no solo hay delito contra los derechos humanos y corrupción como hubo con todos (los gobiernos de este tipo). Sino que también hay un ingrediente adicional: las vinculaciones con el narcotráfico y con el terrorismo internacional”, sostiene.

“Eso hace que muchos de los indiciados en estos delitos no tengan lugar en el planeta tierra a donde ir, salvo Cuba, Rusia, Corea del Norte. En una negociación con Maduro, si hay una salida negociada, ellos pedirían alguna salvaguarda en ese sentido. Pero si la salida no es negociada muchos de ellos no tienen a dónde ir”, postula.

«La única posibilidad de que esta gente salga es porque el país se los imponga. Maduro prefiere renunciar a medirse en los votos, creo yo», dice.

«Ellos no van  aceptar salir por los votos. El chavismo madurismo prefiere que Maduro renuncie antes que salir por los votos p0rque la renuncia deja una interrogante sobre lo que podría haber sido, los votos son algo definitivo, el 80% quiere que se vaya Maduro y punto. Por eso ellos evitan el referendo revocatorio 2016. Y en 2017 no sirve (la consulta), es un caramelito de cianuro», asoma.

“Los que quieren salvarse podrían ser los más interesados en negociar, pero no lo saben, creen que el poder es eterno”, dijo.

Blanco por otra parte afirma que en la oposición solamente ahora parece haber conciencia de que se es mayoría, cuando en realidad el país opositor es mayoría desde hace varios años.

“Algunos dirigentes opositores tenían el complejo de las minorías”.

“En segundo lugar ha habido poca confianza en los ciudadanos, en el movimiento organizado de los ciudadanos, cuando son ellos los que cambian la historia, por su puesto dirigidos de una manera adecuada”.

El economista arriesga algunos escenarios:

“Creo que el régimen está en su final y los dos escenarios son o una salida negociada, una transición negociada, -que requeriría un conjunto de medidas como la libertad de los presos políticos, apertura del canal humanitario, regreso de los exiliados, respeto a la Asamblea Nacional, cese de la represión- si se dan esas condiciones se puede negociar y llegar a una transición”, dice.

Lo otro sería “un movimiento imparable de calle que provoque la renuncia de Maduro”.

Habría un tercer escenario: “que el gobierno apele a una represión indiscriminada y masiva y mayor que la que tiene ahora. Ese escenario tiene que contar con apoyo militar y policial incondicional para poder realizarse y yo dudo que ese apoyo exista”.

Para un economista que ha analizado el entorno venezolano durante años la pregunta es obligatoria: ¿puede la economía, el quiebre de la economía que vive Venezuela ser un motor de cambio?

“Creo que los problemas económicos conducen al descontento, pero solo una propuesta política conduce al cambio de régimen. Es decir, la política es la que lo mueve porque el descontento puede conducir a Caracazos (revueltas populares), pero no necesariamente conduce a un cambio de régimen. En cambio si hay una dirección unificada alrededor del cambio de régimen, el descontento convertido en protesta hace que la protesta se convierta en exigencia y la exigencia en ultimátum”.

“No sé si (la oposición) está cohesionada para eso. Ese es el desafío que tiene la dirección democrática de Venezuela: estar a la altura del descontento y del cambio de régimen. Espero que sí”, dice.

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