Íconos

25 años después, Greta Garbo sigue riendo

Quienes son iconos nunca mueren. Su legado y vida quedan plasmados en la historia por siempre. 25 años después de la muerte de la actriz Greta Garbo su ráfaga sigue intacta. La cantante Judy Buendia se inspiró en cuerpo y turbante para reencarnar, al menos un día,  en la inmortalidad

TEXTO: DANIEL LEAL | FOTOGRAFÍA: MARCOS DURÁN
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A finales de los 20, del siglo pasado, un público ávido de glamour y sofisticación obligó a la Metro-Goldwyn-Mayer a apostar por nuevos talentos. Joan Crawford y Norma Shearer figuraron entre estos, pero ninguno deslumbró como lo hiciera Greta Garbo. Durante los primeros diez años de su carrera protagonizó algunos de los clásicos del cine mudo, entre ellos: Flesh and the devil, una de las siete cintas que Clarence Brown dirigió para ella. Sin embargo, su interpretación en Anna Christie —primera actuación en el cine sonoro, 1930— fue la que determinó el inicio de la llamada “Leyenda Garbo” y la que hizo a la sueca merecedora de su primera nominación a los premios de la academia —ese mismo año sería también nominada por su actuación en Romance.

Su estricto talante, su continua renuencia a conceder entrevistas o a asistir a cualquiera de sus estrenos y su célebre, a la vez que sospechosa, relación distante con Marlene Dietrich le confirieron la reputación de “fría divinidad” en la industria. Además, su papel rígido y severo como Nina Ivanovna en Ninotchka, 1939, fue quizás una innata demostración de su verdadera esencia —aunque por primera y única vez, en la ficción de convencida comunista, sonrío a la pantalla.

De manera repentina y por razones que mantuvo en secreto, se retira de la escena en 1941, con apenas 36 años. Se convirtió en una de las personalidades más misteriosas de la historia del cine. Contrario a lo que se creyó, al culminar su carrera, vivió como una verdadera jet setter y recorrió el mundo rodeada de magnates internacionales y personajes de la alta esfera. Sin embargo no hay frase más oportuna para describir la vida de la estrella de boina y abrigo como su insigne “yo quiero estar sola” en el filme Grand Hotel.

La precisión y vehemencia que caracterizaron a la Garbo sirvieron de inspiración para que la cantante Judy Buendia, dejará de reír por un día para dar vida a la intérprete de Mata Hari. Con el icónico turbante y su impecable rostro, que claramente evoca la delicadeza escandinava, Buendia estampó una intensidad, difícil de lograr, para encarnar a la “esfinge sueca”.

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