Ciencia

Un Nobel para combatir el cáncer

Los científicos James P. Allison y Tasuku Honjo fueron premiados este lunes con el Nobel de Medicina 2018, por haber descubierto cómo provocar una respuesta del organismo contra el cáncer, neutralizando algunas moléculas que le impiden defenderse

FOTOGRAFÍA PORTADA: EFE
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La inmunoterapia consiste en neutralizar las moléculas inhibidoras que se encuentran en la superficie de los linfocitos T (dos de ellas llamadas CTLA-4 y PD-1), utilizando proteínas llamadas anticuerpos. El objetivo es levantar estos puntos de control inmunitarios y permitir a los linfocitos defender el organismo contra el cáncer, el cual puede frenar la eficacia de su acción.

A diferencia de los tratamientos tradicionales del cáncer, que atacan directamente las células cancerígenas, los científicos se concentraron en cómo ayudar al paciente a que su propio sistema inmunitario venza al cáncer más rápidamente. Cada uno por su lado, se dedicaron a buscar la forma de quitar «los frenos» y «apoyar los buenos pedales de aceleración» de las defensas naturales del cuerpo.

Este avance permitió desarrollar una nueva clase de tratamientos que resultaron ser eficaces contra el melanoma, un cáncer muy agresivo de la piel que, en menos de un año, mataba al 50% de los pacientes diagnosticados.

Hasta el pasado julio, había 800 ensayos clínicos en curso en el mundo y más de 30 medicamentos en desarrollo, según un recuento de la American Cancer Society. Sin embargo, la técnica aún está en su fase inicial y no funciona con todos los pacientes, pero las expectativas de la industria farmacéutica son altas.

La Asamblea Nobel del Instituto Karolinska de Estocolmo estimó que la terapia «revolucionó el tratamiento del cáncer y cambió la manera en que se puede tratar» esta enfermedad. Es por ello que los dos científicos obtendrán los nueve millones de coronas suecas -1,01 millones de dólares- que forman parte de la premiación.

Allison, profesor de inmunologóa del Centro de Cáncer de la Universidad de Texas, y Honjo, de 76 años, profesor de la Universidad de Kyoto, ya fueron premiados juntos en 2014 por su investigación con el premio Tang de Biotecnología Farmacéutica, uno de los cuatro campos que reconocen los galardones creados por un empresario taiwanés como una especie de «complemento» al Nobel y dotados con 1,33 millones de dólares.

El estadounidense y el japonés suceden a los tres genetistas estadounidenses que fueron recompensados con el Nobel por sus trabajos sobre el reloj biológico, que ilustra la adaptación del cuerpo a los ciclos del día y la noche, así como los trastornos del sueño.

James P. Allison

Nació en Alice, Texas EE.UU, el 7 de agosto de 1948. Estudió primero microbiología y luego biología. Su carrera como investigador se ha desarrollado entre Texas y California. Ha realizado estudios de biología en varias universidades estadounidenses y desde 2012 ejerce la docencia en la de Texas.

La presencia de numerosos casos de cáncer en su familia hizo que Allison se plantease la pregunta de si no era posible bloquear la CTLA-4 para ayudar al sistema inmunológico en la lucha contra el cáncer. En la década de 1990, Allison empezó a estudiar la proteína en su laboratorio de la Universidad de California (EE.UU.), que funciona como freno de las denominadas células T, claves en el sistema inmunológico. Otros investigadores habían descubierto esa propiedad de la CTLA-4 y aplicado el mecanismo en enfermedades autoinmunes, pero Allison tenía una idea diferente.

James P. Allison

Tras descubrir en 1995 que podía unir un anticuerpo a esa proteína e inhibir su función, quiso averiguar si podía liberar el freno de la célula T y provocar que el sistema inmune atacase las células cancerígenas. Usando esa técnica pudo curar a ratones con cáncer y, después de sus esfuerzos por desarrollar una estrategia para humanos, logró en 2010 efectos sorprendentes en pacientes con melanoma avanzado.

A partir del descubrimiento de Allison, se han desarrollado diversos medicamentos, como el Yervoy, el cual contiene el anticuerpo Iplimubab, y es admitido en EEUU como medicamento para la lucha contra la metástasis de tumores malignos.

Recibió el premio Nobel junto a Tasuku Honjo por su trabajo sobre la inmunología. Igualmente, fue galardonado este año con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Biomedicina por crear la primera inmunoterapia de «alta eficacia» contra el cáncer, y en el 2014 recibió el premio Tang de Biotecnología Farmacéutica.

Tasuku Honjo

Nació en Kioto, Japón, el 27 de enero de 1942. Estudió medicina y química en centros universitarios japoneses y estadounidenses. Desde 1984 ejerce en el de su ciudad natal y recibió hace cinco años la Orden de la Cultura, el mayor galardón de Japón en ese campo.

Su aporte está ligado al descubrimiento en la Universidad de Kioto en Japón, en 1992, de la proteína PD-1, que frena el desempeño de las células T, un tipo de glóbulo blanco que ayuda a proteger el cuerpo de las infecciones y ayuda a combatir el cáncer. La muerte prematura de un compañero de universidad, al que sigue teniendo presente, fue uno de los motivos que hizo querer contribuir en la lucha contra esta enfermedad.

Tanto la PD-1 como la proteína CTLA-4, que investigó por su parte Allison, permitieron avanzar en la terapia inmunológica para combatir el cáncer de pulmón y el melanoma gracias a los métodos para romper las proteínas que frenan las funciones de las células T.

Tasuku Honjo

Ganó el Nobel de Medicina junto al estadounidense James P. Allison por sus descubrimientos «de la terapia contra el cáncer por la inhibición de la regulación inmune negativa». Ha recibido también numerosos galardones, entre los que destacan el Premio Tang de Biotecnología Farmacéutica en 2014, la Orden de la Cultura de Japón en 2013, el Premio Robert Koch en 2012 y el Premio Imperial de la Academia de Japón en 1996.

Aunque está en la cumbre de su carrera, el investigador japonés está convencido de que el Nobel de Medicina que no es el punto final de su trabajo, aunque le permitirá disfrutar más de la vida, del golf y de las cenas con amigos y familiares. No tiene planes de retirarse todavía. Al contrario, sigue trabajando en dos laboratorios, uno en Kioto y otro en la ciudad de Kobe, y se mantiene activo en la investigación científica.

Honjo expresó que actualmente trabaja en una nueva fase del estudio de la proteína PD-1 y en la posibilidad de que esas investigaciones se apliquen a enfermedades distintas del cáncer. Asimismo, destacó que EEUU sigue siendo el país donde se realizan las mayores investigaciones en la lucha contra el cáncer, aunque sería «muy difícil» establecer qué universidades están destacando más.

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