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China y la prosperidad común

Por Víctor Álvarez y y Davgla Rodríguez / China ha incrementado su presencia en ALC y ha estrechado vínculos políticos, diplomáticos y comerciales con los países de la región, es el segundo socio comercial de ALC, después de EEUU. El comercio bidireccional alcanzó $307.400 millones al cierre de 2018

China Coronavirus Xi Jinping
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Desde la fundación de la República Popular China en 1949 se han establecido relaciones diplomáticas y comerciales con los países de América Latina y el Caribe (ALC). Estos vínculos se ampliaron y profundizaron al comenzar el siglo XXI. El crecimiento económico sostenido que el gigante asiático experimentó le impuso la necesidad de buscar nuevas fuentes de energía y materias primas, así como oportunidades para invertir sus excedentes de capital. China ha incrementado su presencia en ALC y ha estrechado vínculos políticos, diplomáticos y comerciales con los países de la región, es el segundo socio comercial de ALC, después de EEUU. El comercio bidireccional alcanzó $307.400 millones al cierre de 2018.

Xi Jinping y el plan 1+3+6

Cada vez que el presidente Xi Jinping ha visitado ALC ha expresado el interés de China de ampliar y consolidar un vínculo de cooperación basado en los principios de esfuerzo mutuo y beneficios compartidos. En 2014 se reunió en Brasil con líderes de 11 países para exponer por primera vez su propuesta de construir una comunidad Chino-Latinoamericana para la prosperidad común: «Aprovechemos las oportunidades que se nos presentan y trabajemos juntos para abrir nuevos caminos en la construcción de una comunidad de destino para el progreso común y marcar el comienzo de un futuro brillante para las relaciones entre China y América Latina y el Caribe», dijo a los líderes de ALC que asistieron al encuentro.

Xi Jinping propuso en esa oportunidad un plan de cooperación bautizado como el «1+3+6» a fin de «promover una cooperación más rápida, más amplia y más profunda entre las dos partes para obtener resultados reales». El «1» se refiere el Plan de Cooperación Chino-Latinoamericano y el Caribe (2015-2020) con miras a promover el crecimiento inclusivo y el desarrollo sostenible; el «3» alude a los «tres motores» para impulsar el desarrollo integral a través del comercio, la inversión y la cooperación financiera; y, el «6» significa los seis campos prioritarios de cooperación: energía y recursos, construcción de infraestructura, agricultura, manufactura, innovación científica y tecnológica, y tecnologías de la información.

En su discurso ante el Congreso de Perú en 2016, Xi Jinping argumentó la importancia de fortalecer la cooperación entre China y ALC: «Con una quinta parte del área total del mundo y casi un tercio de la población mundial, China y América Latina y el Caribe son fuerzas cruciales para la paz y la estabilidad mundial (…) China aumentará el intercambio de experiencias de gobernanza y mejorará la planificación y coordinación de políticas macro con los estados de América Latina y el Caribe para una mejor sinergia de nuestros planes y estrategias de desarrollo».

En 2019, Xi Jinping volvió a América Latina por quinta vez y estuvo en Brasil en la 11ª cumbre del Grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), donde reafirmó la importancia del multilateralismo y abogó por la creación de un ambiente de seguridad, un desarrollo abierto e innovador y el fomento de intercambios y aprendizaje mutuo a través del diálogo de saberes y distintas culturas.

Las oportunidades ofrecidas por la Nueva Ruta de la Seda

La iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda ofrece nuevas oportunidades de cooperación entre China y ALC. Desde mediados de siglo XVI hasta principios del XIX, embarcaciones cargadas de seda, especias, porcelana y otras mercancías chinas cruzaban el océano Pacífico hasta el actual puerto de Acapulco. Esta iniciativa integra la Franja Económica de la Ruta de la Seda y la Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI.

América Latina es la extensión natural de la Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI. Diecinueve países de ALC han firmado acuerdos de cooperación relacionadas con la Nueva Ruta de la Seda.

En su visita de Estado a Panamá, en diciembre de 2018, Xi Jinping afirmó que la Estrategia Nacional de Logística Panamá 2030 y la Nueva Ruta de la Seda son muy compatibles y exhortó a ambas partes a buscar sinergias entre sus proyectos de desarrollo para impulsar la cooperación y promover la conectividad.: «China compartirá su experiencia y oportunidades de desarrollo con el resto del mundo y dará la bienvenida a todos aquellos países que quieran subirse al tren expreso de su desarrollo, de forma que todos podamos desarrollarnos juntos», expresó el presidente Xi Jinping.

En su mensaje a la Reunión Ministerial del Foro China-CELAC celebrada en Chile en 2018, Xi Jinping subrayó que ambas partes «deben trazar un plan en nuestros esfuerzos conjuntos dentro de la iniciativa de la Franja y la Ruta y abrir una senda de cooperación a través del océano Pacífico que conecte mejor las ricas tierras de China y América Latina y abran una nueva era de las relaciones entre China y Latinoamérica y el Caribe».

