De Interés

Charlando con un mesonero mientras pasa la lluvia

Es un trabajo que requiere de condiciones físicas para aguantar "la pela", de 8, 10 y 12 horas diarias. Es remunerado, son unos reales bien ganados

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TEXTO: ÁNGEL ARRAEZ | FOTOGRAFÍA: CAPTURA

Caminaba por el bajo Manhattan y de pronto una pequeña llovizna me obligó a refugiarme en lo que voy a llamar “tasca”, porque no sé cómo definirlo. Entré solo para no mojarme, pero una vez en el sitio me senté en la barra. La atención no fue inmediata, aunque detrás del mostrador había al menos seis bartender tratando de satisfacer la demanda de los clientes que se alistaban para ver la carrera del Belmont Stakes, última prueba de la Triple Corona del hipismo estadounidense.

Mientras espero, trato de recordar cómo se llamaba aquella película protagonizada por Tom Cruise, donde hizo el papel de barman. La búsqueda mental es interrumpida por el camarero de la barra; pido una cerveza y sigo observando el movimiento en el local. Aparte de los seis barman, en el salón hay aproximadamente ocho meseros, entre hombres y mujeres, eso sí, todos jóvenes; me imagino que para aguantar “la pela”. Esa corredera para servir tragos y comida no es nada fácil.

Me quedo y veo la carrera que ganó el favorito Justify, triunfo que fue motivo de celebración para la mayoría de los presentes, hasta los mesoneros hicieron sus apuestas, tal vez para romper la rutina del trabajo y compartir el momento.

Al rato, se sienta en la barra uno de los mesoneros que estaba sirviendo, pide un trago, se voltea hacia a mí y me pregunta en inglés, que a quién iba en la carrera. Le respondo como decía Celia Cruz: “My english is very bad”. Se ríe y me hace la pregunta obligatoria, “where you from”. Le digo que soy de Venezuela, pone cara de extrañado y me dice que es de Dominicana. Pasamos a conversar en español. Hace todas las preguntas de rigor y nos reímos.

Luego me cuenta que tiene una tía en Venezuela, a quien vino a visitar en una oportunidad. Su recuerdo fue que le robaron los zapatos y el celular a punta de pistola. Llegó a la casa y le dijo a la tía, “chao, me voy”. Otra vez nos reímos.

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Fotografia: Caracas Ron Festival

No sé cuánto tiempo pasó. De pronto se unió a nosotros una de las meseras. Adonis me la presenta y le dice quién soy. Interesado en el trabajo de estos jóvenes, les pregunto sobre el oficio que desempeñan. “Depende de tus necesidades y del tiempo que tengas. Trabajamos 4, 6, 8, 10 o más horas. Es verdad que ganamos bien, pero es un trabajo muy agotador. Estar parado tantas horas, y a veces hay que ir a otro lugar de trabajo», explica el muchacho.

Sigo indagando, ¿qué hacen cuando no están trabajando? “Voy a la universidad y al gimnasio, es la única manera de aguantar físicamente el trabajo. No creas que voy al gym porque quiero estar como JLo, es que hay que tener aguante para hacer esto todos los días”, afirma Kathy.

Se extienden dándome explicaciones, o mejor dicho, técnicas. En este local deben subir a la cocina que está en el segundo piso; sin embargo, hay otros negocios donde está ubicada en el sótano. Diariamente deben subir y bajar al menos 100 veces. Me hice el loco y subí las escaleras, son 23 escalones con dos descansos. Después está la caminadera en el salón.

Me brindan un trago y con el llega el nombre de la película de Tom Cruise, “Coctails”. Les comento si recuerdan ese film, y me dicen que no. Claro, la cinta fue exhibida en 1988; ellos tal vez no habían nacido. En esa época todos querían ser barman como Brian Flanagan, que era el nombre de Cruise. Resulta que la verdad es otra, es mucho trabajo, la paga es buena y después te puedes tomar los tragos que quieras, obviamente, una vez finalizada la jornada. Lo único que quieres es irte a casa.

Ellos me dijeron antes de irme, “este es el trabajo visible o la fachada, si quieres te llevamos a la cocina que es otra historia, la que no se ve en el cine”.

Voy a pagar mi trago, pero los amigos de la noche me dicen que vaya tranquilo y regrese. Salgo a la calle y está llena de gente, al igual que la tasca.

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