Sucesos

Los policías tiemblan ante el hampa

Las estadísticas resultan una cachetada cuando no un chasquido de fusil: más de 50 policías han caído en manos de la delincuencia armada en lo que va de año. Matan en busca de más armas. De más pólvora y chapas

Fotografía: Últimas Noticias
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La noche del 24 de junio no perdonó a Maickel José Vásquez Caraballo, un policía más que se desplomó en el pavimento. Otro que pierde la batalla contra el hampa. Sorprendido por la muerte, traicionado, presuntamente por el azar, Maickel era supervisor jefe de Policaracas y jefe de los escoltas de Freddy Bernal . Según lo publicado por El Nacional, él «tripulaba con su pareja una camioneta 4Runner y los homicidas ocupaban un auto Sedean plateado, que interceptaron la camioneta y ordenaron a Vásquez Caraballo bajar de su vehículo para luego dispararle. Los agresores vestían de civil y llevaban chalecos antibalas, se identificaron como funcionarios del Cicpc». Pero las chapas no valieron, las paradojas de la vida pudieron más. El mismo Freddy Bernal, quien por cierto hasta el 30 de abril era el presidente de la Comisión Presidencial para la Reforma Policial, aseguró en su cuenta personal en twitter: «Supervisaré directamente las investigaciones… Buscaremos a los culpables hasta debajo de las piedras». Más tarde posteó: «Todo mi apoyo a los funcionarios honestos en esta dura batalla contra el crimen»

Las fuerzas policiales, que solían tener las herramientas necesarias para mantener el orden de la ciudadanía, han perdido una de sus características más importantes: infundir respeto en sus iguales. El delincuencia azota la ciudad en busca de armas y venganza y los primeros que están acechados, sí, en la mira delictiva, son los policías. “Tengo mucho miedo cuando salgo a la calle a trabajar. Mi función es velar por la seguridad de los vecinos, pero ahora también debo velar y proteger la mía”, lamenta una funcionaria de la Brigada Ciclista de Polisucre.

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El 14 de abril, Osmary Tavares, de 27 años de edad, sintió el terror que invade el valle de Caracas. Junto a su compañero Alex González, de 25 años, cumplía labores de patrullaje en la Av. Sucre de Los Dos Caminos, como parte de la Brigada Ciclista del Municipio Sucre. A las nueve de la mañana, los efectivos fueron emboscados por dos jinetes bien armados. “Fue nuestra compañera durante cuatro años, desde que salió de la Academia. Es lamentable que haya tenido ese final mientras hacía lo que mejor sabía, su trabajo”, explica otro de sus amigos de la Brigada.

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Osmary fue sorprendida por una pareja de motorizados. La atacó para despojarla de su arma de reglamento. El robo fue veloz. No tuvo chance ni de pestañar. Trastabilló cuando ya la sangre la emparamaba.  El proyectil entró por la cabeza para poner el punto final. González fue alcanzado por otra bala y actualmente se encuentra fuera de peligro. “A nosotros nos entrenan física y sicológicamente para afrontar todo tipo de situaciones, pero no nos enseñan a no tener miedo. Tenemos miedo, sobre todo ahora: nos están matando mientras trabajamos, únicamente por cargar una pistola en la cintura”, expresa otro Polisucre mientras se le quiebra la voz y apoya su mano sobre su arma.

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Esta irregular situación se puede explicar por muchos flancos. De acuerdo con la información expuesta por la periodista del portal RunRunes, Ronna Rízquez, una de ellas, y la más significativa, se relaciona con la entrada en vigencia de la Ley para el Desarme y el Control de Armas y municiones, publicada en la Gaceta Extraordinaria N° 6.129 en el Decreto Presidencial N° 881 de 2014.  El porte legal de armas durante la jornada de trabajo de los oficiales convierte en blancos de la inseguridad a todo funcionario.

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El decreto especifica que para la autorización de importación, exportación y comercialización de armamento en el país, toda persona natural o jurídica tendrá que dirigir una solicitud al órgano competente de la Fuerza Armada Nacional para el control. El organismo exige 11 requerimientos, lo que reduce significativamente la compra por parte de delincuentes. Son los siguientes:

1. Ser venezolano por nacimiento o por naturalización.

2. Ser mayor de 25 años.

3. Certificación de datos filiatorios emitida por el órgano con competencia en materia de identificación.

4. No poseer antecedentes penales.

5. Constancia vigente de residencia en el país.

6. RIF actualizado.

7. Constancia de aprobación del examen médico psicológico, emitida por un centro de salud militar adscrito a la Dirección General de Sanidad de la Fuerza Armada Nacional.

8. Certificado del curso de manipulación y uso de armas de fuego, emitida por el órgano competente.

9. Seguro de responsabilidad civil ante terceros por el porte y uso de armas de fuego.

10. Presentar el documento que acredite la propiedad del armas de fuego.

11. Prueba balística del arma de fuego adquirida.

Además, se agregan casos aún más personales, relacionados con venganzas, sicariato y cuentas por cobrar. Uno de los funcionarios anteriormente entrevistados explica que “aunque casi siempre atacan a los policías para quitarles sus armas, también existen problemas con familiares de los ladrones que se han detenido, que luego regresan para ‘ajustar cuentas’”. Añadió que la impunidad y no aplicación de leyes han permitido que los maleantes “hagan lo que les plazca”. Se saben libres y sin temor a la justicia.  “Por parte de las autoridades competentes, los castigos no están siendo aplicados como se debe”, concluye el agente.

Muertes con nombre y apellido

Según cifras recopiladas en un conteo periodístico realizado por la periodista de sucesos Yasmín Velasco, el asesinato de Tavares forma parte de los 51 homicidios a policías y militares ocurridos en la Gran Caracas durante 2015. “El 90% de estos casos han sido obtenidos gracias a la colaboración de las familias de las víctimas, que además han facilitado información sobre el uniformado en cuestión”, explica Velasco.DATOS-YASMIN-VELASCO-1DATOS-YASMIN-VELASCO-2DATOS-YASMIN-VELASCO-3Cada día la cifra varía o aumenta y es trabajo de los periodistas de sucesos ubicar y contar las verdades que el gobierno calla. Pasan los días y más familias pierden a un padre, una madre o a un hijo, pero aquellos que aún tienen la “dicha o desdicha” de seguir en la calle protegiendo al país sufren de terror e inseguridad. “No me siento segura, tengo miedo de no llegar hoy a mi casa, de no ver más nunca a mi hijo. Ni mi pistola me hace sentir protegida. Pero sí estoy segura de algo: es que nuestra compañera Osmary nos cuida desde el cielo”, confía su compañera ciclista.

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