Opinión

Chile 5 Venezuela 0: el fútbol no habla pendejadas

La puesta en escena de la primera Vinotinto de contigencia sirve para contrariar a quienes aún viven de tópicos. Juan Arango debe jugar al fútbol como siempre lo ha hecho.

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AFP | DRAGOMIR YANKOVIC

No le piden nada distinto a Arango de lo que siempre ha mostrado, que no es más que ser influyente en su zona de acción. Esto es muy importante porque hay que desechar opiniones llenas de banalidad e incongruencia que señalan que el 18, ahora debe convertirse en un correcaminos que nunca fue. Arango, como cualquier futbolista profesional, sabe -y lo ha hecho- apremiar a su rival según lo requiera la situación. Su mal partido no pasó por correr menos que sus compañeros sino porque él forma parte de un conjunto, de un colectivo que hoy nos recordó alguna que otra razón que nos dejó fuera del Mundial.

Segunda lección: Frank Feltscher está vivo. Si se le permite arrancar desde la mitad del campo, con la instrucción de estirar y ensanchar el campo, el suizo-venezolano puede convertirse en una herramienta de inmenso valor para el proceso Sanvicente. Su misión de hoy -a diferencia del proceso anterior- era convertirse en un clavo que estiraba y ensanchaba el campo de juego. En los primeros minutos supo hacerlo por la banda izquierda, pero más allá de su cambio de sector, sucumbió al terremoto que sacudió a la idea de Noel Sanvicente .

La apuesta inicial, incluyendo las instrucciones a Feltscher, era poblar el centro del campo, crear superioridades numéricas que luego se tradujeran en superioridad posicional, algo que se logró cada vez que Fedor se acercó a sus compañeros. El retroceso de Fedor le permitía a quien tuviese el balón encontrar varias opciones de pase, cada una de éstas en distintas zonas del terreno. Hay que comprender que «ser más» no es lo mismo a sacar provecho, por eso es tan importante conocer dónde y cómo hay que generar esas «superioridades posicionales» de las que hablo.

Ni Rafael Acosta ni Edgar Jiménez encontraron las instrucciones del juego. Mientras la Vinotinto obligó en muchas ocasiones a que Chile empleara pases de 30 metros, los volantes nacionales no supieron marcar o interrumpir el plan rival de buscar el tercer hombre. Cada pase largo austral tenía un objetivo: que el receptor controlara la pelota pensando en habilitar a los futbolistas que llegaban con el arco de frente. En el partido de hoy, los defensores criollos fueron siempre en búsqueda de ese receptor pero ninguno de los volantes antes mencionados pudo desactivar la estrategia de Sampaoli.

En el primer gol chileno queda retratado nuevamente Grenddy Perozo. Sale a buscar a un rival pero cuando llega el momento de atacarlo, vuelve a caer víctima de la duda y en ese par de segundos de incertidumbre se gesta lo que vino a continuación: un gol en medio del pandemónium defensivo criollo. En los tres partidos de la selección se ha notado que el central del Ajaccio francés no atraviesa su mejor momento y esto ayuda a que la ausencia de Fernando Amorebieta se haga aún más notable.

Todo lo que había prometido el equipo criollo se derrumbó a partir del gol. Arango no encontró su lugar en el campo, Feltscher retrocedió hasta perder el camino que antes había recordado y Fedor, ese futbolista resistido por sus errores en la ejecución, se equivocó un par de veces en la elección, algo que es más notable que lo que se le reclama.

Los laterales no se proyectaron y la desaparición de los mediocampistas centrales, encargados de promover las superioridades antes mencionadas, comprometió la idea inicial. La caída futbolística fue disimulada por un par de tiros de esquina, sin que esto evitara el segundo tanto, obra de la suerte y la falta de reacción de un equipo que bajó los brazos muy temprano en el partido.

El mal desempeño de Jiménez y Acosta sirvió para mostrar uno de los problemas más graves del fútbol venezolano: los defensores no achican sino que corren siempre hacia su propio arco. En un trabajo publicado hace un par de meses atrás, me permitía mostrar cómo correr hacia atrás le ofrece a nuestros rivales el espacio y el tiempo necesarios para elegir mejor, y por ende, para ejecutar con un toque más de serenidad. Chile parece conocer esa faceta criolla y supo en todo momento sacar provecho de ella. El tercer gol chileno retrata ese temor criollo a achicar y le permite a Medel y a Valdivia pensar sin oposición alguna. Nos quedamos con su ejecución (la chilena), pero vale la pena revisar cómo pudieron estos jugadores recibir, pensar y elaborar con tanta tranquilidad.

¿Cuántas ocasiones de gol produjo la selección nacional? ¿Dos? ¿Tres? A Claudio Bravo lo reconocimos por su natural participación en el juego de su equipo y no por sus intervenciones bajo los tres palos. Nadie duda que el rival condiciona pero lo de hoy fue particularmente preocupante.

Este golpe llega en el mejor momento posible. Entiéndase que no hay buen momento para caer derrotado pero hoy, a más de seis meses de la Copa América, perder ante Chile se antoja como un mal necesario.

Hay mucho que corregir y algunas medidas que deben ser tomadas inmediatamente. No hay excusa. La FVF dilató hasta más no poder el inicio de este ciclo, lo que obliga a este cuerpo técnico a ser muy contundentes en poco tiempo. Lo que en tiempos normales debía ser, como mínimo, el décimo partido de la conducción Sanvicente es apenas el tercero. Reitero, no es excusa, es un peso que obligará a tomar resoluciones urgentes y para ello hay que escuchar las lecciones que deja este partido, antes que a los alcahuetes que llegan con el saco lleno de excusas y justificaciones.

Lo de Chile es admirable porque nos muestra el camino a seguir. Es una selección que tiene respuestas a cualquier interrogante; por más que se hable de sistemas, lo suyo nace y se sostiene en un alto nivel de intensidad, entendida esta como la concentración con la que se asume cada compromiso. Eso no lo consiguió en un par de meses sino que le ha costado años de trabajo y sacrificio, por ello es tan importante estudiar su ejemplo e intentar, en nuestro contexto, recorrer un camino similar.

Cuando en Chile Medel inicia y define la jugada hace buena la definición de Carlos Peucelle sobre el fútbol: «juego social absolutamente dependiente de la altruista cooperación de unos con otros, que mutuamente se apoyan«. El camino es largo y lleno de obstáculos, pero nadie llegó al Olimpo sin antes haber pasado por la trituradora del sacrificio y la dedicación.

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