Venezuela y la Nueva Ruta de la Seda

En 2018 apenas se firmó el memorando de entendimiento para la integración de Venezuela a la Nueva Ruta de la Seda. Entre 2000-2019, la relación chino-venezolana ha pasado por varias etapas: 1) Exploración y configuración de la relación (2000-2006); 2) Desarrollo y consolidación del intercambio (2007-2014); 3) Estancamiento y reconfiguración de la relación (2015-2019).

A partir de 2007 se escaló la relación financiera y comercial con la firma del Fondo de Financiamiento Conjunto Chino Venezolano (FFCCV) y, posteriormente, del Fondo de Gran Volumen a Largo Plazo (FGVLP). Estos fondos se nutren de los aportes del Banco de Desarrollo de China (BDC) y del Fondo de Desarrollo Nacional (FONDEN) como fondos rotatorios, con carácter reembolsable y renovable, una vez cancelado el tramo anterior.

Hasta 2014, China desembolsó cuantiosos recursos financieros que inicialmente sumaron $ 50.300 millones, para ascender luego a $ 67.499 millones al sumar los desembolsos dirigidos a los sectores de petróleo, minería y construcción, cuyos proyectos fueron ejecutados fundamentalmente por empresas chinas. En cuanto a las empresas mixtas con inversión directa de China se pueden identificar las siguientes: Haier, Vtelca, Orinoquia, VIT, Yutong, Chery Venezuela, Petrosinovensa, Petrourica y Petrozumano.

Se cuentan al menos 23 proyectos de infraestructura con un monto de inversión equivalente a $ 16.300 millones, de los cuales 9 corresponden al sector energético, 5 al agrícola, 2 a transporte, al menos un proyecto en los sectores de minería, petroquímica y construcciones portuarias, y 4 complejos habitacionales para la construcción de 20 mil viviendas. El 54% del total desembolsado fue dirigido al sector energía, seguido por construcción de viviendas (23%), agricultura (11,7%), transporte (4%), infraestructura portuaria (3%), minería (3%) y petroquímica (1,6%).

Los proyectos relacionados con el sector energético se orientaron a la fabricación de centrales termoeléctricas, reparación de refinerías y la construcción de condominios industriales en la actividad petrolera. Los proyectos más emblemáticos fueron las remodelaciones de las centrales eléctricas de Tocoma y la planta termoeléctrica Luis Zambrano. Se cuenta la remodelación del complejo refinador de Puerto La Cruz y la remodelación del puerto de la ciudad de Puerto Cabello.

Los fondos chinos han generado una polémica debido a la condicionalidad establecida de contratar empresas chinas para la ejecución de los diferentes proyectos y al hecho de que se pagan con el suministro de petróleo a futuro. Quienes cuestionan esta modalidad de financiamiento hacen referencia a la “Diplomacia de la trampa de la deuda” según la cual el acreedor utiliza su política de financiamiento para incrementar su posición de dominio e influencia sobre el deudor. Pero en el caso venezolano, China ha asumido grandes riesgos que se han traducido en más pérdidas que ganancias, razón por la cual más bien debiera hablarse de la “trampa del acreedor”. China se ha visto obligada a desembolsar recursos por encima de lo inicialmente pactado a fin de detener la caída de la extracción de crudos y poder recuperar los préstamos. Recordemos que los créditos se pagan con petróleo y si no se extraen crudos, entonces los chinos no cobran.

La recuperación de la industria petrolera, la reactivación del aparato productivo y la reconstrucción de Venezuela en general requerirá de grandes inversiones. Cualquiera sea la fuerza política que gobierne a Venezuela, tendrá que fortalecer su capacidad de negociación para propiciar alianzas ganar-ganar con China que le permitan aprovechar las oportunidades que ofrece la iniciativa de La Nueva Ruta de la Seda para impulsar una nueva etapa de crecimiento económico y desarrollo humano integral en nuestro país. Venezuela necesitará cuantiosas fuentes de financiamiento, razón por la cual le conviene preservar esta relación de intercambio y cooperación con China que representa una fuente de financiamiento sin las duras condiciones que suelen imponer los organismos multilaterales como el FMI y BM.

Pero de cara al futuro también es necesario superar la lógica extractivista que sustenta la exportación a China de petróleo y minerales sin mayor grado de transformación industrial. Con la inversión y asistencia técnica de las corporaciones chinas, hay que abrirle paso a la transferencia de tecnología, la formación del factor humano nacional y la máxima incorporación de contenido nacional en los proyectos de inversión en los que deberían participar pequeñas, medianas y grandes empresas venezolanas. Esta es la mejor manera de corregir las enormes asimetrías y disparidades que prevalecen entre ambos países y avanzar hacia una relación más equitativa que abra verdaderas oportunidades para la diversificación económica, el bienestar social y la prosperidad común.

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