De Interés

Carta abierta a Gabriela Montero

Apreciada Gabriela,

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FOTOGRAFÍA: Shelly Mosman | EFE

Leí tu última carta dirigida a Sir Simon Rattle. No es la primera vez que tenemos opiniones divergentes, en particular con nuestras percepciones sobre El Sistema, pero lo hemos discutido en privado. Sin embargo, quiero comentar esta última carta tuya. Hay varios puntos con los que no estoy de acuerdo:

El que uno admire la obra de José Antonio Abreu –y de tantos otros eximios músicos- no significa que uno sea “acólito de El Sistema” o “cómplice del chavismo”. Meter a todos los que pensamos que El Sistema es la obra de envergadura más importante que jamás se haya hecho en Venezuela, humanista y trascendente, en el mismo saco de los oportunistas que siempre buscan a qué palo arrimarse, es injusto, por decir lo menos.

Hasta el día en que me muera desearé que el chavismo madurismo no acabe con una obra que ha representado, en centenas de miles de casos, un antes y un después en la vida de una familia marginada. Cuando hablo de marginalidad no me refiero solamente a la material. Y no te lo digo como un cliché, lo digo porque conozco El Sistema de primera mano: he visitado núcleos, he hablado con los músicos, con sus padres, con los profesores. He compartido con visitantes de distintas partes del mundo, que se quedan, como Rattle, fascinados ante lo que sucede en Venezuela: la otra cara de la moneda de la nefasta revolución.

Es verdad que Chávez intentó por muchos medios apropiarse de El Sistema y hacer suyos los triunfos de nuestros muchachos ¿Eso te extraña? ¡Si Chávez era un fanfarrón y un mentiroso compulsivo! De lo único que tenemos que alegrarnos es que durante su gobierno –por los altísimos precios del petróleo- El Sistema tuvo fondos suficientes para crecer y expandirse.

Y repito una vez más, que el Maestro Abreu haya decidido no confrontarlo fue una decisión personalísima, pensando que protegía así a los niños que formaban parte de la obra.

Y perdóname, Gabriela, pero decir que el Maestro Abreu era famoso por decir “que todo el mundo tiene su precio” está completamente fuera de su carácter. Lo conocí por casi cuarenta años, fui su amiga, compartí con él muchas veces y jamás lo escuché decir eso ni nada parecido. De hecho, jamás lo oí hablar mal de nadie. Y en el supuesto negado de que lo hubiera pensado, era demasiado inteligente para haberlo dicho. Nunca, en todos los años que compartí con él, le vi una muestra de ostentación.

Todo lo contrario, siempre fue un asceta. Vivió en la misma casa toda la vida y trabajaba veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Fue frugal y comedido en todo. Dices que te ofreció dinero… ¿se puede saber a cambio de qué?…

Concuerdo con Rattle en que Gustavo Dudamel tiene un enorme peso sobre sus espaldas. Gustavo, después de la muerte de Abreu, es la cabeza de El Sistema, reconocida en todo el mundo. Tiene que estar desesperado y triste viendo la diáspora de músicos. Y no sólo la de músicos, que es la que le toca más de cerca, sino la de todos los venezolanos.

¿Qué te hace pensar que Gustavo es un insensible, que no le duele Venezuela? ¿El que no se haya pronunciado en contra de Chávez o Maduro cuando tú –y muchos más- hubieran preferido que lo hiciera?… Gustavo fue formado en la escuela de Abreu: no confrontar. Podemos estar o no de acuerdo, pero su decisión fue basada en proteger a esos niños y jóvenes que forman o formaron parte de El Sistema. No se trata de ti, que eres una agente libre y puedes decir lo que te venga en gana. No se trata de mí, que también digo lo que pienso ¡se trata de alrededor de un millón de niños! Si Chávez despidió a la crema y nata de PDVSA, la gallina de los huevos de oro que usaba como su chequera personal, ¿crees que le hubiera importado destrozar a El Sistema? Y a Maduro menos todavía…

Tú dices que “algunos se negaron a colaborar con los arquitectos de la destrucción de nuestra nación”. El Sistema, en sí mismo, es un antídoto contra la destrucción. El hecho de que Venezuela “esté dominada por la hiperinflación. Muchos están muriendo de hambre. La higiene básica y las necesidades médicas son escasas. Millones están huyendo, o tratando de hacerlo y los vecinos de Venezuela no están exactamente pavimentando el camino para darles la bienvenida”, como dice un artículo de Richard Morrison que recientemente colgaste en tu muro de Facebook, no es culpa de El Sistema, ni del Maestro Abreu, ni de Gustavo Dudamel. Es culpa de Nicolás Maduro y su combo. Decir otra cosa es quitarles responsabilidad a quienes sí la tienen.

Tienes razón cuando dices que Gustavo no es una víctima. También concuerdo que no necesita que lo protejan con motas de algodón. Pero Gabriela, cualquier cosa que Gustavo haga o diga, para ti está mal hecho. Si no habla es porque no habla. Si habla, es porque habló. Si alguien habla bien de él hay que “sacarlo de su error”… Es tanta tu obsesión con Gustavo que pareciera más bien que le tuvieras envidia, cuando tú eres también poseedora de un talento único, admirada y reconocida. Tú no necesitas hundirlo a él para flotar tú… ¡si tú no flotas, tú vuelas!

¿No te parece demasiado afirmar que Gustavo “es un beneficiario multimillonario, que de buen grado disfrutó del estilo de vida de jet privado creado para él por Chávez, Abreu y Maduro”? Gustavo es millonario porque se ha ganado sus millones a punta de trabajo, esfuerzo y talento.

En fin, Gabriela, espero que no pienses que te escribo para “continuar propagando la «narrativa de salvación» pasable en el hemisferio norte». No es una “odiosa mitología”. Es una obra encomiable que tú como músico deberías querer que continúe y que crezca, no que desparezca por una rivalidad o una antipatía personal. Piénsalo. Me encantaría verte dirigiendo aquella cátedra de piano Gabriela Montero que el Maestro Abreu quiso tener dentro de El Sistema. Tal vez cuando salgamos de esta peste en la que estamos metidos.

Me despido expresándote mi admiración y respeto.

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